Levantan una lápida por la 'muerte' de los búnkeres del Carmel
Un sector de los vecinos continúan en la lucha por salvar a las antiguas baterías antiaéreas del turismo masivo de borrachera
7 abril, 2023 22:00Noticias relacionadas
Guerra abierta en los búnkeres de Barcelona. Los vecinos de las calles que suben por el Turó de la Rovira combaten como pueden contra la llegada del turismo masivo a las antiguas baterías antiaéreas -ahora reconvertidas en miradores- mientras se expande por el barrio un sentimiento de pérdida del que, hasta hace unos años, era un tranquilo y apacible rincón de la capital catalana al que acudían familias, parejas y grupos de amigos a celebrar picnics y pasar el rato.
Ahora, cientos y miles de jóvenes de todos los países, siguiendo las guías turísticas y los anuncios en redes sociales, acuden al lugar en busca de fiestas y botellones y poco queda de lo que un día fue. El consistorio lleva semanas incrementando la vigilancia policial para evitar el consumo de alcohol y la celebración de estas fiestas ilegales, que suelen contar con DJ y complejos equipos musicales. Se trata, no obstante, de un David barrial contra el Goliath del turismo.
Este mismo sábado ha aparecido una lápida improvisada en la montaña, una cruz de madera que lleva escrita la palabra "Búnkeres", símbolo de que algunos de los vecinos ya han dado por perdida la batalla. No son todos. De hecho, algunos han explicado a Metrópoli que, a pesar del refuerzo policial y que los habitantes del barrio se juntan para ir a parar las fiestas -que se prolongan hasta altas horas de la noche y les impiden descansar-, continúan apareciendo anuncios en redes sociales de estas fiestas, botellones incluidos.
No es solo el ruido, sino que cada noche, los miradores terminan terriblemente sucios por los restos de latas y botellas de alcohol que allí se dejan. Son, también, los altercados que se forman por todo al barrio todas las noches a cualquier hora y las congestiones de tráfico por la cantidad de taxis, VTC y de personas que se suben a los autobuses. Al final, el enclave más icónico del barrio se ha convertido precisamente en el principal quebradero de cabeza para sus habitantes.
Hasta la fecha, el control policial ha sido insuficiente. El pasado fin de semana la Guardia Urbana desalojó el espacio, pero los más de mil jóvenes que había en la zona se dispersaron por todo el monte y siguieron bebiendo, dejándolo en un estado paupérrimo. En estos momentos, el cuerpo municipal ha desalojado de nuevo el mirador y cerca de 1.300 jóvenes bajan de nuevo por el monte. La concejala de Horta-Guinardó, Rosa Alarcón, ha admitido que es un problema que no se solucionará a corto plazo, pero confía que el refuerzo policial, el vallado y las sanciones ayuden mientras se trabaja en un "cambio de hábitos" en los visitantes.
Hartos de la situación, varios vecinos ya explicaron a este medio que, si tienen que tomar cartas en el asunto para defender su descanso y la tranquilidad del Carmel, lo harán. Ahora, con la proliferación de más anuncios a pesar de que el mismo gobierno municipal ya advirtió que recrudecería las sanciones a quienes bebieran alcohol allí, aseguran que cada vez que por la noche oigan ruido se juntarán en grupos y serán ellos mismos los que paren las fiestas, como ya lograron en una ocasión.