Punto de encuentro: la plaza del Mercadal

En 1849, el Ayuntamiento de San Andrés encargo al arquitecto municipal de Barcelona, Josep Mas i Vila, el proyecto de una nueva plaza mercado en unos terrenos conocidos como l’Hort d’en Boladeres.  La plaza resultante fue un ejemplo más de las plazas porticadas que en aquellos años se realizaron en Barcelona.

La plaza Mercadal, de estilo neoclásico, es un espacio en forma de rectángulo irregular y con una superficie aproximada de 2600 metros cuadrados a la que se accede por diferentes calles y pasajes. El porche tiene doble altura y la fachada a la plaza consta de dos plantas acabadas con azotea plana a la catalana y balaustradas con antepecho. La calzada fue originalmente de adoquines pero, por problemas higiénicos y para evitar los resbalones, se cambió por un pavimento a base de piezas rectangulares de piedra de Bianya y, posteriormente, por el actual pavimento continuo de asfalto.

Desde el principio, esta plaza se convirtió en un verdadero centro neurálgico, un lugar donde se tejieron a partir de entonces las nuevas relaciones sociales y políticas, pero también el lugar donde se instalaban los payeses de los alrededores con los productos que cultivaban en sus tierras, formando un improvisado mercado ambulante al aire libre al que acudían los vecinos a abastecerse, a comprar, a vender, intercambiar… 

MUNICIPIO INDEPENDIENTE

En 1897, Sant Andreu del Palomar perdió su estatus de municipio independiente y se convirtió en el noveno distrito de Barcelona. Para entonces, el Ayuntamiento de Barcelona, que ya había impulsado la construcción de mercados cubiertos para regular las paradas ambulantes, aprovechó la anexión e impuso su criterio al respecto también en este nuevo territorio añadido. 

Vista de la calle de Servet del barrio de Sant Andreu del Palomar / ANDONI BERNÁ CALVO

Así, en 1914, se construyó en el centro de la plaza el Mercado de Sant Andreu, destinado a acoger las paradas ambulantes que se instalaban en la plaza. Primero se cubrió el espacio con una estructura de hierro y, más tarde, edificó el interior, que actualmente aloja una cuarentena de paradas en su interior.

Por cierto, dicen que la mayoría de los profesionales que las atienden son aún descendientes de aquellos primeros comerciantes ambulantes.

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