La historia chabolista que se enquista: "Nos echan, pero nos iremos a otro lugar"
La Guardia Urbana desaloja un asentamiento de barracas enfrente dels Encants donde malvivían unas 20 personas
15 abril, 2021 00:00Noticias relacionadas
Badr El Alaoui (37 años) llegó a Barcelona hace cuatro años. Tras perder su trabajo en la obra, ha vivido gran parte de ese tiempo en la calle. Desde hacía dos meses dormía en el asentamiento chabolista de les Glòries, ubicado enfrente del Mercat dels Encants. La tarde de este miércoles, reclinado sobre su bicicleta, señalaba a una hilera de carros con montañas de ropa y enseres personales. "Allí está mi manta, todo lo demás, la chatarra, lo dejo. Pero la manta no la puedo perder. ¡Hace mucho frío en la calle!", exclama. Este marroquí es una de las 23 personas desalojadas este miércoles por la Guardia Urbana. Los agentes seguían el mandato de un juez que ordenó el desahucio de los barraquistas que ocupaban un solar de propiedad municipal desde finales de 2018.
"Nos echan, pero nos iremos a otro lugar", avisa uno de los hombres sentado cerca de las vías del tranvía. Sobre las 10.30 horas, cuatro furgonetas de la UREP, la unidad de la policía barcelonesa especializada en control de masas, aparcaban enfrente de esta suerte de barrio paralelo, encajonado entre la avenida Meridiana y las vías del tren. Los policías les dejaron varias horas para que recogieran sus objetos personales que iban depositando en la acera. Trabajadores de los servicios sociales del Ayuntamiento coordinaban por la mañana el desalojo.
"A LOS JÓVENES NO NOS AYUDAN"
"Buscarán un lugar para los más mayores, pero a nosotros, los jóvenes, nadie nos ayuda", lamenta El Alaoui. No es la primera vez que lo desalojan. Ya le ocurrió hace un par de años cuando la policía lo echó de un local del Camp de l'Arpa, propiedad del consistorio. Como entonces, este inmigrante se resigna a su nueva situación. "Ahora toca buscarse la vida. ¿Qué puedo hacer? El Ayuntamiento está en su derecho", suelta.
No todos aceptan el desalojo con la misma serenidad. Un hombre que no para de sacar carros del interior reprende a una periodista que graba con su móvil. "Estamos en medio del Ramadán. ¿Dónde vamos ahora?", se queja Hamid Boukili, de 68 años, también marroquí, como la gran mayoría de los chabolistas. Como El Alaoui, Boukili vende chatarra para ganarse la vida. "Un día saco 15 euros, otro 20... A veces nada", relata.
RECHAZAN LOS SERVICIOS SOCIALES
El Ayuntamiento asegura que todas las personas que vivían en el campamento "estaban avisadas y atendidas socialmente con antelación". Todas ellas han recibido información sobre los albergues y recursos disponibles de alojamiento vinculados a los servicios sociales. Todas las personas sin hogar que habitaban este solar han rechazado la ayuda del consistorio, según informan fuentes municipales.
Mina Zaki (60 años), la única mujer del campamento, viste la misma ropa que el 18 de septiembre de 2020, cuando Metrópoli Abierta visitó el interior de las barracas. Se lamenta con los ojos llorosos y dando rodeos sin un rumbo fijo. No habla español y comunicarse con ella resulta imposible. "Lo más probable es que, más tarde, todos se vayan a un bar y allí decidan donde van".
397 PERSONAS VIVEN EN CHABOLAS
Actualmente, 397 personas viven en asentamientos chabolistas en Barcelona distribuidos en 77 ubicaciones. A este fenómeno hay que añadir la cincuentena de personas que habita en naves industriales okupadas, según los cálculos de la entidad Amics del Moviment Quart Món, unos alojamientos que representan un gran peligro para sus inquilinos. Son colectivos muy vulnerables, acostumbrados a tener su espacio, aunque sea en condiciones de máxima insalubridad e inseguridad. La negativa de los 23 chabolistas de Glòries a aceptar los recursos de la administración revela que el actual modelo de atención a las personas sin hogar es mejorable, ya que deja atrás a parte del colectivo.
A las 19.00 horas, poco quedaba ya del asentamiento, donde llegaron a vivir más de 30 personas, según relataban sus habitantes hace seis meses. El campamento era la herencia de otro más grande, ubicado enfrente, en el perímetro que rodeaban las calles Bolívia, Tánger y Pamplona que albergó a unas 60 personas desalojado en verano de 2018. En Navidad de ese año, algunas de estas personas sin hogar convertían el solar localizado justo enfrente en su nueva casa. Tras este nuevo desalojo, lo más probable es que la historia se repita, recordando que el chabolismo es uno de los problemas enquistados de Barcelona.