A la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, no le gustan los uniformes. O, por lo menos, algunos uniformes. La estampa de la primera edil abroncando a los militares en el Saló del Ensenyament, cuando pasaba por el estand más visitado por los niños en ese evento, no es una acción aislada, sino una anécdota que refleja el modelo de política que practica la alcaldesa barcelonesa. Pero hay ocasiones en que, al margen de la ideología del gobernante, el responsable de una Administración ha de saber mantenerse en su lugar y dejar alto el pabellón de la institución a la que representa.

Pero si de algo no sabe Colau es de diplomacia. Tampoco de representatividad. Ni, mucho menos, de espíritu de servicio público. De ahí que su actuación al frente del consistorio y como representante del mismo deje mucho que desear en muchas ocasiones. Sólo así se comprende el hecho de que en los últimos meses haya rechazado hasta en tres ocasiones recibir al general de la Guardia Civil responsable del área de Catalunya, en una actuación singular que muy pocas veces se ha dado entre administraciones.

AUSENCIA EN LA TOMA DE POSESIÓN

El general José Luis Tovar Jover tomó posesión hace menos de dos años, en presencia del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, la entonces directora de la Guardia Civil, María Gámez, y la delegada del Gobierno en Cataluña, Teresa Cunillera. Nacido en Huelva en 1962, pasó por las comandancias de Álava, Barcelona, Baleares y Girona, así como por la Agrupación de Tráfico. A su llegada a Cataluña, tomaba el mando de un Cuerpo que en esta comunidad tiene a más de 3.300 agentes, repartidos entre los servicios de Policía Judicial, Información, Fiscal y Fronteras, Montaña, Desactivación de Explosivos, Cinológico, Marítimo, Aéreo y Protección de la Naturaleza (Seprona).

A la alcaldesa, no obstante, el servicio público que pueda prestar el Cuerpo le trae sin cuidado. Según ha podido conocer Metrópoli, el máximo representante de la Guardia Civil en Cataluña ha pedido ya tres veces una audiencia con la alcaldesa y este no le ha recibido. De hecho, Colau ni siquiera estuvo en la toma de posesión del general Tovar en mayo de 2021, aunque sí acudió el teniente de alcalde de seguridad, Albert Batlle.

CRÍTICAS DE LA OPOSICIÓN

“La audiencia solicitada es meramente protocolaria, pero desde la alcaldía no se ha dado respuesta a las reiteradas peticiones del representante de la Guardia Civil”, señalan las fuentes a este diario. Desde algunos círculos de la oposición se critica la fobia de Ada Colau a los uniformes y aluden a la indignidad que representa el menosprecio hacia uno de los Cuerpos de Seguridad del Estado. “La actitud de Colau con la institución de la Guardia Cviil sobrepasa los límites de lo políticamente correcto. La alcaldesa debería saber que es la representante de una institución, no de un partido político, y que es fundamental mantener buenas relaciones con otras instituciones”, señalan fuentes de la oposición.

Servicio Maritimo Provincial de Barcelona de la Guardia Civil / LUIS MIGUEL AÑÓN (MA)

En realidad, no es la única institución menospreciada por la alcaldesa: también boicotea siempre las recepciones de la Casa Real en los actos protocolarios previos a cualquier acto que preside el Rey Felipe VI. En ese sentido, se asimila en actitud a la de los independentistas, que también suelen boicotear los actos oficiales del Rey, pero luego se suman con entusiasmo a las cenas, ágapes y ceremonias en las que participa el monarca. El año pasado, tras la inauguración de la feria Alimentaria y Hostelco, Colau no acudió a la recepción del Rey al alegar que es un “acto anacrónico”. Sin embargo, aseguró: “Siempre saludo al jefe del Estado cuando viene a Barcelona, aunque pueda tener mis discrepancias. Evidentemente, soy muy consciente de mi rol institucional”. Lo cierto es que, a su llegada al evento, ni el presidente de la Generalitat ni la alcaldesa de Barcelona recibieron al monarca, lo que habla a las claras del rol institucional que juegan cada uno de ellos.

Desde la oposición cargan las tintas contra este proceder de los representantes de administraciones públicas. “Ser la cabeza visible de una institución conlleva una servidumbre que has de acatar. Cuando eres alcalde, representas a una ciudad y, como tal, has de mantener un decoro institucional, te guste o no. Colau debería mantener líneas de diálogo y cooperación abiertas con todas las instituciones. Y la Guardia Civil es un de ellas”. La alcaldesa, no obstante, sostiene que la normalidad es que rompa la lealtad institucional y la cordialidad entre administraciones.

LOS MILITARES ‘FACHAS’

Colau tampoco estuvo el pasado 12 de abril en el homenaje que el Gobierno y la Guardia Civil rindió al general republicano Antonio Escobar, fusilado por ser fiel a la República española y enterrado en el cementerio de Montjuïc. Allí estaba la directora de la Guardia Civil, Mercedes González, el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, y el nuevo delegado del Gobierno en Cataluña, Carlos Prieto, pero nadie en representación del Ayuntamiento. “Lo de Colau es de traca, porque sólo hay que recordar que calificó de franquista a un militar del siglo XIX, cuando Franco ni siquiera había nacido”, recuerda un concejal de la oposición. Se refiere a cuando Colau, en 2018, dedicó una calle en la Barceloneta al humorista Pepe Rubianes, quitándosela al almirante Cervera que, según Colau era “un facha”.  Al almirante Cervera fue un marino que estuvo al mando de la escuadra española en Cuba, pero está considerado un militar progresista.

No es la única en tener lagunas históricas: hace escasos días, el aspirante a concejal de ERC Jan Sibina reclamaba que se dedique una calle a Guillem Agulló, joven que fue asesinado por la ultraderecha en Valencia hace 30 años, y se la saque al coronel Sanfeliu, “que es un militar que sirvió a Primo de Rivera”. De Agulló, argumentaba que es “un joven que luchó, a través de sus ideas, por la independencia y la justicia social”. Pero el aprendiz de concejal patinaba en su apreciación: Sanfeliu era un militar llamado Jaume Sanfeliu i Codina que estuvo destinado, entre otros lugares, en República Dominicana, Cuba y Filipinas. Sibina apuntaba su relación de Primo de Rivera como si tuviera algo que ver con la dictadura de Miguel Primo de Rivera y afeaba esa relación. En realidad, Sanfeliu murió en 1899 y estuvo al mando de otro Primo de Rivera, pero cincuenta años antes de la dictadura que dejaba entrever el representante de ERC.

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