Stuart es una plataforma tecnológica de mensajería que ha revolucionado los envíos de última milla. Fundada hace siete años a caballo entre Barcelona y París, la empresa ofrece sus servicios en horarios flexibles y precios competitivos. Capitaneada por Damien Bon, la compañía opera en España, Francia, Reino Unido, Italia, Portugal y Polonia. Hablamos con el director de operaciones de Stuart España, Ilias Allali.
¿Cómo y cuándo nace la empresa?
Stuart se fundó en el año 2015 con el objetivo de conectar los comercios con una flota de mensajeros. Nació a caballo entre Barcelona y París y el hub lo tenemos aquí en la capital catalana. La empresa ha ido evolucionando, pero nace para ser un negocio de última milla. A medida que hemos ido creciendo no solo hemos apostado por el food delivery, sino que hemos ido apostando por supermercados o retail.
¿Puedes comprar productos a través de Stuart?
No puedes adquirir una pizza o unos zapatos, nosotros encontramos la solución tecnológica y logística a empresas que deseen externalizar su servicio. Stuart es muy diferente de otros marketplaces que te puedas encontrar en Barcelona o en otras ciudades, ya que somos un negocio B2B (business-to-business).
¿Qué ofrecéis?
Nuestro producto básico es trasladar un pedido, sea cual sea. El objetivo es ser capaces de optimizar los recursos y de tener el precio más competitivo. Optimizamos las necesidades de esta red de empresas con la finalidad de trasladar cosas de un punto a otro.
¿Cuál es el tiempo medio de las entregas?
Ofrecemos franjas a conveniencia. Si el cliente quiere que el paquete llegue en un cuarto de hora, llegará, aunque el pedido puede llegar cuando quiera. Más que rapidez hablamos de conveniencia. El food delivery es inmediatez, pero en nuestro caso no. El horario es de 7:00 horas hasta medianoche todos los días de la semana, así que los recibos se pueden personalizar.
¿Disponéis de vehículos propios?
Contamos con una flota de bicicletas, motos, furgonetas y vehículos para desplazarse por el centro de la ciudad. La moto es lo que más flexibilidad nos da y es el que más tenemos.
¿Cuál es vuestra competencia?
Empresa 100% igual a la nuestra no existe. Stuart hace una apuesta clara por la tecnología y enfocada al B2B. Nos encontramos con compañías que proporcionan una solución logística pero sin tecnología. Nosotros no tenemos albaranes, por poner un ejemplo. Desde el minuto uno que arrancó el negocio estaba todo enfocado a la tecnología y a los servicios.
¿Dónde operáis?
Estamos presentes en todos los distritos de Barcelona y el área metropolitana. Además, operamos en un total de seis países y 150 ciudades.
¿Los repartidores son autónomos?
Desde la entrada en vigor de la Ley Rider, Stuart ha apostado por la transición hacia un modelo employee, en el cual la plantilla de repartidores sea asalariada. No obstante, es importante mencionar que la mayoría de repartidores no quieren ser asalariados, sino que prefieren ser autónomos. Muchos riders decidieron abandonar la empresa porque no estaban de acuerdo con la medida y ahora nos los encontramos colaborando en otras plataformas que quizás no están aplicando este cambio. Al final un repartidor lo que quiere es la máxima flexibilidad con los mejores beneficios sociales. En este sentido, creemos que falta más diálogo del sector con las administraciones, ya que el margen de tres meses para aplicar la ley fue muy pequeño, aunque nosotros supimos identificar también las oportunidades y apostamos por la expansión pese a las circunstancias.
¿Cuántos clientes tenéis?
En España contamos con más de 20.000 clientes y respecto al año pasado hemos crecido un 50% en pedidos.
¿Qué objetivos tenéis a corto plazo?
Seguir creciendo, consolidar el modelo de negocio y hacer una clara apuesta por la expansión. El objetivo al final es ser líderes. Debemos consolidar el modelo, ir a empresas más tradicionales y ayudarlas a cambiar.
¿Cómo os afectó la pandemia?
Cuando estalló el covid los riders eran prácticamente un servicio primordial de la economía porque sino la gente no recibía los pedidos. Ahora que ha acabado el coronavirus ha desaparecido esa idea. Eso nos enseña una doble moral: los repartidores se utilizaron y ayudaron mucho a reducir la interacción para que todos tuvieran esos bienes y después se ha abandonado al colectivo. Nosotros siempre ponemos en primer término al repartidor y si no se siente cómodo se trata el problema. Un ejemplo sería la nevada en Madrid. Cerramos los servicios y fuimos la última plataforma en abrir. Hubo compañías que abrieron al día siguiente, nosotros abrimos cuando consideramos que era seguro. Otro ejemplo en Barcelona fueron las manifestaciones. Había empresas que operaban aunque algunas calles como vía Laietana estuvieran cerradas. Así no se puede trabajar... Con el covid pasó lo mismo, siempre garantizando la seguridad de los riders.
¿Se han puesto en contacto con vosotros desde las administraciones públicas?
Desde que Stuart arrancó hemos intentado hablar con administraciones de todos los colores políticos y no ha sido fácil. Los tipos de regulaciones dependen de muchos estamentos políticos y esto dificulta la negociación. Debería existir mucha más colaboración entre el sector privado y el público.