Resulta difícil en El Raval toparse con algún vecino o comerciante que no haya presenciado algún robo en la calle. La mayoría son tirones de bolso y móviles, también hurtos, el delito más denunciado en la comisaria de los Mossos d'Esquadra del distrito de Ciutat Vella que acumula largas colas a diario. Poner una denuncia en la comisaria en el corazón de Barcelona puede conllevar una espera de hasta tres horas.

A Jordi Toda le han atracado cuatro veces y siempre ha denunciado los hechos. Regenta desde hace 17 años un quiosco, ubicado en la avenida Paral·lel, a pocos metros de la calle Nou de la Rambla. Cuando la policía ha encontrado a los sospechosos el juez los ha absuelto, cuenta, incrédulo, este vecino. "Dicen que les has pegado y se libran", cuenta. Recientemente, un chico que acumulaba 90 casos pendientes fue encarcelado tras su denuncia.

DETENIDAS 161 PERSONAS

Los 2.235 hurtos registrados en octubre de 2019 en Ciutat Vella sitúan al distrito como el segundo con más hurtos de la ciudad. Encabeza la lista l'Eixample, con 2.784 hurtos. Lejos quedan los 1.119 hurtos de Sants, los 849 hurtos en Sant Martí y los 409 de Les Corts.

La mayoría de casos no se resuelven, como demuestran los escasos 471 resueltos de Ciutat Vella. Los Mossos detuvieron entonces a 161 personas acusadas de cometer este delito, castigado en el Código Penal con una multa de uno a tres meses, si la cantidad robada es inferior a 300 euros, y con penas de 6 a 18 meses de cárcel si supera esa cantidad.

Jordi Toda atiende a una cliente, en su quiosco de la avenida Paral·lel



La seguridad es el gran reto pendiente del Ayuntamiento. Es la principal preocupación de los barceloneses, concretamente del 29,1% de los ciudadanos, una cifra que en los últimos dos años no ha dejado de crecer. La percepción de inseguridad se concentra especialmente en el Raval, que vuelve a registrar una treintena de narcopisos, uno de los principales focos de la delincuencia en la Ciudad Condal.

Los robos y hurtos en el antiguo barrio chino corroboran la inseguridad denunciada por los vecinos. En la comisaria de los Mossos, la larga hilera de personas a menudo llega hasta la calle. Hasta hace tres años, el barrio solo contaba con dos coches patrulla. Ahora hay, al menos, cinco vehículos para vigilar el barrio. 

CASI UNA HORA DE ESPERA

Poner una denuncia en la comisaría de Ciutat Vella supone una espera media de 44 minutos, según los datos del mismo cuerpo policial, el promedio más elevado en la ciudad junto con Les Corts, que registra un tiempo similar. Les siguen otras comisarías como Horta (34 minutos) y Sants (28). 

Los jardines de Sant Pau del Camp son un lugar de reunión entre los jóvenes ladrones del barrio.



Los ladrones que actúan en el Raval, muchos de ellos jóvenes, de origen extranjero, perfeccionan sus técnicas de asalto. Hace dos meses cinco chicos rociaron con espray de pimienta embotellado en un pequeño extintor a un matrimonio asiático de edad avanzada. Les quitaron todo lo que llevaban encima, también las maletas.

LA MISMA INSEGURIDAD DE SIEMPRE

En octubre, según los últimos datos actualizados de Mossos, se cometieron 301 robos en Ciutat Vella. Los agentes resolvieron 100 casos y arrestaron a 108 sospechosos. Rafael, camarero de un bar cercano a la discoteca Apolo, no cree que la inseguridad haya aumentado. "Está igual que hace diez años, no es tan grave como se dice en televisión", observa.

Cuando empieza a caer la noche, Michelle Sánchez, compañera de Rafael, prefiere andar por la calzada como medida de seguridad. Peor lo tienen sus compañeras, dice, que regresan a casa pasadas las tres de la mañana cuando cierran el local.

AUMENTO DE DROGADICTOS

La gran cantidad de personas que entran y salen del CAS Baluart, el centro donde los adictos consumen metadona y otras drogas, revela el gran número de drogadictos. La mayoría son extranjeros, explican unos empleados de la limpieza de Barcelona que evitan dar su nombre. Aseguran que el número de consumidores ha crecido y que 2019 ha sido de los "peores" años. 

Trabajadores de la limpieza encontraron más de 20 jeringuillas en un bote de yogur. 





 

Decenas de jeringuillas aparecen cada día en diferentes parques y plazas del Raval, también en lugares infantiles, donde los adictos se pinchan, a veces a plena luz del día. "Me he criado aquí y a mí me da miedo andar de noche", comenta.

En una farmacia a escasos metros de la comisaría de Ciutat Vella, Carme, una veterana empleada de 59 años, cree que la situación ha empeorado en la última década. Sostiene que hay más consumidores en las calles, la mayoría extranjeros, que incluso acuden a la farmacia a comprarlas por 60 céntimos la unidad.

UN TRABAJO DE RIESGO

Alejandro, barrendero desde hace tres años, trabaja siempre bien atento a cualquier movimiento sospechoso. "Limpio con un ojo detrás", comenta. Debe tener cuidado cuando retira los cartones donde duermen los drogadictos e indigentes. Entre el gremio, el recuerdo del limpiador asesinado hace unos cinco años en Ciutat Vella por un indigente después de limpiar el lugar donde dormía, aún permanece fresco.

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