Los robos campan a sus anchas en el metro de Barcelona. La extensa red del suburbano barcelonés adolece de un problema de inseguridad en el que multitud de delitos y faltas se cometen día tras día. Si bien no es extraño oír historias de agresiones sexuales y palizas, los delitos más comunes y, por tanto, los que a más gente afectan, son los robos. La infraestructura de transporte público está plagada de carteristas que utilizan distintos métodos para sustraer las pertenencias del resto de usuarios.

Contra ellos, solo operan los vigilantes de seguridad y grupos de personas como Patrulla Ciudadana, que se dedican a perseguir y señalar a carteristas para prevenir al resto de viajeros. Sin embargo, la falta de efectivos de vigilancia hace del control de estos delitos menores una misión imposible. Cuando uno coge el metro en la capital catalana, cada pocos minutos podrá escuchar por megafonía avisos preventivos que instan al viajero a tener cuidado de sus pertenencias. En ocasiones, incluso dentro de un tren del suburbano, puede oírse un mensaje alertando de la presencia de carteristas en los vagones.

TRIÁNGULO CALIENTE

El sindicato ADN de vigilantes de seguridad ha alertado a Metrópoli que, en lo que a robos y hurtos se refiere, existe un "triángulo caliente" en el metro. Se trata de paradas de varias líneas (L1, L2, L3, L4 y L5) que aglutinan la mayor cantidad de robos y hurtos en toda la capital catalana y su área metropolitana. Sobre el mapa barcelonés, implica gran parte de los distritos del Eixample y de Ciutat Vella, aunque hay paradas de Sants-Montjuïc, Sant Martí o Sant Andreu.

Agentes de los Mossos en el metro de Barcelona / MOSSOS D'ESQUADRA

Los carteristas utilizan una gran cantidad de métodos para robar a sus víctimas. En general, la mayoría de estos giran en torno a un mismo principio: aprovechar o crear una distracción para despojar a los viajeros de objetos de valor, como una cartera, una maleta o un teléfono móvil. Además, existen grupos coordinados de ladrones que actúan a la vez y se comunican entre ellos para seleccionar a las víctimas.

EL TAPÓN

Este es el caso del tapón, uno de los modus operandi más comunes entre los ladrones desde hace años. Requiere de un equipo de, como mínimo, dos personas. El sindicato detalla que uno de los delincuentes, tras seleccionar a la víctima, se sitúa por delante de ella. El otro miembro del equipo se pone detrás, de forma que el viajero, sin saberlo, ya está rodeado. Al llegar a las escaleras mecánicas, justo cuando va a salir, el ladrón que va delante se para, haciendo ver que se le ha caído algo o que tiene que atarse el cordón de un zapato.

De esta manera, provoca una colisión con la víctima, que queda atrapada entre los ladrones. El que queda por detrás choca contra la víctima y, en el transcurso del empujón, sustraen carteras, teléfonos o cualquier objeto de valor. Los Mossos d'Esquadra comentan que existe una versión todavía más elaborada que requiere de un grupo mayor de personas. El principio es el mismo, pero, al ser más, son capaces de crear artificialmente aglomeraciones --entrando poco a poco en un vagón o ralentizando el paso en unas escaleras--.

LA MULETA

Otro gran clásico en los robos del metro. El nombre de muleta viene de cualquier objeto de apoyo que sirve para dificultar la visibilidad del robo, aunque habitualmente lo que se usa es una chaqueta. En esencia, el ladrón se coloca cerca de su víctima y utiliza una sudadera o chaqueta para taparse la mano, que acerca al bolso, bolsillo o mochila de la víctima.

Es muy común, explican tanto el sindicato como la policía autonómica a este digital, que este tipo de método se lleve a cabo en las cabezas o colas del metro, donde se acumula más gente buscando las entradas al andén o que aprovecha los últimos segundos de puertas abiertas del tren suburbano para entrar en él. De hecho, estos dos lugares son puntos calientes de hurtos en cada estación.

EL ESCUPITAJO O LA MANCHA

En los últimos días, los Mossos han alertado de este método, que se lleva a cabo en parejas o pequeños grupos. Funciona de la siguiente manera: un ladrón escupe o mancha con "un sobrecito de kétchup, mostaza u otras sustancias" a la víctima sin que se dé cuenta y se acerca a ella, se disculpa --indicándole que la ha manchado-- y se ofrece a limpiarla. Mientras limpia a la víctima, utiliza la situación para manipularla, girarla y hacer que pierda de vista parte de sus pertenencias.

En ese momento, y mientras el primero hace de barrera, el segundo se escabulle y se lleva lo que puede en un segundo, sea una mochila, un maletín o una maleta. Esta forma de proceder se utiliza sobre todo contra turistas, pues no sirve para hacerse con un teléfono o una cartera. Terminado el golpe, los miembros del equipo se dividen y huyen en distintas direcciones.

