Uno de los barrios más emblemáticos de Barcelona antes era un pueblo: este es su pasado histórico
En 1897, fue anexadi oficialmente a la ciudad junto con otros pueblos cercanos como Sants y Sant Andreu
Hoy en día, Gràcia es uno de los barrios más populares de Barcelona, famoso por su vida cultural, sus plazas llenas de terrazas y su ambiente bohemio. Sin embargo, pocos saben que, antes de ser parte de la capital catalana, Gràcia era un pueblo independiente. Hasta mediados del siglo XIX, Gràcia tenía su propio ayuntamiento y un estilo de vida muy distinto al de la Barcelona industrial.
Su historia como pueblo se remonta al siglo XVII, cuando se desarrolló alrededor del Convento de Nuestra Señora de Gracia, que le dio su nombre. Durante más de 200 años, Gràcia fue un lugar tranquilo, agrícola y alejado del bullicio de Barcelona. La expansión de la ciudad y la industrialización cambiaron su destino para siempre.
Anexión a Barcelona y transformación urbana
En 1897, Gràcia fue anexada oficialmente a Barcelona junto con otros pueblos cercanos como Sants y Sant Andreu. Aunque ya existía una conexión natural entre Gràcia y la ciudad, esta anexión marcó el inicio de su transformación. Las antiguas huertas y tierras de cultivo comenzaron a urbanizarse, y el pueblo se integró en la creciente Barcelona moderna.
A pesar de la anexión, Gràcia mantuvo su identidad. Sus calles estrechas y plazas, como la Plaça del Sol o la Plaça de la Vila, conservan ese aire de pueblo que tanto lo diferencia del Eixample o de otras zonas más amplias y modernizadas de la ciudad. Sus habitantes, conocidos como "graciencs", han sido históricamente orgullosos de sus raíces y han preservado ese espíritu comunitario.
Fiestas y cultura popular
Uno de los mayores símbolos de esa identidad única es la famosa Festa Major de Gràcia, celebrada cada agosto. Durante una semana, el barrio se transforma en un gran escenario con calles decoradas por los vecinos, en una competencia por ver quién crea el diseño más espectacular. Esta tradición, que se remonta al siglo XIX, refleja la vitalidad cultural del barrio y su fuerte sentido de comunidad.
Gràcia también es un bastión de la cultura bohemia y alternativa en Barcelona. Sus cines independientes, tiendas artesanales y la presencia de artistas le dan un carácter único que atrae tanto a locales como a visitantes. Aunque ahora forma parte integral de Barcelona, el antiguo pueblo de Gràcia ha sabido mantener su esencia histórica y sigue siendo un rincón especial dentro de la ciudad.