La calle dels Salvador da la sensación de vivir en una fiesta mayor permanente. Las banderillas de colores que serpentean por esta estrecha calle del Raval de Barcelona lucen todo el año. Sus obstinados vecinos las instalaron al estallar la pandemia en un esfuerzo por colorear y dar vida a su calle, un punto caliente del tráfico de drogas durante demasiado tiempo. Hoy, la intensidad del trapicheo es algo menor que la registrada en 2020. Los residentes se centran estos días en denunciar la suciedad e incivismo bajo sus casas.
La dels Salvador es una calle particular. Su lucha contra la okupación de pisos por parte de traficantes ha estrechado los lazos entre una parte del vecindario que no se ha dejado amilanar por camellos y matones. Cuando la policía desalojó un punto de droga en 2020 se enfrentaron a ellos permitiendo que una pareja en situación vulnerable se instalara en el piso para evitar el regreso de los traficantes. Ese mismo año dos vecinos consiguieron una orden de alojamiento contra un presunto narco que amenazaba a los vecinos. Ahora, este fuerte tejido vecinal se ha unido de nuevo para combatir la suciedad que impregna a diario su calle.
BASURA SIMBÓLICA
A las banderillas de colores le acompañan estos días una nueva decoración: bolsas de basura que cuelgan de balcones y tuberías. Es basura simbólica, botellas de plástico guardadas en bolsas de plástico, que pretende avergonzar a los incívicos. "El camión de la limpieza pasa mañana y noche, pero a las ocho de la mañana ya vuelve a estar sucio. Ahora parece que ya no tiran tanta basura", observa Maria Dolors Huguet, una de las últimas vecinas nacidas en el barrio de Ciutat Vella mientras sujeta su carro de la compra.
De lejos, el curioso atrezo se asemeja a la decoración que esta semana empiezan a colocar los vecinos de la Vila de Gràcia en sus calles para celebrar la Festa Major de Gràcia. A la veintena de bolsas de basura hay que añadir unas lucecitas como las que lucen los árboles de Navidad. De momento no se han encendido, cuenta Huguet. Núria Soto, otra residente de edad avanzada, despotrica contra una parte de sus vecinos: "No cumplen lo mínimo, se creen que pueden hacer lo que les dé la gana. Ahora parece que está más limpio".
PROTESTA CONTRA LA NARCOTRAFICANTES
No es la primera vez que desde els Salvador se vive una protesta particular. A finales de marzo de 2020, en pleno estado de alarma por la pandemia de coronavirus, unos curiosos semicírculos aparecieron enfrente del portal del número 7 bis. Por entonces, la finca alojaba un piso que vendía droga. Unos guantes de plástico colgados de la pared y un mensaje cargado de ironía denunciaban la presencia de narcotraficantes en el edificio. "Estimado cliente. Respeta la distancia. Usa guantes. Desinfecta tus manos", se leía en el cartón pegado a la puerta.
En alguna ocasión Carmela Torró ha pillado in fraganti a alguno de los incívicos tirando basura en la calle. Se les ocurrió la idea el 14 de julio. Junto a un grupo de vecinos y aprovechando las fiestas mayores del barrio recogieron decenas de botellas de plástico que encontraron en las calles de alrededor y las colgaron de los balcones. Tres semanas después confirma que la iniciativa ha funcionado. "Siempre que haces algo en la calle y te dejas ver funciona. Siempre es preferible a decirle 'marrano' a alguien en la cara", cuenta.
MÁS CONCIENCIACIÓN
Torró reclama una acción por parte del Ayuntamiento para concienciar al resto de vecinos. "El problema no es cuantas veces acuden a limpiar, sino educar a la gente", asegura. Para esta vecina, la campaña municipal Cuidem Barcelona, que ha teñido de un mensaje publicitario las papeleras de la ciudad no es efectivo porque solo está escrito en catalán. "Solo en esta calle hay muchas nacionalidades", comenta. Este medio ha podido comprobar que algunos vecinos solo hablan inglés. Otros solo dominan los idiomas de sus países de origen y apenas entienden el castellano.
Este martes, un grupo de trabajadoras de una oficina coincidían en que la suciedad parece haber decaído tras esta singular iniciativa. "Está más limpio que otras calles del Raval, la verdad", apunta una de las chicas. A pesar de la mejoría, algunos ciudadanos siguen dejando restos orgánicos, cartones y todo tipo de basura en la calle. En el pasado se pintó el suelo con pequeños símbolos para persuadir a los incívicos de ensuciar su calle.
BASURA EN LA CALLE
El incumplimiento por parte de algunos vecinos de las más elementales normas de convivencia viene de lejos en el antiguo barrio chino. La imagen de la basura rebosando en los contenedores y esparcida por el pavimento no es extraña en el corazón de Barcelona. En Twitter, surgió incluso una etiqueta con el nombre Mierdalona donde los usuarios colgaban decenas de fotografías sobre la suciedad en el barrio.
En un inicio, los vecinos acordaron que retirarían las bolsas pasado un tiempo. Ahora, sin embargo, visto el éxito de la iniciativa han decidido prolongar la presencia de esta eficaz protesta.