Este sábado, 19 de noviembre, se cumple un año de uno de los crímenes más impactantes de 2021 en el Área Metropolitana de Barcelona: el de Valentín Moreno. Al hombre lo ejecutaron de un tiro en la nuca en la calle de Tarragona de Sant Adrià de Besòs, en el barrio de Sant Joan Baptista, lugar donde residía con su mujer e hijas. Moreno pasó a formar parte de la crónica negra de Barcelona en abril del año 2000 cuando con un grupo de amigos mató a Carlos Javier Robledo a golpes en la Vila Olímpica. 

El asesinato de Moreno, federado en lucha grecorromana, sorprendió a una parte de la sociedad: a familiares y a amigos que no vieron venir el asesinato, que veían injusto que hubiesen matado a un chico que actualmente se dedicaba "a lo suyo" y "no hacía daño a nadie", según fuentes vecinales de la misma calle. Sin embargo, para la policía de toda Catalunya se trató de la crónica de una muerte anunciada.

Valentín Moreno en el juicio del año 2009 / EFE

"PALOS" MUY VIOLENTOS

Valentín nació y se crió en el barrio de La Mina. Los vecinos lo recuerdan como un niño "normal", para nada conflictivo. "No daba problemas", explican a Metrópoli algunos residentes de la zona. "Era un buen tío y ayudaba a todo el mundo", comentan algunos de los más jóvenes del barrio, que hablan de Moreno como si se tratase de una especie de héroe.

Una realidad bien diferente a la que explican fuentes policiales a este medio. Valentín estuvo detrás de numerosos "palos", una palabra del argot que significa "robos" o "atracos": "Palos muy violentos", asegura la policía. Y no a gente común. "Robaba a clanes muy poderosos en Barcelona". También se le identificaba por protagonizar vuelcos, esto es, robos a narcotraficantes durante el transporte de la droga. Sus fechorías eran tan conocidas que, días antes de su muerte, en algunas comisarías catalanas se comentó que "cualquier día", alguien lo "pelaría".

POSIBLE RELACIÓN CON UN CÁRTEL COLOMBIANO

La investigación, según han confirmado los Mossos d'Esquadra a Metrópoli, continúa abierta y no hay detenidos. Un año después de su muerte ha salido a la luz una línea de investigación. Según fuentes cercanas al caso, Valentín se habría dedicado, presuntamente, durante los últimos años a traficar con cocaína en el Port de Barcelona. En estas transacciones, habría colaborado con un cártel colombiano. Algo sucedió en uno de los "pases" que hizo que uno de los cargamentos se perdiese y los colombianos pasaron a deberle una gran cantidad de dinero a Moreno.

Según las mismas fuentes, Valentín les habría amenazado de muerte si no le pagaban el dinero que le debían. Los investigadores apuntan que, presuntamente, un sicario del cártel se dirigió al domicilio de Moreno, en Sant Adrià, y le hirió de extrema gravedad de un disparo en la nuca en plena calle. Horas después, el herido moría en el hospital Can Ruti de Badalona, el 19 de noviembre. Del asesino, a día de hoy, no hay ni rastro, aunque algunos testigos de la ejecución aseguran que la persona que lo asesinó iba en bicicleta para después huir.

RESPALDO DE LOS CASUALS

El fallecido no estaba solo: era miembro de los Casuals, el grupo criminal vinculado a los Boixos Nois (los hooligans del Barça). Su relación con ellos comenzó de bien joven, cuando todavía era menor de edad. El día que cumplía 18 años "mató a un chaval para celebrar su cumpleaños", recuerdan fuentes policiales. Los agentes hacen referencia a un crimen que horrorizó a Barcelona en el año 2000. Valentín mató a golpes a un chico a la salida de una discoteca en la Vila Olímpica.

Él y varios amigos propinaron una brutal paliza a Carlos Javier Robledo, un joven que entonces tenía 23 años. La víctima formaba parte de un equipo de fútbol, el Rosario Central, rival del grupo de Moreno. Conocido como el asesino de la Vila Olímpica, Moreno tenía aún 17 años cuando se cometió el brutal ataque y fue juzgado como un menor. Pasó solo ocho años internado en un centro y tres bajo libertad vigilada.

La calle de Tarragona de Sant Adrià donde mataron a Valentín Moreno/ GOOGLE MAPS

SEGUNDA CONDENA EN 2009

En septiembre de 2008, Moreno consiguió el tercer grado tras haber mostrado un "empuje" hacia la reinserción estudiando en la cárcel. Sin embargo, el joven se vio envuelto en polémicas similares pocos meses después, en el campo del Rosario Central. Valentín formaba entonces parte del Bada-Bing, equipo en el que jugaban integrantes de los Boixos, y fue condenado a seis años de prisión por propinar otra paliza a un argentino, con cinco jóvenes más, a jugadores del otro equipo. En esta ocasión, el juez también decretó agravante de racismo. Los seis condenados, además, debían pagar al Rosario Central un total de 18.420 euros en concepto de daños morales y físicos.

En 2017, el asesino de la Vila Olímpica fue señalado por otra trifulca, en este caso con sanitarios y vigilantes del Hospital del Mar de Barcelona. Fue durante una visita a su padre, ingresado en el centro sanitario, cuando se enzarzó con varios vigilantes y médicos.

PALIZAS "POR AFICIÓN"

El conflictivo historial delictivo corrobora las palabras de los agentes con los que se ha puesto en contacto este medio y que coincidieron alguna vez con Moreno: "Daba palizas por afición". Algunos, incluso, recuerdan que Valentín "saltaba desde coches en marcha para patear a la gente". "Era medio cabeza rapada. Puede ser que cualquier excusa le valiera", aseguran las fuentes policiales.

Valentín Moreno, en una imagen de archivo de cuando declaró en el juicio del crimen de Vila Olímpica. EFE

TIROTEO HACE POCAS SEMANAS

La madrugada del 29 de octubre de 2022 hubo otro tiroteo en la misma calle donde hace justo un año asesinaron a Moreno. Por el momento, los Mossos mantienen la investigación abierta, en paralelo a la del crimen, aunque no se ha probado que los hechos tengan relación entre sí. Los disparos provocaron que una bala perdida acabase en el interior de uno de los domicilios de la calle.

Lo factual es que un año después del asesinato de Valentín Moreno no hay ningún detenido y muchos interrogantes abiertos sobre este crimen. 

Noticias relacionadas