A..B.F tiene atemorizado a todo un bloque de viviendas del Clot. En el último año ha provocado varios incendios en las puertas de los domicilios y también en un rellano. Este "pirómano", como lo define una vecina del inmueble, provoca habitualmente destrozos en la finca, el número 94 de la avenida de la Meridiana. Los propietarios de las 21 viviendas se han gastado miles de euros en arreglar la puerta principal, que actualmente está forzada con una lámina de madera.
La protección no ha frenado a este joven que acumula 30 detenciones, según fuentes policiales. Este sábado, de madrugada, dobló los hierros de la puerta para acceder a la portería. Poco después los mossos lo detuvieron por usar una tarjeta de crédito que había robado previamente de un coche y por romper el orden de alejamiento contra una vecina del inmueble, a la que acosa y ha agredido en más de una vez. El día antes, el viernes, también fue arrestado por vulnerar esta orden firmada por un juez.
"DEBERÍA IR A PRISIÓN"
Una vecina del edificio que pide anonimato por miedo a represalias explica que A.B.F no debería estar en la calle. "Debería ir a prisión por todas las causas que tiene abiertas o bien en un centro por los problemas psicológicos que tiene". Describe a una persona "agresiva" y a un pirómano "que provoca un incendio cuando alguien o algo no le gusta". Los bomberos han acudido una media docena de veces en los últimos dos años.
El joven vive con su madre y seis hermanos. Es una familia que vive como okupa en este edificio y que recibe la ayuda de los servicios sociales. Un trabajador de un bar cercano describe el terremoto que causa la familia cuando cruzan la calle y pasan por delante de los clientes de la terraza. En más de una ocasión, las bebidas y comida salen volando. También cuando cae un balón desde la ventana y se estrella contra la mesa de un comensal.
No son ni han sido la única familia que ocupa uno de los pisos de este edificio, pero sí los únicos que generan conflictos actualmente, siempre según el relato de los vecinos. La okupación ha alcanzado el 60% de los pisos, relataba un propietario hace casi un año a Metrópoli.
ORDEN DE ALEJAMIENTO
Los vecinos cuentan que también ha tenido problemas con la trabajadora de una tienda de alimentación ubicada a unos metros del edificio. A menudo entra en el negocio gritando en estado de embriaguez y robando todo tipo de productos y amenazando a los dueños con algún objeto.
A una residente de 74 años la tiene en el punto de mira después de que un día avisara a la policía molesta por el botellón y el olor a porro que entraba a su casa. Desde entonces, la ha insultado y agredido en varias ocasiones. Hace unas semanas, le lanzó una botella de plástico provocando que la mujer cayera al suelo y se golpeara la cadera. "Existen razones para tratar de proteger de una manera urgente a Josefa. [...] Se aprecia una situación objetiva de riesgo para la víctima", subrayaba el juez hace casi un año en la orden de alejamiento.
"Al estar la madre aquí sigue viniendo. El edificio es su campo de batalla debido a las quejas de los vecinos", comenta la vecina anónima, que advierte del ejemplo que está dando al resto de hermanos. "Está arrastrando al resto del rebaño con la misma educación", señala. Los gritos de la familia, añade, generan un alboroto diario que altera el sueño de todo el vecindario.