Los intereses son contrapuestos y las ganas son cada vez menores. La patronal Foment entiende que es “imposible” su relación con la alcaldesa Ada Colau, tras un acercamiento que llevó a su presidente, Josep Sánchez Llibre, a reunirse con la alcaldesa en el Ayuntamiento. Logró el dirigente patronal un “partido de vuelta” en la sede de Foment y se establecieron unos grupos de trabajo para avanzar en distintas políticas de la ciudad, que ahora se dejan de lado. Colau mantiene sus planes, en cuestiones como las superillas, a pesar del enojo y de las advertencias sobre el coste que puede suponer para muchos actores económicos de la ciudad que ha realizado la patronal.
Foment ha rebajado la tensión que se había producido entre la patronal y el Ayuntamiento, pero no renuncia a sus postulados: critica las políticas de movilidad del consistorio y el urbanismo que se ha utilizado para cercenar la circulación del vehículo privado. “Los gremios siguen trabajando y presionan para que se escuchen sus peticiones, aunque el ayuntamiento, ahora, no quiera escuchar”, señalan fuentes de Foment.
PÉRDIDAS EN EL COMERCIO Y LA RESTAURACIÓN
El equipo de gobierno de Ada Colau ha levantado una bandera contra todos los actores que han presentado quejas. La concejal de movilidad, Janet Sanz, ha sido contundente al dejar claro que no se renunciará a las superillas, que reordenan el tráfico, reduciendo la polución en unas determinadas calles, pero cargando el peso en otras pocas. Ocurre con claridad en el Eixample, según Foment, al entender que una de las calles más afectadas, Consell de Cent, acaba recibiendo una enorme polución por los colaposos continuos que se forman.
Esa “pacificación” urbana que busca el Ayuntamiento, en el centro de la ciudad, presenta “claras” contraindicaciones, a juicio de Foment, que lo ve “gravemente perjudicial desde la perspectiva medioambiental, económica y social”. Una de las estimaciones que se ha realizado señala que se podría perder alrededor del 20% de la facturación del comercio y de la restauración, cerca de 3.500 millones de euros, y unos 25.000 puestos de trabajo si se persiste en las llamadas superilles.
ESCOLLOS INSALVABLES
Sánchez Llibre, que había pedido con insistencia en el último año una entrevista con Ada Colau, consiguió su propósito cuando la alcaldesa acabó aceptando. El encuentro se celebró en el Ayuntamiento y el dirigente patronal quiso que hubiera una plasmación gráfica, con una fotografía que Colau nunca vio demasiado claro. La movilización de los gremios de Foment, y el ambiente de clara oposición a las políticas de los comunes, decidió a Colau, que entendió que era mejor establecer un clima de diálogo.
El líder patronal convocó a Colau en la sede de Foment, y la alcaldesa también accedió. Pero ese ha sido el final de la relación. Las dos partes aseguraron que se iban a poner en marcha distintos grupos de trabajo, para buscar soluciones y llegar a acuerdos entre la política urbanística del consistorio y las necesidades del comercio y la restauración locales. Pero los escollos son insalvables. La patronal señala que seguirá “insistiendo”, a pesar de las pocas esperanzas de que Colau pueda cambiar.
A algo más de un año de las elecciones municipales, Colau mantiene a toda vela el proyecto político de los comunes, convencida de que sus electores serán fieles. La voluntad del partido de Colau es “cohesionar” a los suyos y mantenerlos muy activos, contra todos los supuestos enemigos o adversarios. Y Foment, por sus propias características, al margen del contenido concreto de sus mensajes, es uno de esos enemigos.
LOS COMUNES, "CON LOS AGENTES VECINALES"
Una cierta resignación se ha instalado en Foment, una patronal que ha movido todos los resortes para conseguir apoyos y paliar las políticas del ayuntamiento. Sánchez Llibre ha tomado una posición más discreta, y se ha concentrado en cuestiones estrictamente patronales como la oposición a un nuevo aumento del salario mínimo, de la mano de la CEOE.
El equipo de Colau lo tiene claro. Hubo una fotografía con Sánchez Llibre en el Ayuntamiento y otra en la sede de Foment. Pero poco más. Cada uno en su esquina y que los electores en mayo de 2023 decidan. La concejal Janet Sanz no ha podido ser más explícita sobre el proyecto de las superillas, que juega un papel de icono de toda esa rivalidad. “Es imparable, va hacia delante y cuenta con todos los agentes vecinales”, señaló, con una consigna que muestra la diferencia con otros partidos políticos. La idea de los comunes es que esas políticas protegen a los que “quieren y pueden vivir en Barcelona”. Es decir, el equipo de Colau no está pensando en los vecinos del área metropolitana que entran y salen de Barcelona cada día, por motivos laborales o de ocio, como señala Foment. Los que votarán a Colau o no, entienden los comunes, serán los vecinos del municipio de Barcelona.