El Colmado Múrria: un nuevo reto para Colau
El histórico establecimiento ha habilitado un espacio íntimo para cenar "con horarios europeos" y ha pedido instalar una terraza en pleno Eixample a la espera de que el Ayuntamiento la autorice
22 febrero, 2023 19:28Noticias relacionadas
El mismo emplazamiento, la estética y el producto selecto de siempre, pero adaptado a las nuevas exigencias culinarias. El Colmado Múrria pide paso ahora con la petición de una terraza, en la derecha del Eixample, y con un nuevo espacio íntimo para cenar “con horarios europeos”, todo bajo la dirección del chef Jordi Vilà, y regentado, como siempre por Joan Múrria. Ahora deberá responder el Ayuntamiento, con la petición cursada, y con la responsabilidad de atender a uno de esos establecimientos históricos que ha marcado la historia de la ciudad.
El establecimiento, la tienda de comestibles más antigua de Barcelona, que abrió en 1898, se ha reinventado y ofrece ahora distintos servicios. La charcutería se mantiene, con productos gastronómicos catalanes, y con un enorme surtido de quesos, ahumados, conservas, aceites, cafés, cavas y otros productos. El llamado Murri es el restaurante informal en la barra, con mesas altas, y lo que se ha habilitado, desde diciembre, es un restaurante en la trastienda, con capacidad para ocho o diez personas, que exige una reserva previa. Múrria lo llama ‘El 1898’.
RESERVA IMPRESCINDIBLE
Y para ocasiones muy especiales, el pequeño local ha recuperado el altillo, el llamado MurMurri, que funcionará como una especie de ‘clandestino’ para unas diez personas. La reserva será también imprescindible.
El local se había cerrado por reformas. Aunque Joan Múrria había pensado en un descanso, después de regentar el negocio desde los 19 años, tras la muerte de su padre, la ayuda de un inversor ha sido clave. Se trata de Ernest Pérez-Mas, CEO de la operadora Parlem y propietario de las bodegas Heretat Mascorrubí. Los dos, junto a Jordi Vilà, como responsable del ámbito gastrónomico, buscan potenciar un modelo arraigado en la ciudad: producto propio, de alta calidad, que se puede probar y comprar en el colmado, para degustarlo luego, ya sea en un almuerzo, comida o cena. Eso sí, las cenas con horario europeo, como señala Múrria, porque “se abre a partir de las ocho de la tarde y se cierra a las once de la noche”.
LA RESPONSABILIDAD CIUDADANA
Múrria considera que el propio establecimiento es un síntoma de la evolución y de la vida de la ciudad. Sigue en pie, se adapta a las nuevas exigencias y actúa como reclamo, con el histórico cartel de Ramon Casas. El Ayuntamiento deberá ahora aprobar o denegar la petición de la terraza, justo antes de las elecciones, y con el cambio que ha abordado en todo el ensanche barcelonés, con un plan de usos comerciales que se ha sacado adelante tras una gran polémica y los reproches entre los dos socios de gobierno, entre los comunes y los socialistas.
El propietario, --la familia Múrria adquirió el local en 1943—mantiene sus hábitos de siempre y limpia él mismo su trozo de acera cada día, convencido de que en la ciudad los servicios municipales deben hacer su trabajo, pero también sus ciudadanos, para que prime “un espíritu comunitario que es imprescindible”.
En ese rincón, en una zona íntima de la ciudad, se podrán hacer muchos planes para Barcelona, mientras se disfruta de los platos que ha ideado Jordi Vilà, sin perder nunca la identidad de la cocina catalana. Y, tal vez, sean los propios candidatos a la alcaldía los primeros que hagan las primeras reservas.