Por difícil que pueda parecer, hay quien puede reconvertir un callejón sin salida en una improvisada librería. Este es el caso de Pablo, un barcelonés que se quedó en la calle debido a la pandemia de coronavirus y que ha cambiado por completo el lado este del pasaje de Conradí.
Ubicada en el distrito de Gràcia, a escasos metros de la Sagrada Família, esta vía barcelonesa es especialmente peculiar. Además de tratarse de una calle sin salida de un tamaño especialmente reducido, está techada gracias a las fachadas de los edificios colindantes. Las características de esta localización fueron un elemento clave para que este sintecho decidiera fijar su particular proyecto, gracias al que "sobrevive" durante esta crisis.
LOS LIBROS, UNA SALIDA
Pablo se quedó en la calle el pasado 29 de mayo. Tras verse obligado a abandonar su habitación de alquiler, que se encontraba en la confluencia de la Ronda del Guinardó con la calle de Lepant, optó por trasladarse al pasaje "con un colchón y cuatro libros". Según relata, tuvo la idea de "intercambiar libros con los vecinos", de quienes obtenía "algo de propina".
Para personalizar el espacio, el sintecho utilizó numerosos muebles "reciclados", algunos ya vendidos a vecinos que se interesaron en ellos. Para obtener pequeños ingresos adicionales, también se deshizo de ciertas antigüedades que ya había fijado en el pasaje.
SIN PROBLEMAS
Pablo asegura que antes de él había "otro perfil de sintecho" que no daba "más que problemas", lo que provocaba la presencia diaria de agentes de la "Guardia Urbana y los Mossos d'Esquadra". En este sentido, explica que previamente a su llegada el pasaje de Conradí estaba habitado por "sintecho con problemas de alcohol y drogas". Por ello recalca que es lógico que "los vecinos" le "aprecien".
En su día a día, el barcelonés indica que va "tirando con la comida" con la ayuda de los residentes. Además, es socio del centro deportivo Claror Sardenya para mantener su higiene: "es donde me ducho y me aseo".
EN BUSCA DE EMPLEO
Con la situación actual en la que se encuentra, Pablo espera "que pase alguien con una oportunidad laboral" para poder "trabajar, alquilar una habitación y salir de ésta". Oficial de primera en impermeabilización, explica que durante años ha estado "dando tumbos en trabajos sin tener contrato y en malas condiciones". Por esta razón, explica que ahora no puede recibir prestaciones como la "renta garantizada" pese a tener 53 años y estar en situación de desempleo.
Durante su vida laboral, el sintecho también ha trabajado de comercial en diferentes compañías y ha sido fregaplatos en un hotel, su último trabajo. Mientras espera poder tener una nueva oportunidad profesional, Pablo continúa en su particular librería de Gràcia con una máxima que tiene clara: "no voy a estar en el metro pidiendo ni con una botella al lado".