Cada vez hay más oferta de pisos en alquiler en el barrio del Raval. Muchos vecinos empaquetan sus enseres personales y se envalentonan a comenzar una nueva vida en otra zona de Barcelona.

La "degradación" de este lugar de Ciutat Vella en los últimos años ha convertido en un “infierno” la vida de sus residentes. La suciedad, el clima de inseguridad y el tráfico y consumo de estupefacientes en sus calles –quejas vecinales de las que ha informado en diversas ocasiones este medio– lo han convertido en un lugar en el que pocos desean tener una vivienda.

Imagen de la suciedad extrema en la calle dels Salvador del Raval / TWITTER

FUGA VECINAL

Es el caso de Óscar García, un antiguo vecino del Raval que, junto a su pareja, tomó la decisión de marcharse a principios de febrero. Tras vivir durante cuatro años en el Raval, adelantaron su marcha: “por trabajo podría haber estado dos años más en Barcelona, pero decidimos irnos cuando a mi pareja le surgió una oportunidad”, explica. Todavía es propietario del inmueble situado entre las calles Cid y Perecamps –zona afectada por la okupación ilegal y el consumo de drogas en la vía pública debido a la complicada gestión del CAS Baluard–.

Ahora Óscar vive en el barrio de Salamanca de Madrid y asegura que “no tiene nada que ver”. “No solo porque sea ese barrio, sino porque la dinámica que hay en Madrid es muy distinta. Hay una efervescencia que Barcelona no tiene”, dice. Para este exvecino barcelonés, “el procés y la pandemia terminaron de hundir Barcelona”. “Al no tener turismo se cerraron los locales y con el abandono del Ayuntamiento de Barcelona, el Raval empeoró muchísimo. Sobre todo la parte de las Drassanes, donde está la narcosala”, lamenta. 

Estado actual por las noches de las inmediaciones del CAS Baluard / CEDIDAS

"LUCHA CONSTANTE"

Óscar explica a este medio que, cuando vivía en el Raval, “era inevitable salir a la calle y grabar vídeos o hacer fotos de lo que veía”. “Lo mandaba a políticos, periodistas o lo difundía por Twitter para mostrar lo que teníamos que vivir. Era una lucha constante”, relata. El exvecino era muy activo en la red social e incluso llegó a tener una cuenta en la que denunciaba la gestión del CAS Baluard.

El exvecino cuenta que, “al tener el piso reformado y más insonorizado”, no sufría la misma contaminación acústica que sus convecinos, pero que solo poner un pie en la calle “veía basura, peleas y gente pinchándose en las aceras”. Óscar explica que los vecinos habían “perdido el espacio público”. “¿Cómo va a ir alguien a tomarse una cerveza al Buenísimo o va a abrir un negocio?”, se pregunta.

Por suerte, este propietario pudo alquilar rápidamente su piso. “Mis inquilinos son gente que ya vivía en el Raval y sabe lo que hay. Al ser americanos conciben las cosas de otra manera, quizás por eso no se sorprenden al ver la droga en la calle o las peleas”, dice.

Dos personas drogodependientes pinchándose heroína en las calles colindantes de la narcosala del Raval / CEDIDA

"ANSIEDAD" Y ESTRÉS

La tranquilidad que disfruta hoy en día Óscar es algo que también ha experimentado Adrià Pifarré en las últimas semanas. El vecino, que vive en la calle dels Salvador, disfruta de unas “mini” vacaciones fuera del Raval a causa de unas obras: “Llevamos tres semanas viviendo fuera del barrio, en la misma ciudad, pero en pleno Eixample”.

Salir de su barrio le ha hecho darse cuenta del estrés que tiene: “te das cuenta de toda la ansiedad que te genera vivir en el abandono del Raval, ya que no tienes que estar preocupado por los problemas del día a día”. “Parece que vivas en otra ciudad”, asegura.

La calle en la que vive Adrià es una de las más problemáticas de la zona. La actividad de los narcopisos que se ubican en ella y los problemas que acarrea la carga y descarga de camiones, que revientan las fachadas de los edificios, son solo dos de los problemas enquistados de esta vía.

Carga y descarga de camiones en la calle dels Salvador en días diferentes / METRÓPOLI

BUENOS COMIENZOS

La marcha del Raval de Lia, una vecina de 39 años, también evidencia el hartazgo vecinal. En 2016 se mudó a la calle d'en Robador del Raval para vivir en un piso de protección oficial y se enamoró del lugar: "la gente me recomendaba que no me fuese a vivir a esa zona, pero era un piso precioso y el ambiente no me pareció tan malo", explica a Metrópoli.

Relata que "veía peleas entre las mafias de la droga y entre los proxenetas y las prostitutas", pero que no se sentía insegura, hasta que, en 2020, cuando estaba embarazada de su hija, "dos chicos adolescentes" le intentaron abrir la mochila a plena luz del día. 

EMPEORAMIENTO TRAS LA PANDEMIA

Lía relata que "hubo un antes y un después en el barrio a raíz de la pandemia": "comencé a darme cuenta de que había más suciedad. Los contenedores estaban llenos a cualquier hora del día y la gente meaba en la calle. También percibí un aumentó el número de personas que dormían al ras y que crecieron las tiendas de telefonía móvil, fruterías y carnicerías que no se entendía como seguían abiertas".

Esta vecina también vivió en primera persona el crecimiento de la inseguridad en el barrio de Ciutat Vella: "comenzaron a haber muchas peleas y presencié sucesos que me han traumatizado bastante", explica. Entre los violentos episodios que la marcaron, Lía destaca un joven sacado a rastras por los Mossos con una cuchillada en la pierna; un hombre masturbándose delante de su casa, que después violó a una mujer delante del Museo Marítimo y las "desagradables" peleas entre las mujeres prostitutas que trabajan en la calle dels Robador. 

Trifulca en la calle Robador del Raval de Barcelona / ARRAVALERA

AUMENTO DE GASTOS

Cuando nació su hija se dio cuenta de que tenía que cambiar de lugar de residencia. "Después de nacer mi hija me comencé a fijar en el mal estado de los parques. La entrada de la guardería donde la llevaba estaba a rebosar de basura cada mañana y, justo al lado, en la calle de Aurora, había un punto de venta de droga que acaba de ser desarticulado, pero que llevaba tiempo en funcionamiento", relata.

Lia tomó la decisión de irse a la Sagrera y pagar más por el alquiler y por una guardería privada. Un tiempo después, "lo volvería a hacer": "Pago mucho más alquiler que antes, y mi piso es más pequeño que el que tenía en el Raval. También pago la guardería privada de mi hija, que implica más dinero", explica esta madre de familia monoparental.

"NO VOLVERÍA NUNCA AL RAVAL"

Adaptada a su nueva vida, Lia asegura que "no volvería nunca al Raval", aunque el aumento de gastos la obligue a "vivir al día". A pesar de que disfruta de la tranquilidad que le aporta vivir en Sant Andreu, está "convencida de que no hay barrios que se salven", considera que "la ciudad está condenada".

Detención policial de diversos individuos en la calle de'n Robador del Raval / ARCHIVO

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