Los vecinos de la Barceloneta viven un auténtico calvario por culpa de un okupa violento y muy sucio. Metrópoli ha podido hablar con dos personas muy cercanas al caso, que han explicado la situación límite en la que se encuentran los residentes de dos fincas de la calle de Balboa. Los allanadores les han tirado un cubo lleno de excrementos y están provocando todo tipo de problemas en los edificios.

Los conflictos empezaron a finales del año pasado, cuando Marta --nombre ficticio-- alquiló su piso a dos chicos de origen sueco. Fue en ese contexto cuando apareció Amín, un joven marroquí que hacía de traductor a los inquilinos. "Dijo que había una fuga de agua y que no pagarían el alquiler hasta que se solucionara", explican las fuentes consultadas por este medio.

PROBLEMAS Y AMENAZAS EN UN EDIFICIO DE LA BARCELONETA

Los trabajadores del seguro del hogar se dirigieron hasta el inmueble y comprobaron que sí que había una fuga. A fecha de hoy, todo sigue igual y la fuga sigue sin estar arreglada, aunque han cambiado los tubos por unos más anchos: "Nos ha amenazado y la situación es completamente insostenible", lamenta la mujer. Una joven cercana al caso reitera que los más perjudicados son los vecinos, que se han tenido que acostumbrar a un clima muy desagradable.

Tal como se puede ver en las imágenes, las paredes de los edificios están llenas de excrementos. "Están tirando heces por la ventana, hay meados y huele muy mal. Lo peor es que nadie puede hacer nada", reitera la joven. Amín aseguró a la propietaria que si le devolvían la fianza, se iría del piso. Fue por ese motivo que Marta le adelantó 200 euros, pero entonces cambió de versión para no abandonar el edificio.

Marta cree que el hecho de que hayan dejado tan mal el piso responde a motivos espurios. "Dicen que cuando entreguemos la fianza lo limpiarán todo, pero sabemos que es mentira. Lo hacen con el afán de molestar". Los excrementos y las amenazas no son el único problema. Un afectado que sigue muy de cerca el conflicto asegura que "ha habido de todo, incluso drogas". Según la propietaria, Amín está siguiendo una estrategia que consiste en meter gente dentro del piso para que no pueda recuperarlo. 

UNA ORDEN DE DESALOJO EN DICIEMBRE

"Tenemos que esperar hasta diciembre, que es cuando hay la orden de desalojo", asegura Marta. La mujer teme que los okupas jueguen sus cartas para intentar alargar la situación: "Con todos los movimientos que han hecho, yo ya me espero de todo". La representante de la propiedad lamenta la actitud del Ayuntamiento de Barcelona y asegura que no ha hecho lo suficiente para solucionar el conflicto.

Uno de los excrementos que han lanzado los okupas / CEDIDA

Sandra --nombre anónimo--, vecina del edificio, tiene miedo a las posibles represalias del okupa violento si protestan públicamente. "Estoy asustada por lo que pueda hacer. No a mí como persona, sino a la finca", asegura. Esta mujer coincide con Marta: a partir del mes de marzo, Amín abandonó el edificio y puso a varias personas en su interior para controlar que la propietaria no hiciese ningún movimiento.

UN CUBO LLENO DE HECES CONTRA LOS VECINOS

Esta semana han llegado a una situación límite. El baño del piso okupado no funciona, así que los allanadores hacen sus necesidades en un cubo de basura. El martes por la tarde decidieron tirarlo por el patio interior, dejando todas las paredes de los vecinos completamente manchadas de heces. A ojos de Sandra, esto ya no solo es un problema de okupación, sino de salud pública.

La zona común de la finca okupada llena de basura / CEDIDA

Marta siente impotencia porque no puede hacer nada para mejorar la situación. La Guardia Urbana le ha dicho que no se acerque a la finca para no provocar situaciones de tensión."Este chico amenaza, mete miedo y asusta a los vecinos. Es desesperante. Esta finca era un lugar muy limpio, los vecinos son respetuosos", insiste.

'NO ESTAMOS SEGUROS NI EN NUESTRAS PROPIAS CASAS'

Otro de los miedos de los residentes es que cuando por fin se vayan del piso, vengan otros okupas. Marta no les puede dar las garantías de que eso no vaya a pasar: "No depende de mí", lamenta. La víctima insiste en compartir su pesadilla para visibilizar el caso, que le puede pasar a cualquier propietario. También quiere poner de manifiesto lo complicado que es sacar a los okupas del edificio: "Vivir en la Barceloneta en agosto es un horrible, pero si ya no podemos estar seguros ni en nuestras propias casas, es un infierno", concluye Sandra.

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