Veinte años ya. Este sábado, 21 de noviembre de 2020, se cumplen dos décadas del asesinato de Ernest Lluch, por parte de ETA, en el parking de su domicilio particular, en la avenida Xile de Barcelona.
Lluch, el primer ministro de Sanidad de Felipe González (PSOE), sabía que estaba en el punto de mira de ETA. Poco antes del asesinato había recibido una carta amenazadora del grupo terrorista. Nunca silenció su compromiso por la paz del País Vasco y defendía el diálogo para terminar con la violencia, un posicionamiento que molestaba tanto al gobierno de Aznar como al entorno más radical de ETA. Lluch, además, era un enamorado de San Sebastián, ciudad en la que se instaló en un apartamento situado en primera línea de mar. En la Bahía de la Concha.
ASESINATO DE RUIZ CASADO
En noviembre de 2000, ETA tenía un comando operativo en Barcelona que había matado a José Luis Ruiz Casado, concejal del PP en Sant Adrià del Besòs. Lluch, una persona poliédrica, firme en sus convicciones, un librepensador, se desplazaba por la capital catalana sin escolta. No la quería.
El día 21, hacia las 22:00 horas, Lluch aparcó su coche. Al abrir el maletero para coger su americana, detectó la presencia de dos personas, con las que forcejeó violentamente. Los etarras le dispararon dos balas que deformaron su cara. Una entró por el cuello. La otra, por la sien.
LA MANIFESTACIÓN DE BARCELONA
El anunció del fallecimiento de Lluch se supo hacia la medianoche. Su cuerpo, en el suelo y sin vida, fue encontrado casi dos horas después por un vecino. Antes, los asesinos hicieron explosionar el coche que utilizaron en un descampado, a unos 150 metros de la vivienda de Lluch, y muy cerca de la residencia del entonces presidente del PP en Cataluña, Alberto Fernández Díaz.
El asesinato de Lluch causó un gran impacto en toda España, pero sobre todo en San Sebastián y Barcelona, donde se manifestó casi un millón de personas para expresar su rechazo a la violencia. En la cabeza estaban, entre otros, José María Aznar, presidente del Gobierno español; Jordi Pujol, presidente de la Generalitat; Juan José Ibarretxe, lehendakari; Pasqual Maragall, entonces líder de los socialistas catalanes, y José Luis Rodríguez Zapatero, futuro presidente de España.
AMIGO DE ODÓN ELORZA
La periodista Gemma Nierga, entonces en la SER, homenajeó a su amigo Lluch con un discurso muy emotivo en el que invitaba a los políticos a dialogar con ETA. Sus palabras provocaron un gran revuelo político, muchas críticas desde las filas del PP. Maragall, por su parte, recordó que Lluch era “un amigo del País Vasco”. Uno de los mejores amigos del político catalán era Odón Elorza, entonces alcalde de San Sebastián, a quien siempre apoyó públicamente. Por ejemplo, en un mitin electoral de Elorza en la campaña electoral de 1999 que intentaron reventar los radicales.
Entre los asistentes a la manifestación del 23 de noviembre también estaba Jaume Collboni, hoy líder del PSC en Barcelona y primer teniente de alcalde del Ayuntamiento. Recuerdo el "enorme impacto generacional" que tuvo su legado. "Me acuerdo que ese día dijimos basta a la violencia de ETA, pero seguramente con más fuerza. Estábamos dolidos y marcados por la pérdida de una mente tan brillante y de uno de los grandes defensores del diálogo y la paz en el conflicto vasco", agrega Collboni.
COLLBONI Y EL LEGADO DE LLUCH
El primer teniente de alcalde recalca: "20 años es, sin duda, una buena ocasión para recordar su figura. Pero su legado intelectual y la herencia de su gestión son tan grandes y palpables que es imposible no pensar en él, frecuentemente. Algunas de sus reflexiones siguen vigentes actualmente". Collboni también rememora que Lluch impulsó "la universalización de la sanidad pública en España", un tema muy vigente con la actual crisis del coronavirus.
En los años 80 y 90, ETA sembró el terror en Barcelona. Su atentado más sonado (21 muertos) fue el coche bomba que colocó en el Hipercor de la Meridiana el 19 de junio de 1987. Trece años después mataron a Lluch, un hombre de paz.