“Sería una catástrofe que el Mobile abandonase Barcelona”
Roger Pallarols, director general del Gremi de Restauració de Barcelona, advierte sobre las graves consecuencias que acarrearía quedarse sin el gran evento de la telefonía
26 febrero, 2018 13:19Noticias relacionadas
(Aviso al lector: esta entrevista se realizó antes de que Ada Colau y Roger Torrent, entre otros altos cargos públicos, anunciasen que no asistirían a las recepciones oficiales del Rey Felipe VI en Barcelona con motivo del Mobile)
¿Optimista o pesimista? Sencillamente, “preocupado”. Así dice estar estos días Roger Pallarols, director general del Gremi de Restauració de Barcelona y que previamente ocupó varios cargos municipales como miembro del Grup Municipal Socialista. No es para menos, con el Mobile World Congress (MWC) a la vuelta de la esquina. Le preocupa cómo va a desarrollarse la presente edición del mayor evento internacional, y con mayor repercusión económica, que se celebra en la ciudad.
¿Se imagina a Barcelona sin su Mobile?
No, no quiero ni imaginármelo… Lo de Barcelona y el Mobile es casi como un noviazgo. Esta es ya la decimotercera edición y las dos partes se entienden muy bien, más allá de que exista un contrato renovado hasta 2023. Es un caso de ‘win-win’ clásico. Tienen la misma identidad, se entienden y comparten beneficios. Los congresistas conocen Barcelona después de tantos años y tienen una opinión magnífica de ella, porque encuentran todo lo que pueden esperar en un evento de estas características. Sería una catástrofe que el Mobile nos abandonase.
Debe haber otras ciudades esperando la oportunidad de hacerse con él.
Claro, porque es un bombón para cualquiera. Hay ciudades europeas que darían lo que fuese por organizar el Mobile y tienen una envidia sana de Barcelona. Por eso, todo lo que está ocurriendo aquí debería hacernos recapacitar. Los ‘gritos’ de alerta que venimos oyendo en los últimos tiempos deberían hacernos reflexionar sobre lo que está en juego.
¿Y qué está en juego?
No es sólo lo que aporta cada año la celebración del evento, que es mucho: más de 100.000 visitantes, hoteles y restaurantes llenos, el transporte trabajando a tope, o miles de contratos laborables que, aunque de tiempo parcial, son un maná. Eso, de por sí, ya es muy importante, pero lo será más aún si GSMA, la propietaria del evento, se cansa de lo que pasa aquí y se lo lleva a otro sitio. Porque si se va el Mobile, será una señal de alarma. ¿Quién querrá venir después a Barcelona? Será como una llamada internacional que pondrá en cuestión a la ciudad y su oferta. Estamos en un mundo globalizado, para lo bueno o para lo malo. Es así, y si cometes errores lo puedes pagar muy caro.
“Los poderes públicos no han combatido la turismofobia”
Un ejemplo.
Hace poco, la CNN incluyó a Barcelona entre las doce ciudades que no había que visitar. La mezcla del efecto del atentado de agosto, de la famosa jornada del 1 de Octubre y de la tensa situación política, ha sido un mal cóctel. Seguro que no era para tanto, pero la imagen quedó tocada. Que la CNN haga un listado de lugares a los que no viajar y te incluya es un golpe muy fuerte, porque es una cadena televisiva que se ve en todo el mundo, y la repercusión es global.
¿Conclusión?
El Mobile nos salva cada año de la temporada baja antes de que empiece la buena, la de primavera-verano. Venimos mal, de un final de 2107 conflictivo que ha recortado la cuenta de resultados de todos los sectores relacionados con el turismo, que es un pilar de nuestra economía y la envidia de muchas otras ciudades. La ‘turismofobia’ ha hecho mucho daño, y, en mi opinión, los poderes públicos no han hecho los deberes para combatirla.
¿En qué sentido?
No han ayudado a rebajar la tensión, más bien al contrario. El momento político es especialmente convulso y se ha creado crispación, cuando lo que necesitamos es lo contrario. La falta de tranquilidad pone en peligro la creación de riqueza, la recuperación económica y laboral. Claro que no hay que renunciar a hacer política, pero está faltando responsabilidad.
