A Josefa (74 años) le tiembla la voz cuando explica su historia, un relato trufado de insultos, amenazas, agresiones y ataques que incluyen un intento de quemar su casa. La razón de su pesadilla se llama A.B.F, un joven okupa de unos veintipocos que vive con su madre y sus seis hermanos en el número 94 de la avenida de la Meridiana, bautizado por muchos vecinos del Clot como el edificio de los okupas. Son bastantes las personas (comerciantes y residentes del inmueble) que han tenido conflictos con este chico, pero el acoso y derribo a Josefa destaca por encima de todos.
La persecución contra esta vecina empezó durante el estado de alarma, en mayo de 2020. Molesta por la presencia de A.B.F, un hermano (J.F.F) y su novia que fumaban porros y bebían enfrente de su rellano, Josefa llamó a la policía. A partir de ese día se la tiene jurada. La ha agredido, acuchillado con un objeto punzante en el brazo y le ha quemado la puerta acumulando basura y prendiéndole fuego. Este ataque, llevado a cabo con su hermano, les costó una orden de alejamiento firmado por un juez el 17 de septiembre de 2020.
"UN DÍA ME MATARÁ"
"Un día me va a matar", explica Josefa, una mujer que vive atemorizada. Solo sale a la calle acompañada de una vecina, o bien de un voluntario de los servicios sociales. El joven no puede acercarse a menos de 200 metros de la vecina, pero vulnera la prohibición sistemáticamente como demuestran las agresiones contra ella y los actos vandálicos que protagoniza de manera reincidente contra el mobiliario de este edificio, cansado de sus fechorías. Su actitud y sus acciones son de sobras conocidas por los inquilinos y propietarios de un inmueble con un largo historial de okupaciones, algunas de ellas conflictivas.
Uno de los propietarios del edificio expresa el hartazgo de esta comunidad, principalmente con este núcleo familiar. "Ya no sabemos qué hacer. El Ayuntamiento debe poner freno a esto. Nos dicen que es una familia vulnerable, pero los vulnerables somos los dueños y vecinos que están pagando lo que no está escrito", denuncia.
Este propietario cifra en "miles de euros" la factura que han pagado los dueños de la comunidad para arreglar los destrozos causados por A.B.F. Ha perdido la cuenta de las veces que ha reventado el portal, así como los daños en el ascensor, contadores de luz, buzones, paredes y puertas particulares de las viviendas. El último episodio tuvo lugar la madrugada de este sábado cuando rompió, de nuevo, un hierro para alcanzar la manita de la puerta del edificio. Fuentes policiales confirman que fue detenido el 14 de agosto y ese día, el 16, por romper el orden de alejamiento y por usar una tarjeta de crédito robada.
VISITAS FRECUENTES DE LA POLICÍA
En poco más de un año, los Mossos han visitado el edificio un mínimo de "40 veces", según Josefa. "Yo creo que han sido más", comenta el dueño de un bar cercano. También él ha sufrido los desmanes de esta familia. Cuenta que la madre, de entre 40 y 50 años, le robó el móvil un día que vino al bar. "Tuve que venir acompañado de dos amigos para recuperarlo", recuerda. En ocasiones, la familia protagoniza un terremoto entre los clientes de las terrazas a su paso por la calle de Joan I.
Los relatos de los vecinos dibujan una familia claramente desestructurada. "Los servicios sociales están cansados", comenta Josefa, que antes de los ataques les daba el dinero que pedía la madre "para leche". Cuenta que la madre tiene miedo de su hijo A.B.F, un joven con problemas de ezquizofrenia. La mujer denuncia que, últimamente, le han propuesto abandonar el piso de alquiler en el que vive para poner solución a su infierno particular. Ella se niega. "Que se vayan ellos". Es la petición que también hace este propietario, que prefiere no revelar su identidad. "Que venga el Ayuntamiento a conocer lo que está pasando. Si tienen que alojar a estas personas en otro lugar, que lo hagan", reclama.
BOMBEROS
Los Bomberos de Barcelona también conocen bien el 94 de la Meridiana. Han acudido un mínimo de seis veces en los últimos dos años. El 18 de julio, un cohete incendió el toldo de un vecino. Otro fuego localizado en el piso ubicado abajo del de Josefa calcinó gran parte de la vivienda. A ella, que se refugió en el piso del vecino de enfrente, los bomberos la tuvieron que sacar por un balcón. Este último incendio, cuenta Jordi Miralpeix, el principal propietario de la finca, lo provocó otro hombre que ocupaba ilegalmente la vivienda.
Miralpeix, propietario de 10 de las 22 viviendas de este particular inmueble, diseñado por su madre en los años 70, conoce bien el precedente de las okupaciones en el edificio. Cuando Metrópoli habló con él en septiembre de 2020 tenía siete pisos okupados. La justicia ejecutó los desahucios en cinco de ellos, con algunos enfrentamientos con la policía. Ahora espera poder desalojar los otros dos, uno de ellos habitado por el acosador y su familia.
UN JUEZ: "HAY QUE PROTEGERLA URGENTEMENTE"
El pasado 24 de julio, el joven lanzó una botella de gel hidroalcohólico a la cabeza de Josefa, que se cayó al suelo y se golpeó la cadera. Sufrió una pequeña herida en la frente y varios hematomas. Unas semanas atrás, el ataque con un objeto punzante le provocó heridas en el brazo donde sufrió una hemorragia y tuvo que ser atendida por una ambulancia. "Existen razones para tratar de proteger de una manera urgente a Josefa. [...] Se aprecia una situación objetiva de riesgo para la víctima", subrayaba el juez hace casi un año en la orden de alejamiento.