El sexo de pago sigue en Barcelona pese al contexto de reclusión tras el decreto del estado de alarma, ordenado por el Gobierno de España a mediados de marzo. Aunque, en estos momentos, lo hace con más discreción y con el enfado de los clubes, que critican el "dinero negro, falta de higiene contra la pandemia y control policial".
Según afirma una de las reinas del ocio para caballeros de la capital catalana a Crónica Global, "es un escándalo que los clubes de alterne, discotecas y strip clubs hayan tenido que cerrar por el decreto de estado de alarma y sucesivos y que los pisos de prostitutas continúen funcionando como si nada. No pagan ni un impuesto, es todo dinero negro y, huelga decir, no hay control alguno contra el virus [del SARS-CoV-2]", afirma.
Concretamente, la industria de clubes para ellos de la Ciudad Condal cerró el pasado sábado 14 de marzo, cuando el Consejo de Ministros aprobó las restricciones económicas y de movilidad contra el virus. Y eso que muchos de ellos tenían salvaguardas: controles de temperatura y hasta enfermeras en la puerta. No fue suficiente. La policía llevó a cabo controles masivos para cerrarlos y "se presentó a las 3h de la madrugada, cinco horas después de que el decreto se publicara en el Boletín Oficial del Estado (BOE)", narran las mismas voces.
ERROR ESTRATÉGICO
Los agentes se personaron en estos espacios pero nadie pensó en los pisos. Es lo que denuncia una histórica del sexo de la ciudad. "¿Por qué nadie controla que portales como Nuevoloquo.com o Pasion.com tengan anuncios de chicas que te atienden con discreción durante el encierro? Quién controla la transmisión del virus en ese entorno? Cuando nosotros reabramos, lo haremos con fuertes medidas de distanciamiento y aforo, ya que somos establecimientos de pública concurrencia. ¿Y los pisos? ¿Quién controla que un señor vaya al súper y eche una canita al aire? Porque a la familia no lo contará", mantiene la mujer.
Esta directiva señala a prostitutas como Ninaj, que siguen atendiendo en sus pisos en plena pandemia. Cobra 100 euros a la hora y 50 euros cada 30 minutos. Su tarifa la superan profesionales de otros sectores que han aterrizado en la prostitución por el parón económico. Una de ellas es María (nombre ficticio). "Mira, esto lo he hecho solo dos veces. Yo soy abogada, pero con lo del virus este estoy harta. Un día, harta de no facturar, pensé, ¿por qué no me meto a puta? Y lo hice. Y gano más", afirma.
Ella cobra la compañía a 300 euros la hora. "Nadie me obliga y te aseguro que me gusta. Ya que estamos aislados, pasémoslo bien", invita. Otras trabajadoras sexuales se han reinventado con el sexo a distancia, mediante webcam o vídeos cortos de Whatsapp. Los clubs sugieren retomar los contactos cuando acabe la cuarentena pero el problema es que una minoría de trabajadores y trabajadoras del sexo continúan citándose a ciegas, como si en las calles continuara la actividad. Pero, ¿dónde ejercen estas personas?
UN MERCADO OCULTO
Con los clubes cerrados, la demanda de sexo de pago centrada en los pisos y el turismo noqueado, la industria de la prostitución ha generado otro mercado oculto: el alquiler de apartamentos y habitaciones.
Uno de los que se ha sumado a esta tendencia es Julio, que alquila dos habitaciones "discretas", una de ellas con baño propio, para que prostitutas o gigolós ejerzan sin temor a las posibles multas de las autoridades por saltarse la reclusión. "Estamos en el barrio del Poble Sec. Alquilo dos habitaciones en un piso tranquilo y discreto. Si quieres verlas, te acercas con tu chica como si fuerais al supermercado y las visitáis", advierte.
Este hombre alquila dos habitaciones por 200 y 150 euros a la semana, respectivamente, dependiendo de si el o la trabajador/a sexual quiere baño propio. No le parece importar a este casero el hecho de que el estado de alarma prohíbe este tipo de actividades por riesgo de contagio del Covid-19.
LOS CLUBES, CERRADOS
De esta manera, la prostitución oculta de las antenas de las policías continúa en Barcelona durante el encierro. Lo que sí se ha detenido, salvo excepciones interceptadas por la fuerza pública, es la actividad de los burdeles y clubes de strip tease.
"Lo tenemos todo parado, claro. Estamos aprovechando este tiempo para poner al día nuestra página web y oferta digital, y preparar el después", explica el gerente de un conocido club de Barcelona. Aunque avisa que "cuando se levante el confinamiento, habremos perdido el verano. El turismo estará cerrado o no habrá vuelos, y la gente saldrá, sí, pero ¿después de 15.000 muertos, y en plena depresión económica, habrá ganas de grandes gastos y farras? Yo creo que no", admite.
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