Las peleas, las drogas y la inseguridad se han apoderado de la calle más conflictiva del Raval. Los vecinos señalan directamente un centro de toxicómanos como el epicentro del conflicto y cargan contra los comunes por incumplir su palabra. Durante los dos mandatos de Colau, tanto Gala Pin como Jordi Rabassa --ambos regidores del distrito de Ciutat Vella-- prometieron que cerrarían el Centro de Reducción de Daños (CRD) de la calle del Robador por los múltiples problemas que genera en la zona. Casi nueve años más tarde, continua abierto y los residentes se ven obligados a vivir en una guardia constante por culpa de los drogadictos.
El Ayuntamiento de Barcelona tiene 15 centros de atención y seguimiento (CAS) para toxicómanos repartidos por toda la ciudad. El más conflictivo de todos es la Sala Baluard, ubicada en la avenida de las Drassanes, en el corazón del Raval. En este espacio se permite que los usuarios consuman de manera supervisada.
FUNDACIÓ ÀMBIT PREVENCIÓ
A menos de 500 metros, se encuentra el CRD de la calle del Robador, que tiene la misma función que el CAS Baluard, pero con dos diferencias: los drogodependientes no pueden consumir en el interior y es de titularidad privada. Concretamente, pertenece a la Fundació Àmbit Prevenció y recibe subvenciones del consistorio municipal.
Iván --presidente de la asociación RpR es natural de Chile, pero hace más de 50 años que se instaló en la calle del Robador. Lo que no imaginaba era que, cinco décadas más tarde, el mismo barrio que lo acogió tras huir de la dictadura de Pinochet, se convertiría en su peor pesadilla. Los problemas de incivismo del Raval se intensificaron a raíz de la apertura del CRD. "Todos los usuarios que no aceptan en el CAS Baluard por mala conducta vienen aquí. A partir de las 7:30 horas ya empiezan las colas para que les den la jeringuilla", lamenta el afectado en unas declaraciones a Metrópoli.
'SE HAN REÍDO DE NOSOTROS'
Tras las múltiples quejas vecinales, Gala Pin--que fue regidora de Ciutat Vella entre 2015 y 2019-- prometió que cerraría el CRD. No cumplió con su palabra y, en el siguiente mandato de Colau, con Jordi Rabassa al mando del distrito, aseguró que cambiaría el centro de sitio, pero tampoco lo hizo. Como consecuencia, Iván y decenas de vecinos tienen que hacer frente a una situación que ha llegado a un punto insostenible. "Se han reído de nosotros", dice el presidente de RpR.
LA CALLE MÁS CONFLICTIVA DEL RAVAL
Carlos también vive en la calle de Robador y la define como "la más conflictiva del Raval", ya que en ella confluyen la prostitución, los narcopisos, el menudeo y el ocio nocturno. El CRD es uno de los principales focos de problema de esa calle. No son pocas las veces que se ha encontrado su portal lleno de excrementos, sangre y jeringuillas. Este hombre de 42 años cree que en los ocho años de gobierno de los comunes, todo ha empeorado en el distrito, pero ahora se ha llegado a un punto insostenible. "Rabassa me aseguró que cerraría el CRD por su conflictividad y mala ubicación, pero como es habitual, era mentira", lamenta.
Andrea --con un nombre anónimo-- también vive en el barrio y coincide con su vecino: "Era un compromiso de Rabassa que lo clausuraría. Hay dos mujeres que se han tenido que ir por culpa de este espacio. Estamos muy pendientes de las nuevas obras para ver qué hacen CRD". Bea Homedes --activista y ravalera-- también ha cargado contra el CRD de Robador: "Siempre hay problemas en sus inmediaciones. Sin ir más lejos, hace pocos días hubo otro follón", dice Homedes en referencia a una reciente pelea.
LAS FALSAS PROMESAS Y EFECTO LLAMADA
Cristina, otra vecina del Raval, coincide con los afectados del Robador en cuanto a las falsas promesas de Rabassa: "Primero nos dijo que no tenían ningún nuevo local, luego que sí, pero al final, nada de nada. No tenían intención de cambiarlo de sitio".
Para Iván, solucionar la traba del centro no es tarea fácil. "Los responsables del CRD no se quieren ir porque se lucran de las subvenciones públicas, pero lo que no puede ser es que paguemos justos por pecadores". Las citadas fuentes aseguran que los usuarios orinan y defecan en la calle y que los gritos y las peleas son constantes. "La mayoría de ellos son extranjeros y se produce un efecto llamada: cada vez vienen más toxicómanos".
Además del incivismo, también hay graves conflictos de salud pública. Se pinchan en el exterior del centro y dejan las jeringuillas en medio de la calle, con el peligro que eso conlleva. No es lo único que hacen. Les dan comida, pero más allá de alimentarse, la tiran al suelo, una situación que también se repite en el CAS Baluard.
NARCOPISOS Y PROSTITUCIÓN EN LA CALLE DEL ROBADOR
El CRD es solo la punta del iceberg de la realidad de la calle del Robador, donde abundan los narcopisos y la prostitución, que se suman a la presencia constante de personas sin hogar que, en los últimos años, ha aumentado drásticamente. El presidente de la asociación vecinal asegura que Albert Batlle --teniente de Prevención y Seguridad y actual regidor del distrito-- también les ha mostrado su voluntad de cerrar la sala: "No hemos visto ningún cambio, solo buenas intenciones", concluye.
Metrópoli ha contactado con el Ayuntamiento de Barcelona y con la Fundació Àmbit Prevenció, pero al cierre de esta edición, no ha obtenido respuesta.