"Ciudad con turismo, pero no turística". Esta es la máxima defendida por el alcalde Jaume Collboni, cuyo gobierno municipal se ha desmarcado de los posicionamientos turismofóbicos del Ejecutivo barcelonés predecesor, pero sin dar rienda suelta a la actividad turística. El foco está puesto en la atracción del visitante de calidad, cuya aportación a la urbe supere con creces las externalidades negativas que pueda comportar. Es decir, más turistas en hoteles y, por tanto, la posibilidad de que todos obtengan beneficios de ello. También el Ayuntamiento de Barcelona.
El primer gran paso del edil para lograr esta dinámica ha sido anunciar la supresión de los pisos turísticos. El cierre de unas 10.000 viviendas de esta tipología en 2028, medida no exenta de polémica, puede disuadir a ciertos perfiles de visitantes, al mismo tiempo que redirigir a otros hacia la oferta hotelera.
Este sector pasa, tras el batacazo propiciado por la pandemia, por un momento sin precedentes. El Gremi d'Hotels de Barcelona despejó cualquier duda sobre ello este jueves, cuando auguró un cierre de año con una facturación récord. Conscientes de estas cifras positivas, y con un evidente margen de mejora cuando los pisos turísticos dejen de ser competencia, el Ayuntamiento podría exprimir la atracción del sector hotelero para dar impulso a sus proyectos de ciudad.
Precio récord
Los hoteleros han vivido un verano de récord en Barcelona. Con un precio medio de 190,20 euros por noche, una cifra que dista de los 150,10 euros por pernoctación de 2023, los alojamientos han alcanzado su coste máximo histórico en la capital catalana.
Los hoteles barceloneses alojaron, en los meses de julio y agosto, a 45.000 clientes menos que en el mismo periodo del año pasado, unas cifras que no han resultado un problema para el sector. “Estamos en una dinámica positiva que cimenta la fortaleza de la marca Barcelona a nivel internacional”, aseguró este jueves Jordi Clos, presidente de la patronal hotelera, quien auguró una finalización de año con resultados económicos inéditos.
Tasa turística
A la espera de la cifra alcanzada este verano, el Ayuntamiento recaudó 102 millones de euros procedentes de la tasa turística en la temporada estival de 2023, convirtiéndose así en la tercera fuente de ingresos para el consistorio barcelonés. Jordi Valls, teniente de alcalde de Economía, detalló que la cuantía recaudada con este tributo se reparte entre promoción de la ciudad, realización de proyectos culturales o actividades en distritos, y gestión del impacto turístico.
A modo de ejemplo, la partida lograda el año pasado se aplicará a cerca de medio centenar de proyectos que se desarrollen en 2024, como las visitas guiadas en la Modelo, la iluminación navideña o trabajos en las inmediaciones de la Sagrada Família y los bunkers del Carmel.
El pasado mes de julio, Barcelona dio luz verde una subida del recargo municipal relativo a la tasa turística hasta su nivel máximo. El trámite, que se oficializará a finales de año, conllevará que los 3,25 euros que se pagan por persona y noche pasen a ser cuatro euros. El gobierno municipal, incluso, llegó más lejos al reclamar que la Generalitat elimine “el tope legal que limita el impuesto”, una petición que se encuentra en manos del Ejecutivo de Salvador Illa.
Incrementar ingresos
La voluntad del gobierno barcelonés para la supresión del límite en el impuesto turístico busca seguir la línea marcada por otras ciudades europeas, especialmente italianas, que obtienen un beneficio mucho mayor mediante este tributo.
Así lo explicó Collboni en la presentación del libro La República Verde, creación del excomisionado de Promoción de Ciudad del Ayuntamiento, Pau Solanilla, un acto que contó con la participación de Metrópoli. El alcalde aseguró que estas urbes han echado el freno a los pisos turísticos, al mismo tiempo que cobran un impuesto turístico más elevado, un potenciador de turismo cualitativo.
El líder socialista, que afirmó en que "la ciudad tiene límites" en materia turística, hizo especial hincapié en la idea de que "hay margen" para que la ciudad pueda incrementar el tributo y generar ingresos que alimenten los proyectos de ciudad. Una apuesta en la que los hoteles juegan un papel aliado para lograr que el consistorio dispare su recaudación en los próximos años, especialmente con los apartamentos turísticos fuera de juego. Aunque fuentes del sector muestran su preocupación por ese posible aumento.