Calma tensa y silencio tras la guerra. Este miércoles, las calles de la Mina parecían ajenas a la movida de la noche del día anterior. Con menos gente y movimiento en las zonas más concurridas, el día después del tiroteo entre clanes parecía un día más en el barrio más conflictivo de Sant Adrià de Besòs. Como siempre, imperaba la ley del silencio.
Los disparos del martes en la calle Venus estaban en la mente de todos. Un enfrentamiento entre dos familias finalizó en un fuego cruzado que se tradujo en unos diez disparos. A la llegada de los Mossos, pocos minutos después, ya no quedaba nadie en la zona. Las marcas de bala en los coches que había aparcados fueron el chivato perfecto para la policía, aunque algunos vecinos ya habían grabado la sorprendente las escenas desde sus casas.
RESACA EN LA CALLE
La resaca del salvaje suceso vivido el día anterior se ha vivido en la calle, pero de forma discreta. Vías como la calle de Ponent no dejan duda alguna sobre ello: las terrazas están prácticamente llenas, grupos de vecinos pasean entre conversaciones distendidas y, en la frutería, las habituales clientas hacen cola para ser atendidas.
La estampa se repite en otras vías principales, especialmente en aquellas calles limítrofes con Barcelona. En la calle Sant Ramon de Penyafort grupos de personas se reúnen alrededor de los bancos de su amplia acera, acompañados de algunas bebidas. Similar es la imagen que se plasma en Cristóbal de Moura, en la que los vecinos conversan mientras un repartidor acude a algunos bares de la zona. En calles más céntricas del barrio, como la avenida de Manuel Márquez Fernández o la propia Rambla de la Mina, no hay concentraciones, y el volumen de gente es notablemente inferior.
En la calle Venus, lugar del tiroteo, ha vuelto la tranquilidad. El clima soleado y cálido, aún de pleno verano, invita a los vecinos a sentarse ante los bares, mientras que los niños juegan en la calle. El miedo de anoche parece haber dado paso a la cotidianidad de un barrio acostumbrado a la inseguridad.
POCAS PALABRAS DEL TIROTEO
Horas después del intercambio de disparos, pocos son quienes quieren hablar sobre este asunto. Al ser preguntados por ello, muchos son los que se niegan a hacer declaraciones, incluso bajo el anonimato, e incluso hay quienes muestran miradas hostiles que denotan la tensión por el reciente suceso.
Sin embargo, en la calle Saturn, un vecino jubilado del barrio sí se pronuncia sobre ello. "No vi los disparos, pero sí que los escuché y había gente que corría por la calle. No sé si por miedo o porque habían hecho algo", apunta este residente que opta por no dar su nombre.
'AMENAZAS DE MUERTE'
Una joven residente del Besòs i el Maresme, en la frontera con la Mina, explica que ella no vivió lo sucedido, pero sí una conocida que vive en el señalado barrio de Sant Adrià de Besòs. Según explica, esta mujer se alarmó al escuchar "varias amenazas de muerte y justo después oyó muchos disparos". Respecto a los motivos que podrían haber ocasionado el conflicto, se muestra tajante: "No lo sé, pero La Mina es un barrio muy perjudicado por la droga".
Otro residente del barrio que presenció los hechos explicó este martes a Metrópoli las razones por las que la inseguridad se ha cronificado en el barrio. Apuntó a la "falta policial permanente" y al "desinterés del Ayuntamiento de Barcelona y de Ada Colau en contribuir a solucionar el problema".
Además, remarcó que las "rivalidades entre clanes gitanos del barrio por la venta de droga, armas y disputas familiares" continúan siendo un lastre para el barrio.