El Ayuntamiento de Barcelona ha puesto la directa con las superillas o los ejes verdes, que tienen un claro objetivo: “evaporizar el coche en la ciudad”, con una reducción drástica del espacio para el vehículo privado. Los comunes han apostado buena parte de su campaña electoral en ese proyecto, que ha recibido un veto importante en la votación en comisión por parte de sus propios socios, los socialistas, y del resto de grupos. El futuro puede estar comprometido para las superillas, pero no para los proyectos que ya están en marcha, como la superilla de Consell de Cent. Xavier Matilla, arquitecto jefe del consistorio, lo tiene claro: “En la superilla de Sant Antoni hay un 10% menos de movilidad, se ha evaporizado parte del tráfico”, señala, con la intención de seguir ese modelo en otras partes de la ciudad.

Matilla defiende el modelo del Ayuntamiento en un debate junto a otros expertos, como Sebastià Jornet, arquitecto urbanista del Colegio de Arquitectos de Catalunya y Oriol Biosca, miembro de la Comisión de Urbanismo del Colegio de Ingenieros, y también con Metrópoli, en el programa Lideratges de Onda Cero, que dirige Ariadna Belver. Lo prioritario, señala Matilla, es “reducir los espacios para el coche”, y por ello se ha “acelerado” el proyecto. “Nos jugamos la supervivencia de la ciudad como lugar para vivir”, asegura, después de que Metrópoli le reproche la “brusquedad” en la implementación de la superilla de Consell de Cent. Matilla insiste en que la “evaporización” del coche acaba beneficiando al comercio de proximidad, aunque se diga lo contrario, y que eso es, precisamente, “un falso mito que se ha difundido”.

 

¿Qué está en juego? Oriol Biosca defiende que es la “progresiva reducción del uso del vehículo privado” la que actúa como “función tractora”. El objetivo, que no se ha escondido, es “comprimir la circulación” para que los propios usuarios de los coches acaben renunciando por puro cansancio. “Cuando se siente una coacción, se puede reducir el tráfico, entre un 20% y un 30%, que, luego, ya no se llega a recuperar”, asegura, tras analizar otras experiencias como las implementadas en el Reino Unido.

Las obras de la 'superilla', en Consell de Cent / METRÓPOLI - JORDI SUBIRANA

Es un proceso que no puede tener vuelta atrás, precisan los tres expertos, aunque admiten, después de las preguntas de Metrópoli sobre si esas superillas se pueden urbanizar solo pensando en la ciudad de Barcelona, que el ámbito de actuación debe ser el “metropolitano”. Es la propia presentadora, Ariadna Belver la que insiste, también, en que Barcelona “no puede ir por libre”.

Xavier Matilla, Oriol Biosca, Ariadna Belver y Sebastià Jornet, en el debate en Onda Cero 

El modelo teórico parece claro, pero no se pone en práctica, y las actuaciones las ha tomado el equipo municipal en la ciudad de Barcelona, a pesar de las reticencias del PSC, que cogobierna el consistorio con los comunes de Ada Colau. Lo que está sobre la mesa es una cuarta gran transformación, como apunta Jornet. “Se ha pasado en 150 años de la idea de la extensión, con el abajo las murallas, a la ciudad jardín y a la ciudad racionalista de Le Corbusier, con zonas separadas. Pero todo ha tenido un fundamento, que es la mejora de la salud. Y ahora se trata de lograr espacio al vehículo, de la ciudad dentro de la ciudad”. Jornet incide en las indicaciones de la Unión Europea que pide una ratio de árboles por habitante mucho mayor. En Barcelona “faltan 200.000 árboles, tiene un déficit muy grande y eso afecta a la salud”, precisa.

DECISIONES UNILATERALES

Lo que los sectores económicos han reprochado, sin embargo, al equipo municipal no es tanto el fondo del asunto como la forma en la que ha llevado a cabo el proyecto de los ejes verdes. Las decisiones unilaterales, sin buscar los consensos, han sido una marca de la forma de gobernar de Ada Colau, según entidades como Foment del Treball. Matilla, al recibir esa crítica, considera que se trata de “falsos mitos”, porque ha habido “transparencia desde el primer momento, cuando se habilitaron espacios de superillas en el Poble Nou”. Sí admite que el proceso se ha “acelerado”, ante lo que considera como una “emergencia climática”, siguiendo los dictados de la Unión Europea.

Pero todo pasa por reducir el espacio para el coche y que el usuario se vea en la tesitura de dejarlo en su casa o en el párking, ante la imposibilidad de circular.

Otros actores expertos en la materia han incidido en los errores del plan. Es el caso de Josep Anton Acebillo, ex arquitecto jefe del Ayuntamiento de Barcelona, el mismo cargo que ahora ocupa Matilla. Para Acebillo, las superillas de Colau suponen una muestra de autoritarismo que desdibuja el plan original del Eixample ideado por Ildefons Cerdà.

Todos los participantes en el debate, en todo caso, están a favor de que el Eixample sea declarado como un Patrimononio de la Humanidad, y para lograr ese reconocimiento, el Ayuntamiento trabaja junto con la Generalitat.

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