“La incerteza está haciendo mucho daño a nuestra ciudad”
¿Haber perdido la posibilidad de albergar la EMA (Agencia Europea de Medicamentos) sería comparable con el Mobile?
Parecido, pero diferente. El Mobile ya está aquí, mientras que la EMA era una posibilidad. Otra diferencia es que el Mobile dura una semana, mientras que la EMA sería para siempre: miles de profesionales que visitarían en cualquier momento la ciudad, sin contar con los cientos de trabajadores que vivirían aquí. A propósito, también tengo mis dudas de que la ciudad haya hecho lo que tenía que hacer para lograr la candidatura.
Por ciudad se refiere a quien manda en el consistorio...
Claro. Los últimos alcaldes de Barcelona siempre han hecho bien su trabajo. Su mensaje era nítido, y no como ahora. Primero las críticas, luego no batallar por el proyecto, más tarde la turismofobia. Total, que a un mes de la votación, la impresión era que la ENA no sería bien recibida. ¡Y eso que los trabajadores europeos estaban encantados con que Barcelona fuese la elegida! Me parece una actitud obviamente irresponsable de quienes tienen el poder municipal.
Preocupante, pues.
Muy preocupante para que Barcelona no decrezca. La preolímpica no era mejor, pero 25 años de trabajo y de voluntad nos llevaron al éxito, permitiendo incluso que en plena crisis su ratio económico fuese mejor que el del resto de España.
La polémica sobre las terrazas tampoco ha ayudado mucho, ¿no?
Es un revés más. Si venimos de una crisis, es sumar más crisis. Hemos tenido que esperar tres años para llegar a un pacto, pero aún no está solucionado porque las asociaciones de vecinos vuelven a pedir retocarlo. En mi opinión, representan a un sector minoritario de la ciudadanía barcelonesa, pero tienen mucho poder. Habría que explicarle bien al barcelonés de a pie que si recortamos el consumo turístico perderemos todos: empresarios, trabajadores y ciudadanos. Si algunos prefieren desacelerar la economía, puedo respetar su opinión, pero que no cuenten con los que queremos crear riqueza para vivir mejor. Una de las claves del éxito de Barcelona ha sido la cooperación entre los sectores público y privado, la complicidad entre las dos partes. Se puede llegar a un acuerdo y colaborar con un único fin: lo mejor para Barcelona.
Pero se llegó a un principio de acuerdo con el Ayuntamiento, ¿no?
Sí, afortunadamente creo que el gobierno de la ciudad se ha dado cuenta del escenario al que nos dirigíamos. Un ejemplo es el pacto de las terrazas y otro, que me parece muy positivo, el reordenamiento del Port Olímpic, que es justo y necesario hacer. En ese sentido, son de los pocos guiños favorables que constato. Ojalá sea el principio de un cambio desde la Plaça Sant Jaume.
“Destruir es fácil, lo difícil es construir”
¿Qué supone el turismo para Barcelona?
Es un sector transcendental, y muy especial. Crea riqueza y ocupación, y, sin embargo, es costoso para quien se dedica a él. Hablo de la pequeña y mediana empresa. A pesar de lo que algunos puedan pensar, es una industria cara, porque requiere mucho personal y mucho mantenimiento, por lo que el margen de beneficio es escaso. Así que si pones en riesgo el turismo, su facturación será más pobre y afectará a toda la ciudad. Además, es un mercado muy competitivo y temporal. En definitiva: si ponemos palos a las ruedas, el turismo, y en nuestro caso la restauración, no será viable.
¿Tenemos rivales en España?
Creo que no, que son las ciudades de otros países. Nos miran con recelo y admiración. Las del norte de Europa no cuentan porque son ciudades frías. Nuestro perfil sería más mediterráneo. Es el caso de los cruceros. Eligen Barcelona y van a seguir visitando nuestro puerto. Entonces, ¿por qué provocar que no vengan? Estamos enviando un mensaje de que no son bienvenidos. Es un grupo minoritario, pero hacen que cale. Es como si algunos quisieran que Barcelona renegase de su éxito, cuando es una ciudad pequeña del sur de Europa capaz de tratar de tú a tú a megalópolis como Nueva York, Londres o Tokio. No podemos arriesgarnos a perder ese posicionamiento que tanto ha costado, porque destruir es fácil, lo difícil es construir.
