
Fotografía del piso de Llars Compartides en la calle Concili de Trento de Barcelona para personas mayores Barcelona
Pensionistas que se ven obligados a compartir piso en Barcelona a los 70 años: “Yo ya me imaginaba con mi propia casa”
La crisis de vivienda afecta también a las personas mayores, que con la pensión no pueden hacer frente a la subida de alquileres: Llars Compartides se encarga de poner solución a esta emergencia
Más información: Barcelona, Santa Coloma y L'Hospitalet: las ciudades del área metropolitana donde se construirán los pisos sociales del Govern
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“Estaba cansada de vivir en habitaciones. Cuando tienes más de 65 años la gente ya no te quiere en casa”. Olga y Jaume (nombres ficticios) se han visto obligados a compartir piso con 69 y 72 años porque la pensión no les permite acceder a una vivienda propia en la ciudad de Barcelona.
La Fundació Llars Compartides, una entidad del tercer sector que nació para cubrir las necesidades de vivienda de las personas mayores, les ha ofrecido una alternativa: un piso social destinado únicamente al colectivo.
En la vivienda de la fundación, situada en la calle Concili de Trent del barrio de El Clot, conviven Olga y Jaume con otra señora mayor.
“Yo me imaginaba que a los 69 años ya tendría mi propio piso”, admite la pensionista, aunque coincide con el resto de inquilinos que es “un lujo” haber accedido al recurso de Llars Compartides.
Vivir con los hijos
Jaume, antes de acceder al piso social de la entidad, vivía con su hija porque atravesaba una situación económica complicada. “Mi hija tiene que hacer su vida y no tiene que aguantarme a mí, por muy buena relación que tengamos…”, cuenta con pesar.
Afortunadamente, desde servicios sociales le derivaron a la fundación y pudo acceder a la vivienda de Concili de Trent en solo un mes. En este apartamento lleva ya tres años y asegura que está “muy contento”.

Fotografía del piso de Llars Compartides en la calle Concili de Trento de Barcelona para personas mayores Barcelona
La pesadilla de las habitaciones
Olga, por su parte, vivió unos años convulsos antes de entrar en Llars Compartides. Tras perder el trabajo a una edad avanzada y tener que buscarse una alternativa como cuidadora, encadenó varios alquileres de habitaciones, con todo lo que ello supone.
“Cuando tienes más de 65 años la gente ya no te quiere en casa”, lamenta. “Terminé muy cansada, es muy duro estar en habitaciones…”, añade.
Según cuenta, los compañeros de piso, que solían ser los propietarios de la vivienda, le llegaban a pedir que solamente durmiera en la habitación y que no se “apalancara” demasiado para no gastar luz. Incluso, llegó a vivir en habitaciones con humedades.
“Hace once meses que entré en Llars Compartides y estoy en la gloria, tengo compañeros muy buenos”, afirma aliviada.

Fotografía del piso de Llars Compartides en la calle Concili de Trento de Barcelona para personas mayores Barcelona
“Somos libres”
“El piso está bien, el barrio también y somos totalmente autónomos. No tenemos un control”, celebra el residente.
Los inquilinos hacen lo que quieren en su día a día. Jaume, por ejemplo, sale antes de las 08:00 horas de la mañana y vuelve por la tarde, mientras que Olga prefiere pasar la mañana en el apartamento e ir a comer fuera en un comedor social.
Además, el hecho de tener otros dos pisos de Llars Compartides cerca facilita la buena relación entre los diferentes residentes de la fundación, ya que también hacen actividades durante el mes como salidas al Liceu, al teatro o excursiones fuera de la ciudad.

Fotografía del piso de Llars Compartides en la calle Concili de Trento de Barcelona para personas mayores Barcelona
Con respecto a la convivencia, ambos aseguran que no han tenido problemas y las tareas de la casa se las reparten entre los tres inquilinos, aunque tampoco tienen normas entre ellos.
“Somos libres. La ventaja de este piso es que no solamente alquilamos una habitación, sino todo el piso. Podemos salir fuera, ir a la cocina, al salón… Y podemos traer visitas también”, explica Jaume. La cuestión, aclara, es tener “la mente abierta”.
No hay alternativa
“Los inquilinos son personas como nosotros, que se han jubilado y perciben una pensión de 500 o 600 euros con la que no pueden acceder a un piso de alquiler de 800 euros”, explica Àlex Serret, integrador social de la fundación.
Además, las personas mayores encuentran más dificultades para encontrar una vivienda por el hecho de tener una edad. “Si entras en cualquier portal, el requisito de los anuncios es gente joven, estudiantes, de hasta 35 años… Si buscas piso con 65 o 70 años, te descartan automáticamente”, denuncia el educador.
Pese a haber trabajado toda la vida, muchas personas mayores ven que “pueden acabar en la calle” por no poder hacer frente a una subida del alquiler. Los residentes de Llars Compartidas son personas que no tienen otra alternativa más que compartir piso en una vivienda social.
Alquiler a 200 euros
La fundación gestiona nueve pisos en Barcelona y otros cinco en Badalona.
El alquiler medio se sitúa entre los 200 y 250 euros y, tal y como explica Serret, el precio de los residentes no puede superar el tercio de la pensión que perciben.

Fotografía del piso de Llars Compartides en la calle Concili de Trento de Barcelona para personas mayores Barcelona
Prejuicios
La sociedad es muy "desconsiderada" con las personas mayores, en opinión del integrador, que asegura que, a nivel externo, se ve con otros ojos el hecho de que algunos de los pensionistas de esta ciudad no puedan costearse una vivienda.
“Quiero hacer un llamamiento a la reflexión. Vemos este tipo de situaciones como muy lejanas, cuando todos perfectamente podemos sufrir esto, nadie está exento”, lamenta el educador.
Cómo acceder a Llars Compartides
Para acceder a los pisos de la Fundació, las personas deben ser derivadas desde servicios sociales y presentar un informe económico (con el importe de la pensión), médico y social.
Una vez los educadores recopilan toda la documentación, se entrevistan con los solicitantes del piso.
“Cuando hay un fallecimiento o una de las personas decide marcharse, hacemos visitas con los candidatos y valoramos, en conjunto con los inquilinos, la persona que puede adaptarte mejor a la vivienda”, explica el educador.

Àlex Serret, integrador social del piso de Llars Compartides Barcelona
Autonomía
El recurso indispensable que deben cumplir todos los inquilinos es el siguiente: tener independencia. Si bien, en caso de sufrir un deterioramiento cognitivo o físico, la fundación hace el acompañamiento correspondiente, se pide a los futuros residentes que sean autónomos.
“Ellos se gestionan el día a día. La autonomía es muy importante porque no son pisos tutelados ni asistenciales. Aunque hacemos visitas semanales, los residentes van a la suya”, asegura Serret.
Muchas personas se quedan fuera
La lista de espera para acceder a Llars Compartidas es muy extensa, lo que demuestra el impacto de la crisis de la vivienda en un colectivo que, a menudo, se deja de lado.
Los propios residentes han asegurado que tienen amigos o conocidos con graves problemas económicos y de acceso a una vivienda. “Conozco a mucha gente que está en habitaciones y cobra la no contributiva o una pequeña pensión de viudedad y las pasan ‘canutas’”, manifiesta Olga.