La Rambla ha sido durante años el espejo del éxito turístico de Barcelona desde la celebración de los Juegos Olímpicos. Calles abarrotadas, tiendas de souvenirs a montones, estatuas, guías turísticos y todo lo que esto conlleva: poco –e incluso nulo– espacio para los barceloneses. No obstante, ya hace más de un año que la situación se ha revertido. El estallido de la pandemia transformó el emblemático paseo que, hasta el confinamiento, no había lucido tan desértico nunca antes. 

A las puertas del verano, la Rambla tiene más de la mitad de sus establecimientos cerrados y la reciente llegada de turistas se empieza a apreciar, sí, pero a cuentagotas. En su lugar, se pueden ver deportistas, ancianos que aprovechan para realizar rutas por los rincones más especiales del barrio Gótico y vecinos de la zona que saben que "pronto no podrán disfrutar más del espacio". Este escenario, totalmente inusual en la capital catalana, aún preocupa a la economía de la mayoría de los comercios por el temor de las pérdidas que supondría pasar "otro verano sin turistas".

La Rambla con mucho menos movimiento del habitual en el mes de mayo / METRÓPOLI



"PROGRESIVA MEJORA"

"Podría pasarme la tarde hablando y probablemente no aparecería ni un comprador", lamenta Juan, un paradista de la calle, a Metrópoli. Según el vendedor, está viviendo una situación que "hace dos años sería inimaginable". Antes, el movimiento no paraba "ni un segundo" y ahora se ven obligados a "sobrevivir" en un día a día muy diferente al que conocían. 

"Desde hace un par de semanas sí que ha llegado algún grupo de franceses", pero las cifras son tan bajas que aún no se puede fijar un balance que refleje una mejoría", explica. No obstante, las esperanzas de cara al futuro son positivas: "en 2020 a estas alturas el panorama era desolador. Ahora al menos estamos observando una progresiva mejora", agradece el comerciante.

LENTA RECUPERACIÓN

Alrededor del quiosco de Juan, que es uno de los pocos que se mantiene, hay muchos comercios con la persiana bajada. "Algunos se turnan los días de trabajo y otros directamente no volverán a abrir nunca más", explica. En otros casos, los souvenirs se han cambiado por fundas de móvil o gafas de sol, pese a que las compras son "infinitamente menores".

Según Fermín Villar, el presidente de Amics de la Rambla, una asociación formada por vecinos y comerciantes de la Rambla y la plaza de Catalunya, "Barcelona se ha acostumbrado al turismo" y eso implica una recuperación "mucho más lenta" tras una situación complicada como esta, al igual que pasó "tras los atentados de 2017".  

Parada cerrada en La Rambla / METRÓPOLI



TURISTAS FRANCESES

Pese a que Villar comenta que no puede hacer una "valoración exacta", por su percepción visual estima que ha vuelto un 15% de los turistas "que normalmente habría durante el mes de mayo". El origen de todos ellos está claramente definido: "la mayoría de los viajeros son franceses y su presencia se intensifica durante el fin de semana".

Actualmente, para salir de Francia "no se aplica ninguna restricción ligada al COVID", por lo que es uno de los destinos "más accesibles" para el turismo francés. Pese a que los viajeros del Reino Unido ya pueden visitar Barcelona, su presencia sigue siendo muy minoritaria, al igual que la de visitantes asiáticos, que también han optado por volver a la Ciudad Condal pero mucho más "poco a poco". 

Vista del puerto de Barcelona, prácticamente vacío, al final de la Rambla / METRÓPOLI



RECUPERACIÓN INSUFICIENTE

Tras largos meses de "brutales pérdidas económicas", los comercios coinciden en que el porcentaje en que ha vuelto el turismo es todavía insuficiente para recuperarse. "Soy incapaz de cifrar todo lo que he perdido", asegura un vendedor que lleva más de 15 años trabajando en el eje. En general, tanto los locales de restauración como los enfocados a la venta de recuerdos de la ciudad, lamentan la "ausencia de cruceros" porque garantizaban un "movimiento constante y rápido" que "permitía operar a todos los establecimientos para suplir la demanda".

No obstante, la nueva realidad de la Rambla también ha despertado un escenario que aparentemente ya esta en marcha: "la necesidad de transformar el tipo de turismo que recibe la capital catalana", asegura Villar. En La Flor de la Rambla, donde se alegran de "atender a clientes barceloneses", consideran que la situación actual "está permitiendo recuperar lo que es realmente la calle" y esperan que "todo esto derive en un cambio".

LA BOQUERÍA, LEJOS DEL ESPLENDOR

La Boquería, el mercado más emblemático de la ciudad, ha vivido su propia transformación dentro de la "desertificación" de la Rambla. Pese a que el Mercat de Sant Josep (nombre oficial) no está enfocado a un público turista, "se ha notado mucho la falta de movimiento de sus pasillos", explica Òscar Ubide, gerente de la Asociación de Comerciantes de la Boquería.

“El mercado tiene que recuperar al público barcelonés perdido, pero no estoy contra los turistas”, advierte Ubide. Por ello, se alegra de que se haya visto "un poco más de animación" en el último mes aunque "queda mucho para llegar" a los objetivos que tenían para recuperar todo lo perdido a raíz de la crisis del coronavirus. 



Panorámica del mercado de la Boquearía desde su entrada principal en La Rambla / PABLO MIRANZO

DEPENDENCIA DEL TURISMO

En la misma línea, el presidente de Amics de la Rambla mantiene que "Barcelona necesita recuperar el turismo sin olvidar a los barceloneses". Según Villar, la situación de "abandono" en la Rambla refleja la "excesiva dependencia del público extranjero de los negocios" de la vía, hecho que percibe desde una mirada crítica porque contribuye a "una pérdida del turismo de calidad". 

Fermín considera que la pandemia "podría ser un punto de partida" para transformar el turismo, pero "si no combatimos prácticas anteriores a la pandemia, será imposible conseguir una mejora". Según el presidente de la asociación, el Ayuntamiento "tiene que acabar con los triciclos que traen a turistas sin control, a los captadores de clubs cannábicos ilegales y todo aquello que ensucie la imagen de la Rambla". Por ello, ahora las esperanzas están puestas sobre una operación organizada junto al consistorio para "revertir la situación antes de la llegada masiva de turistas". 

CAMPAÑA 'BAIXA A LA RAMBLA'

La campaña Baixa a la Rambla tiene el objetivo de transformar las dificultades que supone "la bajada sin precedentes del turismo internacional" en una "oportunidad" para que los barceloneses "recuperen el centro de la ciudad". Según Villar, es un "objetivo a largo plazo", es decir, no solo se pretende que el visitante local recupere la Rambla temporalmente, "sino de manera definitiva". 

Los comerciantes viven la llegada del verano con "incertidumbre" pero, a su vez, con "ilusión". Mientras unos ansían disparar las ventas de recuerdos y otros artilugios al máximo número de turistas posibles, otros, como la dueña de la floristería Plantas H.Benzal, esperan que después de San Juan "se encuentre un equilibro entre los extranjeros y los clientes de proximidad". Así, según cuenta la vendedora, "será la única forma de que la Rambla mantenga su esencia que, "lamentablemente", hace años que se perdió. 

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