El pasado 9 de abril, pocos minutos antes de las 23.00 horas, seis furgones de la Guardia Urbana de Barcelona invaden el paseo de Lluís de Companys. Cuando las luces azules asoman por la céntrica avenida, el cerca de centenar de personas que participan de un macrobotellón abandonan el lugar en cuestión de segundos. Para los agentes de la comisaría de Ciutat Vella empieza una nueva noche de patrullaje. Su misión: hacer cumplir el toque de queda nocturno y las medidas restrictivas para contener la propagación del coronavirus.

Alertados por los vecinos, los agentes realizan tres intervenciones en tres horas. Denuncian a los participantes de una fiesta ilegal, levantan acta en otra juerga multitudinaria y recriminan la actitud de dos grupos de personas en el Port Olímpic que celebran un guateque en sus embarcaciones. Metrópoli Abierta es testigo de las actuaciones policiales llevadas a cabo por una quincena de policías.

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