El patrimonio arquitectónico de Barcelona siempre está al borde del filo. La reciente polémica con la fachada histórica del Bar Balius del Poblenou ha reabierto el debate sobre las contradicciones de la normativa. "¿Una fachada icónica de los años 70 debe ser reemplazada por la original sólo porque no está protegida? ¿No sería mejor incorporarla al catálogo municipal para mantenerla?", se pregunta el propietario del local, Lito Baldovinos. Pero para el Ayuntamiento, no es tan fácil, y no todo se puede determinar como patrimonio sólo por tener "nostalgia" de los tiempos pasados.
En los últimos años, Barcelona ha visto como los comercios emblemáticos se han acabado convirtiendo en tiendas de carcasas de móviles, souvenirs o en oficina de cambio de divisas. También edificios históricos, como es la Casa Tosquella del Putxet, está inmersa en una rehabilitación para convertirla en un casal para ancianos. O la masía de Can Peronet, en la Vall d’Hebron, que por ahora se salva del derribo porque el Ayuntamiento ha solicitado un informe para evaluar si la finca merece ser protegida.
Tanto estas fincas como otras que se han derrocado tenían la licencia de obras, por lo que el Catálogo Municipal de Protección no les ha dado la suficiente importancia patrimonial.
Barcelona tiene 40 edificios protegidos cerrados. Uno de los problemas sobre la protección de patrimonio es saber hasta qué punto se deben proteger, asegura a Metrópoli el exconcejal de Arquitectura del Ayuntamiento de Barcelona por el PSC, Daniel Mòdol. “Se entiende erróneamente que protegerlos es no tocarlos, pero esta no es la solución, porque se abandonan”, explica Mòdol. Por esta razón, el arquitecto recuerda que sí que necesaria una “nueva vida” para este tipo de edificios, siempre respectando los elementos que lo hacen histórico. Para Mòdol, no sólo es patrimonio un edificio muy antiguo, sino también aquellos que cuentan con "elementos que aportan valor identitario a la ciudad", como es el caso de la fachada del Bar Balius.
Mòdol detalla que hay que establecer unos criterios para saber qué es patrimonio y qué no. Unas palabras que reafirman las de la teniente de alcaldía Laia Bonet. “Tenemos que reconocer que no se puede proteger todo por nostalgia, porque no hay una manera de englobarlo todo. Revisar el catálogo no es fácil y tenemos que ver con qué criterios lo hacemos”, explica Bonet. De hecho, Mòdol recuerda que sólo hay un catálogo para la arquitectura antigua. “A partir de 1920 no hay un catálogo específico, por lo que es difícil saber cómo proceder con la arquitectura moderna, aunque haya sensibilización para salvarla”, lamenta a este digital.
La oposición exige soluciones y más protección
El conflicto sobre la preservación del patrimonio siempre es motivo de debate. Con el conflicto del Bar Balius, los grupos de la oposición han aprovechado para arremeter contra el Ayuntamiento sobre el funcionamiento de la normativa. El concejal de Junts, Damià Calvet, asegura a Metrópoli que “hay carencias severas en los instrumentos de gestión municipal para garantizar la preservación” y añade que “son necesarios nuevos mecanismos para incorporar con más agilidad elementos patrimoniales”.
La líder de ERC en Barcelona, Elisenda Alamany, coincide con Calvet y asegura a este digital que si no se actualiza y amplía el alcance de la cobertura de nuevos elementos patrimoniales “se perderá un poco Barcelona”.
Desde los comunes sacan pecho de lo hecho durante su mandato y recriminan al actual gobierno municipal "no haberse reunido con las entidades de patrimonio" en los 10 meses que llevan gobernando, según la concejal Janet Sanz. Para Barcelona en Comú, es una prioridad "que el catálogo esté en constante ampliación".
El grupo municipal del PP ve con preocupación el exceso de protección que aumenta las trabas burocráticas para renovar el parque de vivienda. "En Barcelona hay un grave problema para tramitar licencias en edificios protegidos", asegura el concejal Víctor Martí.
Además de las complicaciones administrativas, también hay ejemplos de edificios históricos que han sido okupados, como la antigua fábrica de Can Ricart. Según Gonzalo de Oro-Pulido, líder de Vox en la ciudad, se debe pasar página de los “ocho años nefastos del gobierno de Colau que, además de no cuidar el patrimonio, su pasividad ha permitido dejar los edificios en manos de okupas”. Para aumentar su protección, de Oro-Pulido apuesta por “controles de seguridad en exteriores como interiores y ampliar el personal municipal con especialistas que trabajen para hacer seguimientos de los diferentes edificios que merecen especial atención y cuidado”.
Compromiso para revisar el Catálogo
Por todo esto, el Ayuntamiento se pondrá manos a la obra y se ha comprometido a revisar el Catálogo Municipal de Patrimonio a petición de una proposición de ERC. Esta incluye una revisión integral, la creación de mesas de patrimonio interdisciplinarias con participación ciudadana activa y una campaña de sensibilización y educación sobre la importancia del patrimonio. La iniciativa también prevé medidas concretas, como la activación del Artículo 119 de la Carta Municipal, que destina el 1% de toda la obra pública a la conservación del patrimonio, y la creación de una ventana única para los proyectos que incluyan piezas patrimoniales. No obstante, la socialista Bonet incide en que "no será fácil".