Empiezan a desamiantar unas naves en la Sagrera con okupas dentro
La Guardia Urbana abre un expediente a la propiedad del edificio situado enfrente de un casal de verano
29 julio, 2020 00:00Noticias relacionadas
Un grupo de vecinos de La Sagrera y dos colegios del barrio han puesto el grito de alerta tras los trabajos de desamiantado en unas naves okupadas. El propietario tenía permiso del Ayuntamiento de Barcelona para quitar el material, a partir del 1 de agosto, pero decidió iniciar los trabajos antes de lo previsto, el pasado jueves 23 de julio.
Desde el AMPA de la escuela El Sagrer, situada enfrente, advirtieron al consistorio del peligro de los trabajos para los niños que participan en un casal de verano. Los vecinos también se quejan de que la propiedad, obligada a avisar a los vecinos al menos 48 horas antes de iniciar los trabajos, no lo hicieron. Como consecuencia, la Guardia Urbana abrió un expediente a la empresa por las irregularidades cometidas.
ANTES DE HORA
Los trabajos de desamiantado del tejado de las tres naves, en el número 29 y 31 de la calle de Costa Rica, estaban paralizados debido a la okupación por un grupo de personas que se colaron en el edificio poco antes del estado de alarma, entre febrero y marzo. Sin embargo, el jueves pasado alrededor de las nueve de la mañana tres operarios, enfundados con traje blancos y protecciones en el rostro, empezaron a extraer placas de fibrocimiento.
Un trabajador del casal veraniego avisó a Agustí Pérez, miembro de la asociación de madres y padres del Sagrer, que también fue alertado por varios vecinos que vieron a los trabajadores subidos al terrado. Pérez explica que la propiedad empezó antes de la fecha señalada por el Ayuntamiento (1 de agosto) para "presionar" a los okupas, según le contó una representante de la empresa.
IRREGULARIDAD TÉCNICA
Desde la Asociación de Vecinos la Sagrera, Jaume Matas asegura que los operarios pisaron el amianto, algo que el procedimiento prohíbe. "Hay que poner una capa de pintura para evitar que, si el tejado se rompe, las fibras se deshagan", explica. La respiración de estas fibras resulta altamente peligrosa para la salud y puede provocar enfermedades respiratorias, cáncer de pulmón y cáncer de pleura.
Matas denuncia que la empresa, en ningún caso, avisó a los vecinos. Las naves están rodeadas de diversos edificios altamente poblados. "El problema es que no tenemos una ley de desamiantado. La ley preserva el derecho de cómo han de trabajar los operarios que retiran el material, pero no dice nada de la gente de alrededor", describe. Mientras quitaban el amianto, algunos vecinos tendían la ropa a escasos metros.
EXPEDIENTE
Pérez expresa su decepción después de que el AMPA y los vecinos se hayan pasado este último año avisando al distrito de Sant Andreu de la importancia de estos trabajos. Fuentes municipales señalan que el distrito abrió un "expediente disciplinario" hacia la empresa para que "ajuste los trabajos de demolición a los condicionantes" que contemplaba el permiso.
El consistorio informó a la propiedad de la obligación de dejar el solar limpio, poner una valla normativa y de la prohibición de demoler las naves si había personas en el interior. Como, al menos, esto último se incumplió, la Urbana obligó a detener los trabajos que apenas duraron una hora después de comprobar que las obras ya habían arrancado. La empresa cuenta con la aceptación del Pla de Desamiantatge de la Generalitat.
SEGURIDAD
A los vecinos de la Sagrera les gustaría que la empresa privada propietaria de las naves se le obligara a retirar el amianto con la misma seguridad con la que trabaja estos días Transports Metropolitans de Barcelona (TMB), los 3.000 metros cuadrados del tejado del Taller Central de Material Móvil de Metro. "Lamentablemente no se puede hacer más. Nos gustaría que siguiesen los protocolos de TMB", dice Pérez, en alusión al operador del transporte público. "No podemos pedir una cosa que la Ley no exige", se lamenta.
Los vecinos advierten de la situación en la que se encuentra actualmente el tejado, con algunas placas retiradas, y el peligro que ello supone por el riesgo de que las fibras puedan desprenderse.