EL TIRÓN

Rápido, a la par que efectivo. El método del tirón se lleva utilizando desde siempre. Se trata de acercarse a la víctima y darle un tirón en el bolso, cartera o teléfono. En las últimas semanas, la policía autonómica catalana ha detectado una nueva variante que se lleva a cabo en el suburbano barcelonés. Los rateros se acercan a sus víctimas cuando estas están sentadas en un vagón, distraídas con el móvil.

Un tren parado en una estación de metro de Barcelona / TMB

Cuando están al lado, esperan a que se abran las puertas hasta que se escucha el pitido que indica que se van a cerrar. En ese lapso de dos o tres segundos, intentan arrancar el teléfono de las manos de la víctima y salir corriendo del tren mientras se cierra la puerta tras de sí. Al tener tan poco tiempo, ese instante en el que la víctima tarda en reaccionar es suficiente para que la puerta que se cierra haga de barrera.

RAJAR BOLSILLOS

El método de rajar los bolsillos es relativamente reciente, aunque se ve desde hace unos años. Los ladrones actúan sobre todo de noche para aprovechar que los viajeros se están quedando dormidos en los vagones, ya sea por sueño o por ebriedad

Los carteristas se sientan al lado de su víctima y, con un cuchillo, navaja o cúter, poco a poco rajan los bolsillos de los pantalones desde fuera para crear un orificio a través del cual sacar el teléfono. Es un método algo lento, que aprovecha la calma del metro de noche y donde lo más importante es no despertar a la víctima que, cuando vuelva en sí, verá sus bolsillos rotos y vacíos. Existe una versión menos agresiva, en la que no se llega a romper la tela, sino que se saca el objeto de valor introduciendo la mano.

EL BUEN SAMARITANO

La estratagema del buen samaritano funciona también en parejas o grupos y, de nuevo, tiene a los turistas como principal objetivo. Aprovechando un tramo de escaleras o de difícil acceso, uno de los dos ladrones del equipo se ofrece a ayudar al turista, cargando parte de su equipaje. El turista fija toda su atención en este buen samaritano por precaución a que pueda salir corriendo con sus pertenencias, pero el verdadero peligro está en el otro integrante del grupo, que se acerca por el punto ciego del viajero y mete la mano en mochila, bolso o bolsillo.

Un carterista roba en el metro de Barcelona a un pasajero / TWITTER

EL RONALDINHO

Otro clásico que no falla es la técnica del Ronaldinho. Muy utilizada, sobre todo por hombres jóvenes, los ladrones se acercan a un viajero confiado y comienzan a interactuar con él. Entre bromas, recortan distancias y se colocan cerca, simulando que quieren hacerse una foto y, jugando a desequilibrarle, aprovechan ese momento para meter la mano en sus bolsillos traseros en busca de un teléfono o una cartera que llevarse. Como si no hubiera pasado nada, mantienen la broma durante un tiempo hasta que ven el momento para escapar.

¿QUÉ RECOMIENDAN LOS MOSSOS?

Preguntados por este medio, desde la policía autonómica catalana han hecho una serie de recomendaciones que reducen las posibilidades de ser víctima de hurtos. Todo pasa, explican, por hacerse "menos apetecible". Los ladrones examinan y estudian a los viajeros con calma para elegir a su víctima y, una vez seleccionada, esperan su momento para acometer el golpe.

"Los que hurtan en el metro no tienen prisa, siempre se quedarán entre los últimos en el metro para entrar", señalan, por lo que lo mejor es no correr para entrar rápido, sino esperar pacientemente para acceder y hacerlo por los vagones centrales, donde no se acumula tanta gente. Ante la sospecha de que puede haber carteristas alrededor, vale más "esperar unos pocos minutos y coger el siguiente tren a perder un teléfono o una cartera", valoran.

Robo en el metro de Barcelona en una imagen de archivo / GUARDIA URBANA

De no ser posible alejarse de estas situaciones de riesgo, lo mejor es pegarse a una pared para evitar rodeos, permanecer atentos a las pertenencias y guardar las distancias. En cualquier caso, hay que procurar llevar lo importante delante del cuerpo y tenerlo todo cogido de la mano. Si es posible, lo ideal sería llevar las bolsas u objetos de valor tapados. Mantener la guardia al entorno también es importante, pues hay robos que se planean con mucha antelación. Explican que es muy común que, mientras un usuario compra un billete, alguien se queda cerca para intentar ver el pin de la tarjeta de crédito. Luego, siguen a la víctima por el suburbano para sustraérsela y tener acceso ilimitado a su cuenta bancaria. De no lograr memorizar el pin, siempre pueden hacer pequeñas compras más pequeñas.

Ante la sistemática falta de efectivos encargados de vigilar la seguridad en el transporte público, los ladrones siempre se tomarán su tiempo para buscar la oportunidad. Los viajeros, en la medida de sus posibilidades, deben procurar no dársela.

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