Ada Colau encara la recta final de su mandato. La candidata de los comunes señala que debe completar el trabajo hecho hasta ahora. Y para ello “ha evolucionado desde su inicio”, en palabras de Francisco Gaudier, el presidente del Círculo del Liceu, hasta el punto de que se ha mostrado “entusiasmada” por la próxima celebración de la Copa América de Vela en Barcelona en 2024. Se trata de un largo recorrido desde sus inicios como activista, como refleja el ‘libelo’ del Col·lectiu Ildefons Cerdà, Contra Colau y el colauismo, publicado por el semanario El Triangle. Un viaje desde el amor profesado al radical liberal Marco Pannella, con la defensa de la apostasía, a la celebración de la Copa América de Vela y a las menciones al Papa Francisco.
Como otros políticos –en eso Ada Colau no es diferente, como insiste el libro de El Triangle—la candidata de los comunes ha tenido la capacidad de adaptarse a todo lo que se le presentaba, con el objetivo de “mantener el poder”.
INICIOS LIBERALES
El ‘libelo’, como defiende el libro el propio colectivo que lo firma, llega a una conclusión clara: “Resulta muy difícil atribuir a la honestidad estos vaivenes ideológicos, demasiado numerosos y demasiado rápidos, y muchos contradictorios entre sí. Es más fácil atribuirlos a un oportunismo populista muy calculado, y a una ambición personal que tiene un único objetivo: obtener el poder y mantenerse en él. Para conseguirlo, lo que haga falta”.
Esa valoración llega después de analizar su evolución política y personal. Un camino que fue, precisamente, el objeto de la pregunta que le formuló a Colau la estudiante de de la UPF que recibió la contundente respuesta de la candidata de los comunes: “Me visto como me da la gana”. El libro de El Triangle, el semanario que dirige Jaume Reixach, expone ese tránsito, al recordar que sus orígenes “son confusos y muy tempranos”. Antes de su etapa universitaria, comienza su actividad política con el Moviment de Crítica Radical. Es un movimiento que pretendía importar las ideas de Marco Pannella (llamado, en realidad, Giacinto Pannella), un político, periodista y activista italiano fallecido en 2016. Pannella fue miembro de varios partidos, como el Liberal y el Radical italianos, y se definía como “radical, liberal, federalista europeo, anticlerical, antiprohibicionista, antimilitarista, no violento y gandhiano”.
Pannella, en todo caso, no pudo ser considerado como un antisistema. Era un liberal. Y el Moviment de Crítica Radical estaba próximo a la Internacional Liberal. Quien introdujo a Colau en ese movimiento, explica el libro de El Triangle, fue Vicenç Molina, uno de sus profesores durante el bachillerato y también miembro de la masonería, un movimiento muy próximo a los ideales del liberalismo tradicional.
Colau llegó a ser la secretaria general de ese movimiento. Y una de las aportaciones más valiosas del mismo, se considera, fue la revista La Monja Enana, que tuvo una vida muy corta. Pero aquel liberalismo distaba mucho de lo que después defendería Colau con los comunes. Porque en poco tiempo Colau se inclinó por movimientos “marginales y asamblearios”, participando en colectivos okupas. “De liberal de viejo cuño, a okupa en casi nada”.
Profesores que la conocen de la universidad señalan que lideró un grupo que pedía la apostasía, con una posición muy radical en contra de la Iglesia católica. Pero ya como alcaldesa quiso contactar con el Papa Francisco, al que suele mencionar. Y fue recibida en el Vaticano, junto con la entonces alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. ¿De la apostasía a tener como referencia intelectual al Papa de Roma?
Más conocida es su etapa al frente de la Plataforma Anti Hipoteca (PAH), y, posteriormente, en el Observatorio de los Derechos Económico, Sociales y Culturales (DESC) “donde hicieron de ella quien es”.
Esos ‘influyentes’ han sido decisivos, según el libelo de El Triangle. “Jordi Borja tuvo mucho que ver en la operación que condujo a Ada Colau a la alcaldía de Barcelona, en donde creyó que sería concejal responsable de urbanismo, pero, finalmente, se quedó compuesto y sin cargo. Antiguo militante del PSUC y del PCE, se convirtió en presidente del DESC en 2012. Había sido teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona y vicepresidente ejecutivo del Área Metropolitana de Barcelona bajo la alcaldía de Pasqual Maragall.
El otro gran pilar de Colau ha sido Joan Subirats, actual ministro de Universidades. Catedrático de Ciencias Políticas, responsable del área de Cultura, hasta que fue sustituido por Jordi Martí –se ‘retiró’ de sus funciones políticas--. Junto a ellos, otros responsables de lo que fue ICV han protegido y elevado la figura de Colau. La idea era la de ofrecer una figura política más acorde con el electorado de ICV, pequeño-burgués, lejos del obrerismo más propio de la izquierda clásica.
“Esa moderación del mensaje, una inmoderada tendencia a la cursilería y la primacía de la emoción por encima de la razón fueron claves en su éxito. Supo encandilar al público no hablando de lo que iba a hacer sino diciéndole lo que quería oir”, sentencia el libelo del Col·lectiu Ildefons Cerdà.
MANTENERSE EN EL PODER
¿Dónde está Colau ahora? La necesidad de contar con los socialistas, aunque criticó de forma severa el legado del maragallismo, por considerlo tecnocrático, le ha llevado a defender posiciones “socialdemócratas”. Y a abrazar eventos deportivos del calibre de la Copa América de Vela, --pese a un conato de bronca interna en los comunes—en la mejor tradición del socialismo de Barcelona. Esa evolución, o ese ‘desplazamiento’ de un lado a otro en poco tiempo –de activista a alcaldesa, que es en lo que quería incidir la estudiante de la UPF—tiene dos causas principales, según el libelo de El Triangle:
“La primera es que carece de un objetivo para la ciudad definido claramente. No traza planes, sino que improvisa sobre la marcha para satisfacer sus necesidades inmediatas, confiando en que todo lo demás funcionará solo”.
“La segunda, es que opta por una estrategia puramente populista. Su principal característica es la fluidez, el pensamiento débil y la tremenda habilidad para cambiar de posición según de donde sople el viento”.
¿Hay cálculo, entonces, una estrategia con un único propósito? La conclusión es directa: “Resulta muy difícil atribuir a la honestidad estos vaivenes ideológicos, demasiado numerosos y demasiado rápidos, y muchos contradictorios entre sí. Es más fácil atribuirlos a un oportunismo populista muy calculado y a una ambición personal que tiene un único objetivo: obtener el poder y mantenerse en él. Para conseguirlo, lo que haga falta”.