Barcelona se prepara para la llegada de turistas por Semana Santa. Las restricciones en el consumo de agua a causa de la extrema sequía que afecta a Catalunya no frenan al turismo barcelonés, que apenas sufre las consecuencias. Salvo las recomendaciones que el Ayuntamiento de Barcelona hace a los hoteles de la ciudad, los visitantes se encontrarán con las fuentes ornamentales vacías y las zonas de césped sin verde.
Embalses por encima del 15%
Si el pasado 9 de marzo los embalses del sistema Ter Llobregat –que abastecen el área metropolitana– estaban al 14,7% (90,5 hm³), en estos momentos superan por unas décimas el 15%. Una pequeña mejora que se ha dado gracias a las lluvias y nevadas de las últimas semanas.
En la actual fase de emergencia, que afecta a los seis millones de habitantes de Barcelona y el área metropolitana, está restringido el agua en fuentes ornamentales y solo se puede hacer riego imprescindible y de supervivencia con agua freática. Así pues, los turistas que visiten la capital catalana por Semana Santa se encontrarán con las fuentes ornamentales más emblemáticas de la ciudad, como la de Montjuïc o la de plaza Catalunya, apagadas y vacías.
Por las restricciones de la sequía también está prohibido llenar piscinas, aunque se espera que la afectación sea mínima en Semana Santa, pues en Barcelona muchos hoteles las tienen llenas todo el año. Una limitación que sí que afecta, en cambio, a los cámpines de fuera de la capital.
Más de 160 litros al día por cliente
El Gremio de Hoteles de Barcelona asegura que los establecimientos de la ciudad han reducido un 40% el consumo de agua en los últimos siete años y que, de media, se consume 163,5 litros de agua por día y cliente, por lo que no habrá afectación en el servicio de cara al huésped.
En el marco de una campaña del Gremio junto con la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, los clientes sí que pueden encontrar en su habitación un tríptico con recomendaciones para ahorrar agua, cómo cerrar el grifo cuando no se use, priorizar la ducha por encima de la bañera –cada vez menos presente en las habitaciones– y usar la doble carga del retrete.