El pez que se muerde la cola. Todas las mañanas, los operarios de limpieza de Barcelona comienzan a trabajar desde muy pronto para retirar los restos de drogas y suciedad de los jardines de Walter Benjamin, una tarea tan minuciosa como repetitiva, pues cada día tienen que volver a llevar a cabo el proceso. El trabajo requiere de precisión, ya que recogen tanto restos de latas y botellas como excrementos y, más peligroso, jeringuillas usadas.
Los jardines de Walter Benjamin, ubicados justo en la frontera entre los barrios del Poble-sec y El Raval, funcionan como patio de recreo del instituto Consell de Cent. La situación, según alertan a Metrópoli vecinos que transitan por la zona a diario, se repite durante todos los días del año. Testigos oculares de las actuaciones policiales y de limpieza comentan, además, que no es extraño ver a personas que acampan en el parque por las noches o que duermen al raso sobre los bancos en la zona verde.
ACTUACIONES DIARIAS
Concretan también que cada noche hay personas que atraviesan el vallado y se instalan para pasar la noche. Algunos de ellos, además, utilizan la zona para pincharse, dejando atrás las jeringuillas contaminadas. En este sentido, los operarios de limpieza tienen la indicación de buscar estos restos para retirarlos cada mañana. Como es habitual en otras zonas de la ciudad, la Guardia Urbana hace una primera batida para sacar a todas las personas del parque y, tras ellos, los operarios de limpieza inician la recogida de restos.
Se trata de una situación que no es nueva en Barcelona. A principios de este mismo curso, un niño se pinchó con una jeringuilla en la plaza de Carme Simó, en el barrio del Gòtic. La plaza ha servido desde hace años como zona de recreo de los alumnos de la Escola Baixeras. De nuevo, ese mismo lugar vivía dos realidades: de día, lugar de ocio para los alumnos y para vecinos del barrio. De noche, punto de consumo para personas drogadictas en el que también se hacían botellones. Todas las mañanas lo operarios limpiaban el lugar hasta que un día, el pequeño, de solo seis años, sufrió el accidente con la jeringuilla usada.
RIESGO DE CONTAGIO
Situación similar se ha vivido en otros parques, plazas y calles de la ciudad en los últimos meses. Como ya avanzó este digital, una calle del Raval que está incluida en una ruta escolar también suele amanecer llena de jeringuillas, exponiendo a los menores a no solo una herida por pinchazo, sino al peligro de contraer enfermedades o intoxicaciones por los restos de sangre y droga que pueden contener en su interior.
Preguntados por este medio, desde el centro escolar comentan que no realizan actividades extraescolares, ni casales, ni esplais durante la temporada estival por lo que, afortunadamente, los menores no corren riesgo durante este julio y agosto de sufrir un accidente.
Desde el Ayuntamiento explican que los "equipos de intervención de servicios sociales, dispositivos de limpieza municipales, equipos de calle de Salud pública, en conjunto con la Guardia Urbana y el distrito hacen seguimiento e intervenciones diarias y periódicas en el espacio. Las actuaciones se hacen con la premisa de que hay que evitar el uso privativo del espacio público por parte de cualquier colectivo y a la vez ofrecer la atención adecuada a las personas que lo puedan necesitar".
Al ser verano, el centro no está haciendo uso del espacio delimitado como recreo. Se trata, además, de una ampliación del espacio que se le dio durante la pandemia del Covid-19. Así, el distrito y el colegio "están en conversaciones para evaluar el mantenimiento de este uso".
También confirman que se hacen actuaciones de limpieza diarias en la zona, también en la vegetación, para mejorar la salubridad en el espacio. Con respecto a las personas que usan la plaza para dormir, "los servicios sociales hacen acompañamiento y ofrecen la posibilidad de alojamiento en el caso de que así lo deseen".