Cada día hay más personas celíacas, intolerantes a la lactosa o que simplemente quieren llevar una dieta más saludable, pero revisar cada producto es complicado porque las etiquetas no están pensadas para ser entendidas y cuesta encontrar el tiempo necesario para hacerlo. La startup barcelonesa Smartfooding ha creado un supermercado online que permite rebuscar entre un catálogo de más de 1.000 productos categorizados con 39 filtros para encontrar aquellos que mejor se ajusten a las necesidades del cliente, ya sean sin gluten, sin lactosa o simplemente biológicos o de comercio justo.

“Es un proyecto colaborativo para ayudar a la gente que quiere o tiene que seguir una dieta específica a encontrar los mejores productos del mercado de una forma fácil, informada y barata”, explica a Metrópoli Abierta el director de Smartfooding, Alexandre Raksanyi. La idea surgió porque el fundador de la compañía, Romain Chalumeau, tiene cuatro hijos, “dos celíacos, una intolerante a la lactosa y otra alérgica a la proteína de la leche”, y conoce de primera mano las complejidades de encontrar productos específicos.  

Página web de Smartfooding

UN CONCEPTO DIFERENTE

Smartfooding no es un supermercado online convencional, sino que basa su modelo de negocio en un sistema de suscripción, “como Netflix”, bromea Raksanyi, que permite ofrecer precios bajos a clientes regulares, con lo que ambas partes ganan. “Es un concepto innovador en Europa, pero que está muy extendido en Estados Unidos. A través de una suscripción anual de 49,90 euros al año, el cliente tiene acceso a nuestro catálogo de productos con un descuento de entre el 15% y el 30% respecto a los precios de mercado”. Según sus cálculos, con dos o tres compras de cierto volumen ya se amortiza el coste de la suscripción.

Y no es una cuestión menor. Según la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE), una familia con un celíaco puede incrementar su gasto en la cesta de la compra en casi 22 euros más a la semana, lo que supone un gasto medio anual extra de 1.000 euros. “No solo es más caro, sino que muchas veces los productos para celíacos están descompensados porque para suplir la ausencia de gluten se añaden azúcar y grasas para dar más sabor o textura, con lo que se altera el valor nutricional del producto”. Por eso también incluyen una ficha muy intuitiva que permite ver de un vistazo la densidad nutricional del producto.

Ejemplo de ficha nutricional de un producto

BASE DE DATOS INTELIGENTE

Con una oferta de mercado tan extensa, Smartfooding ha desarrollado una base de datos inteligente para clasificar y catalogar los productos. “A partir de la ficha técnica de los fabricantes, introducimos toda una serie de parámetros en la base de datos y hace sus propios cálculos para saber si algún ingrediente es susceptible de contener gluten o lactosa, por ejemplo, o si son fuente de fibra, vitaminas o minerales”, señala Raksanyi. Con esta información, que parte de homologaciones y certificados oficiales, genera automáticamente unos iconos que luego son visibles en la ficha nutricional del producto.

Con este proceso el cliente con necesidades especiales puede saber si unos cereales tienen un alto contenido en fibra o si un muesli es rico en hierro. Raksanyi trabajó en el Grupo Danone desarrollando productos, por lo que sabe perfectamente las restricciones de espacio que hay en las etiquetas para poner la información nutricional, que muchas veces se convierte en un jeroglífico para la gente que no está especializada en nutrición. “Algunos estudios aseguran que el 85% de las personas no sabe interpretar una etiqueta nutricional, así que nosotros les ayudamos a hacerlo”.



UN PROYECTO COLABORATIVO

Otro de los atractivos de Smartfooding es que se trata de un proyecto colaborativo en el que se han implicado nutricionistas, distribuidores, fabricantes y consumidores. “En cuatro meses hemos llegado a 200 usuarios activos y tenemos una comunidad de más de 2.000 personas con los que estamos en contacto permanente”, asegura. Para ellos la parte de la comunidad es muy importante porque les permite identificar nuevos artículos, valorar los mejores productos y compartir recetas. “Si un usuario encuentra un pan sin gluten muy bueno, nos lo dice y nosotros podemos evaluarlo para incorporarlo al catálogo”. 

Por ahora, la startup se centra solo en el mercado español, pero en unos meses abrirá una ronda de financiación para entrar en otros nichos de mercado como la higiene personal y acometer una expansión internacional. “Es un concepto de negocio que se basa en el volumen y tiene mucho sentido ir a otros países europeos donde la compra online de productos de alimentación está mucho más extendida”. En España, por ejemplo, el comercio electrónico solo representa el 1% del volumen de negocio de sector alimentario, mientras que en Francia ya es del 5% y en Reino Unido del 7%.

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