Alba, la pescadora más joven de Barcelona en la lonja del puerto Barcelona
Alba Aguilera, pescadora en Barcelona, sobre la subida de precios: "A mí me compran un kilo a un euro y se vende por 12 en las pescaderías"
La joven denuncia cómo los intermediarios "inflan hasta más de 10 veces" el precio del pescado fresco, mientras quienes trabajan en el mar reciben apenas una fracción de su valor real
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A sus 24 años, Alba Aguilera es la pescadora más joven del puerto de Barcelona. Su rutina comienza en la madrugada, cuando la ciudad aún duerme y el mar dicta sus horarios.
Pese a lo duro de las jornadas, Alba ha hecho de la pesca su vida, siguiendo el legado de su padre y apostando por técnicas sostenibles como el Trasmallo, que respeta el ecosistema marino.
Barco de Alba en el Puerto de Barcelona Barcelona
Pero si algo define su actualidad, no son las madrugadas ni la recogida de redes, sino la indignación por lo que sucede fuera del puerto: cómo se comercia el pescado, cómo se inflan los precios y cómo se invisibiliza el trabajo de quienes se exponen al mar.
La queja que sacude el puerto
“Estoy harta y cada vez que veo los precios del pescado en las pescaderías más todavía”, estalla Alba, con una mezcla de frustración y cansancio. La joven se refiere a un fenómeno que ha presenciado cientos de veces: el kilo de pescado que ella vende a 1 euro en la lonja llega a las tiendas multiplicado hasta por más de 10 veces su valor.
“¿Cómo puede ser que a mí me compren el kilo de la melva a 1 euro y la tengan puesta en el mostrador a 12 euros el kilo?", comenta Alba en su última publicación en redes sociales, que acumula miles de interacciones.
Alba, la pescadora más joven de Barcelona Barcelona
El problema insiste Alba, no está en el mar ni en los pescadores: “Los que nos dejamos la espalda y nos jugamos la vida, somos nosotros, los pescadores, y luego llega la cadena de espabilados que no han olido la mar en su vida y le meten un sablazo de más de 10 veces más al precio”.
Una cadena que invisibiliza su esfuerzo y hace que la culpa del precio recaiga injustamente sobre los profesionales del puerto.
La injusticia de la cadena
En sus declaraciones más recientes, Alba denuncia la desigualdad en la distribución de beneficios dentro del sector. Mientras ella y otros pescadores invierten horas incalculables bajo el sol, limpiando y clasificando pescado, los intermediarios y tiendas elevan los precios sin tener contacto con la mar.
“El pescador no hace el pescado caro. Los que inflan el precio son los de siempre”, afirma. Su voz refleja el hartazgo de quienes sienten que su trabajo es ignorado, mientras la sociedad paga precios que no reflejan el esfuerzo real detrás del pescado fresco de proximidad.
Un sector en crisis y sin relevo
Barcelona, como muchas ciudades costeras, enfrenta una crisis en la pesca tradicional: disminuye la ocupación laboral y cada vez son menos quienes quieren dedicarse al mar. Alba lo sabe mejor que nadie: ser la pescadora más joven del puerto no es un motivo de orgullo, sino un síntoma de que algo falla en el sector.
Alba, la pescadora más joven de Barcelona Barcelona
A pesar de los planes de la economía azul y las políticas de promoción del pescado local, la rentabilidad real para los pescadores sigue siendo baja.
Los precios en lonja no permiten competir con pescado industrial o importado, y la dificultad de atraer a nuevas generaciones amenaza la continuidad de la tradición.
Lo local frente a lo global
El contraste entre el trabajo artesanal y la industria global es una de las mayores frustraciones de Alba. Mientras ella garantiza frescura y sostenibilidad, los consumidores optan por productos más baratos, traídos desde lugares tan lejanos como China o Marruecos, sin conexión alguna con el mar barcelonés.
“La gente va al súper, compra salmón, y ni se plantea de dónde viene. Aquí no hay salmón. Pero es lo que ahora está de moda y nosotros no podemos competir con eso”, comenta en conversación con Metrópoli.
Sus palabras resumen la paradoja: el valor real del trabajo pesquero se diluye en un mercado que prioriza el precio sobre la calidad y la proximidad.
Un grito desde el puerto
Alba Aguilera no busca romantizar la pesca ni presentarla como un oficio idílico. Su mensaje es crítico, directo y urgente: la pesca local está siendo explotada y desvalorizada, mientras los que trabajan en ella apenas reciben compensación justa.
“Basta ya. Que se sepa que los pescadores no somos los culpables de que el pescado sea caro. Somos nosotros quienes estamos al pie del cañón, jugándonos la vida y recibiendo una fracción de lo que realmente vale nuestro esfuerzo”, sentencia.
Redes de pesca en el Puerto de Barcelona Barcelona
Entre redes, cubetas y jornadas interminables, Alba representa a toda una generación de pescadores que lucha por visibilizar su trabajo y reclamar justicia económica. Su voz es, en palabras de muchos, el grito necesario de un sector que no puede permitirse desaparecer.