Plaza de Urquinaona con la calle de Pau Claris. Casi en la esquina, aprovechando un saliente de una tienda de audífonos, un hombre y una mujer ya mayores han instalado su vivienda en plena calle. La estampa es cruda. Colchones, maletas empotradas junto a la fachada, zapatillas, un vaso con agua... La pareja, de origen rumano, lleva en este punto del Eixample, al menos desde febrero del 2017, según algunos comerciantes, con la excepción de cuando son desalojados por la policía, aunque a las pocas horas vuelven a la que consideran su casa.
La imagen no es nueva. Cada vez se ven más personas sin techo en Barcelona que se instalan en un punto fijo de la ciudad con todos sus enseres y ya no se mueven de él. Hay decenas. Los hay en la calle de Goya, en Gràcia, en los jardines Jaume Vicens Vives de Les Corts. En pleno centro, la situación se repite junto a la sede de Movistar, al lado del Deutsche Bank y la óptica Alain Afflelou de la plaza de Catalunya. Allí, en apenas una travesía, tres sin techo bastante jóvenes conviven desde hace meses ante las miradas de las ordas de turistas que a diario pasan por la zona. Alguno desaparece algunos días, pero acaba volviendo.
Junto al edificio de Movistar, uno de los chicos lee un libro mientras acaricia uno de sus dos perros. Justo al lado tiene un tupper y una botella de té frio. Las bolsas llenan un carrito de bebé sin bebé. El colchón donde duerme está recostado en la pared. A pocos metros, otro de los sin techo parece dormir. Éste no tiene ni colchón, y las mantas es lo único que separa su cuerpo del suelo frio. Al lado tiene el papel de váter. Una dependienta de un comercio se acerca y le ofrece una taza con alguna bebida caliente. "Tiene una pierna muy mal, cangrenada diría", comenta una trabajadora de la limpieza. En ocasiones, acuden los servicios sociales municipales, pero esta persona rechaza la ayuda, añade la misma empleada.
VEINTE AÑOS MENOS DE VIDA
Según el último recuento municipal en Barcelona hay oficialmente 1.026 personas que duermen al raso. La cifra ha crecido un 56% en la última década. En 2008 eran 658. Otros 1.954 pernoctan en pisos sociales o equipamientos públicos o de entidades. En total, en la capital catalana, cerca de 3.000 personas no tienen hogar. Los sin techo suelen vivir de media en Barcelona unos 59 años, veinte menos que el resto de la población, y muchos sufren algun tipo de enfermedad crónica y adicción al alcohol.
"La calle mata", dice Miki, un sin techo de 31 años. Miki es sevillano. Lleva dos años en Barcelona y seis meses en la calle. Antes era diseñador gráfico. A la calle se puede llegar por distintos motivos: la pérdida del trabajo, la imposibilidad de pagar el piso, por desamor, un cúmulo de circunstancias... Hay personas sin techo que trabajan, pero lo que ganan no les da para nada y se ven obligados a vivir en un albergue.
Desde hace dos meses, los setos de la plaza de Catalunya se han convertido en una acampada reivindicativa de personas sin techo que convive con un campamento de independentistas que reclama la libertad de los políticos presos y un nuevo Govern de la Generalitat. Los sin techo se instalaron en el centro de la ciudad en febrero, coincidiendo con el Mobile, y ahora son más de 50. Antes se congregaron en la iglesia de Santa Anna, después en la plaza de Sant Jaume, de donde les desalojaron
VIVIENDA DIGNA
"Reclamamos una vivienda digna. Quizá nadie se acuerde, pero es lo que dice la Constitución. Todos tenemos derecho a una vivienda", subraya Miki, convertido en portavoz del colectivo. Miki asegura que los servicios sociales no se han acercado por ahora a la plaza de Catalunya. "Nos dicen que vayamos al centro de servicios sociales de la calle de Pujades". Desde el Ayuntamiento niegan las acusaciones y afirman que se ha ofrecido a estas personas los servicios municipales de atención social. A quienes sí que vemos es a la Guàrdia Urbana. Viene cada dos o tres días a hacer un recuento y cuando hay algún problema", añade Miki.
Algunas de estas personas están enfermas, con fiebre e infecciones. Miki no para de toser. El invierno ha sido frío y largo. De noche, la temperatura no supera los 5º. Los servicios de limpieza municipales que operan en la plaza de Catalunya dicen que la suciedad se ha triplicado y que hay una plaga de ratas. Miki achaca la suciedad a los turistas y al McDonalds.
Día tras día, el número de personas sin techo crece en la céntrica plaza. La mayoría prefiere la plaza a la soledad de un cajero automático. "Juntos somos más fuertes", apunta Miki. Hace unos pocos días, el concejal del PP, Alberto Fernández, denunció la degradación del entorno y reclamó el desalojo. Una vez más, parece, la situación ha superado al gobierno de Ada Colau. Por ahora no hay ni respuesta social, ni política, ni policial.
Un gran cartel saluda a los visitantes de la plaza de Catalunya, muchos de ellos turistas que inmortalizan la acampada en móviles de última generación: "Bienvenidos a la república independiente de nuestra casa", reza una pancarta, parafraseando el eslogan de Ikea.