Barcelona recaudará este año unos 12 millones de euros por la tasa turística, el impuesto especial que pagan los visitantes a la ciudad por alojarse en hoteles, apartamentos y pisos turísticos y que el Ayuntamiento destina en parte a mejorar la convivencia con los barceloneses y a revitalizar barrios. A través de esta tasa, el sector turístico, que aporta el 15% del PIB de la ciudad y es el principal generador de nuevos empleos, también financia numerosas actuaciones municipales que contribuyen a minimizar su impacto social.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha defendido en numerosas ocasiones la necesidad de que exista la tasa (que creó la Generalitat en 2012) para compensar los servicios que usan los turistas y “redistribuir la riqueza generada por el turismo”. En lo que va de año, el consistorio ha emprendido numerosos proyectos financiados por este impuesto, como el refuerzo de las líneas de autobús que van a la Barceloneta, la dinamización de las plazas de Gràcia o el despliegue de agentes cívicos en zonas de alta concentración turística. Se trata de medidas de “microcirugía” que permiten mejorar la vida de los residentes.
¿EN QUÉ SE GASTA LA TASA TURÍSTICA?
La tasa turística, que es el nombre mediático que recibe el Impuesto sobre las Estancias en Establecimientos Turísticos (IEET), se reparte desde este año al 50% entre el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Catalunya (antes era un 30% para las administraciones locales y el resto para el Govern). En total, desde 2012 se han obtenido 90 millones de euros por este concepto. Con este nuevo reparto, Barcelona, que en 2016 recaudó 24 millones de euros, pasaría a percibir unos 12 millones, que podrían ser algo más en función de cómo evolucione la temporada veraniega.
En total, desde 2012 se han recaudado 90 millones de euros en concepto de tasa turística, que se reparten el Ayuntamiento y la Generalitat
El año pasado la ciudad obtuvo 7,9 millones, de los cuales aproximadamente la mitad se destinaron al consorcio Turisme de Barcelona para promocionar la ciudad y el resto a proyectos con retorno social para los vecinos. El más cuantioso es el refuerzo de los servicios de autobús en las playas y el centro de la ciudad (líneas D20, 59, V15 y 39), que costará 1,2 millones y permitirá mejorar las frecuencias de paso y la capacidad de las líneas, muy saturadas en periodos estivales. TMB no descarta ampliar el refuerzo a otras zonas de la ciudad que también se financiarán con aportaciones de la tasa.
Otro de los proyectos estrella es la dinamización de las plazas de Gràcia, que contarán con 161.000 euros del IEET para sufragar los gastos de las distintas actividades y dinámicas que se llevan a cabo en verano y Navidad en las plazas. Se trata de talleres y actividades infantiles y familiares, así como medidas de concienciación para la convivencia en el espacio público. En esta línea, el Ayuntamiento también usa los fondos de la tasa turística para costear el centenar de agentes cívicos desplegados en zonas como la Sagrada Família, la Font de Montjuïc o el Park Güell para evitar problemas de incivismo.
CAMBIOS EN LA TASA
En medio del acalorado debate sobre la transición hacia un modelo de turismo más sostenible y calidad, la tasa turística ha sufrido numerosos cambios para adaptarse mejor a las necesidades de las ciudades y responder a las demandas de un mayor retorno para los vecinos. Además del incremento del 30% al 50% del porcentaje que reciben los ayuntamientos, la tasa que pagan los pisos turísticos se ha equiparado a las de los hoteles de 5 estrellas, que tienen una tarifa de 2,25 euros, la misma que pagan los cruceristas que embarcan y desembarcan en Barcelona. Asimismo, los cruceristas que están de paso y están en la ciudad menos de 12 horas, también pagarán a partir de ahora una tasa de 0,65 euros.
Por su parte, el Ayuntamiento ha tomado dos decisiones importantes destinadas a aumentar los fondos disponibles para minimizar el impacto del turismo. La primera, limitar la aportación que hace a Turisme de Barcelona. A partir de este año, el consorcio recibirá un máximo de 4,5 millones de euros para la promoción turística y el resto se destinará a medidas que reviertan en la calidad de vida de los barceloneses. Además, el consistorio trabajará con el consorcio para que sus campañas estén enfocadas hacia un turismo responsable y sostenible.
Y la segunda es la creación de una tasa a los operadores turísticos para gravar a los visitantes que no pernoctan en la ciudad, que se calcula son unos 13 millones de personas (de esta cifra hay que descontar a los cruceristas, que ya tienen su propia tasa). La propuesta, presentada por el Grup Municipal Demòcrata, fue aprobada en la comisión de Economía y Hacienda con el apoyo de todos los grupos excepto PP y Cs, que se abstuvieron. La nueva tasa, que debería entrar en vigor en 2018, es para los turistas que visitan la ciudad unas pocas horas y que “no tienen tiempo de consumir y hacer gasto, pero la colapsan”, según explicó la concejal demócrata Sònia Recasens.
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