El pasado lunes, 22 de noviembre, y tres días después del asesinato de Valentín Moreno, los Mossos d'Esquadra encontraron la pistola con la que se perpetró el crimen. Una automática con silenciador que fue hallada en las cercanías de la incineradora de Sant Adrià de Besòs. El mismo día se celebraba, paralelamente, el entierro de Moreno en el tanatorio del municipio al que acudieron decenas de personas cercanas al hombre.

"Mi hermano ha cometido errores y los ha pagado", aseguraba públicamente en las redes sociales uno de los hermanos del fallecido, Iván Moreno. "Jamás he aprobado la violencia. Leer cierto tipo de comentarios es doloroso para la familia". Por otro lado, Israel Moreno, otro de los hermanos de Valentín, declaraba a La Vanguardia que no quieren venganza, "solo justicia".

Valentín Moreno, en una imagen de archivo de cuando declaró en el juicio del crimen de Vila Olímpica. EFE

HOMENAJE Y UN PEQUEÑO ALTAR

A Valentín le dispararon por la espalda el pasado jueves, 18 de noviembre, por la tarde. Los hechos sucedieron en la calle Tarragona del barrio de Sant Joan Baptista de Sant Adrià, donde el fallecido tenía a sus amistades y donde hacía vida. El agresor le disparó en la nuca y huyó. Algunos vecinos aseguran que el asesino iba en bicicleta.

En la misma calle del asesinato, ahora se puede ver un pequeño altar con el que los vecinos del barrio rinden homenaje a la figura de Valentín. El altar consiste en velas, cartas escritas a mano y flores. También se hace referencia a su vinculación al mundo del deporte con un escudo del FC Barcelona y una bufanda del Sant Adrià Club de Fútbol, el equipo del que actualmente formaba parte como entrenador y como jugador. De hecho, Valentín también acudía a un gimnasio próximo a la misma calle, situado en el Centro Comercial Alcampo. "Venía cada mañana y era muy amable con el resto de socios", aseguran a Metrópoli algunos trabajadores del gimnasio. 

El pequeño altar con el que los vecinos de Sant Adrià homenajean a Valentín / METRÓPOLI

EL SANT ADRIÀ CLUB DE FÚTBOL, DE LUTO

El Sant Adrià Club de Fútbol también se despidió de Valentín Moreno por redes sociales. El hombre era uno más de la familia del club y se implicaba activamente en su evolución: "Sin él, habría sido imposible llevar a cabo el proyecto deportivo desarrollado durante estos últimos años", reza el comunicado oficial que el equipo lanzó en Twitter hace unos días. "Su labor, tanto a nivel deportivo como en la gestión del club, ha sido crucial". 

Sin embargo, el lamento de la muerte de Valentín por parte del club ha suscitado un gran debate. Algunos usuarios de Twitter se han mostrado indignados y enfurecidos por las palabras del equipo, que ensalza la figura del homicida: "Dando el pésame por la muerte de un individuo que asesinó por odio" o "Impresentables" son algunos de los comentarios de los internautas. Respecto a esto, el club no ha querido dar declaraciones a este medio.

El lazo negro que el Sant Adrià Club de Fútbol ha puesto en sus redes sociales en honor a Valentín Moreno / TWITTER

EL ASESINO DE LA VILA OLÍMPICA

La polémica, de hecho, está suscitada por el pasado de Valentín. Moreno no era un vecino cualquiera. Su historial delictivo se inició en el año 2000. El fallecido y varios jóvenes más propinaron una paliza a Carlos Javier Robledo, un joven que entonces tenía 23 años. Lo mataron a golpes en el Port Olímpic. La víctima formaba parte de un equipo de fútbol, el Rosario Central, rival del grupo de Moreno.

En aquella ocasión, el grupo agresor salió a celebrar el cumpleaños de Valentín, ya que este cumplía la mayoría de edad. El joven se libró de ir a la cárcel por tres horas: en el momento del asesinato, Moreno aún era menor de edad. Por esto, solo le condenaron a ocho años de internamiento y tres de libertad vigilada. Otras siete personas fueron condenadas.

SEGUNDA CONDENA EN 2009

En septiembre del 2008, Moreno consiguió el tercer grado tras haber mostrado un "empuje" hacia la reinserción estudiando en la cárcel. Sin embargo, el joven se veía envuelto en más polémicas similares pocos meses después, en el campo del Rosario Central. Valentín formaba entonces parte del Bada-Bing, equipo en el que jugaban integrantes, precisamente, de los Boixos Nois.

Valentín volvía a ser condenado a seis años de prisión por propinar otra paliza, con cinco jóvenes más, a jugadores del equipo, en un partido. En esta ocasión, el juez también decretó agravante de racismo. Los seis condenados, además, debían pagar al Rosario Central un total de 18.420 euros, en concepto de daños morales y físicos.

Valentín Moreno en el juicio del año 2009 / EFE

ASALTO AL HOSPITAL DEL MAR

Pero los conflictos no terminan ahí. Moreno, a quien se ha vinculado erróneamente a un clan, cuando solo tenía vínculos con su familia política, protagonizó un tercer incidente en el Hospital del Mar en 2017.

El finado perpetró un altercado en la ciudad sanitaria después de que su padre ingresara por un problema de salud. Discutió con los sanitarios, de las palabras pasó a los golpes y tuvieron que acudir una decena de vigilantes de seguridad para reducirlo entre una lluvia de patadas y puñetazos. 

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