¿Pesimista, entonces, de cara al futuro?
Como decía al principio, estoy preocupado. Barcelona lo tiene todo para seguir donde está y para recuperarse de lo que le pasa ahora. Su posicionamiento globalizador sigue siendo bueno. Sin ser capital de un estado, es una gran ciudad con mar, un destino seguro (no es la única que ha sufrido un atentado), que genera confianza, con una excelente ecuación calidad-precio, una sensacional oferta gastronómica… Pero en la actualidad, la incerteza le está haciendo daño, mucho.
De ahí lo del Mobile.
Claro. La mitad del turismo en Barcelona lo generan los congresos; la otra es vacacional. Y el congresista es ‘miedoso’. Si observa problemas, que la cosa ya no funciona, preferirá otro destino. Hasta ahora, venir a Barcelona es algo que desean todos, y conseguimos atraerlos a base de gracia, talento y buen hacer. El éxito está ahí, pero si lo olvidamos, si nos miramos el ombligo, nos llevaremos muchos sustos. El reto, para mí, es recuperar el posicionamiento, la marca de ciudad que afortunadamente todavía conservamos. Cuando sales fuera ves que la marca Barcelona es incluso más potente que la de España y, desde luego, que la de Catalunya. Se lo he dicho hasta a políticos del gobierno español. La marca Barcelona es un caso singular, porque tiene representatividad corporativa. Pocas ciudades del mundo pueden alardear de algo parecido.
“No hay que renunciar a hacer política, pero ha faltado responsabilidad”
¿Puede perder Barcelona su status?
Estamos en un momento crucial, en el que nos jugamos el todo o nada. Si nos equivocamos, podemos perder todo lo que se ha ganado en los últimos 35 años a base de mucho trabajo. Considero que es el momento de dar un nuevo golpe de efecto, de lanzar un proyecto ambicioso. El Ayuntamiento de Barcelona debería articular un plan de choque para convertir a la ciudad en una ‘business friendly city’ para emprendedores, para las nuevas tecnologías; mandar un mensaje contrario al que estamos dando ahora, de debilidad y desasosiego. Aún estamos a tiempo de parar esta deriva, pero los políticos hablan mucho y hacen poco…
¿Entonces, hay que volver al pasado?
A lo bueno del pasado. Apostar por organizar los JJOO de 1992 fue clave. Aquello transformó la ciudad y nos puso en el mapa mundial. Aquellos políticos supieron intuir lo que había en juego a nivel global, y que Barcelona tenía la gran oportunidad de jugar en la Champions. Pondré otro ejemplo: la construcción de hoteles. No habría que poner trabas. Sentémonos y hablemos. No puede ser que vuelva a pasar lo de la cadena Four Seasons, que al final se ha ido a Madrid cuando su primera opción era Barcelona. Madrid y otras ciudades se están dinamizando, y algunos negocios que tenía Barcelona se van a ir. No podemos quedarnos de brazos cruzados de cara al 2019.
“Tiene que haber un cambio de actitud en el gobierno del equipo Colau”
¿Qué pediría a los que mandan?
Tiene que haber un cambio de actitud en el gobierno del equipo Colau. La situación es seria y hay que priorizar BCN por encima de todos. Hay que hacer grandes pactos de ciudad, conseguir un amplio compromiso, una amplia alianza en el consistorio. Diría más: es exigible que lo hagan. Los partidos deben reflexionar, no pensar sólo en su propio éxito, sino en el de toda la ciudad. Ser cómplices. Barcelona se la juega y yo no quiero una ciudad más pobre. Hay que recuperar el espíritu, la cooperación y el liderazgo de Barcelona.
O sea que…
Que si esto sigue así, ‘patirem’. Espero que no lleguemos tarde…