Antoni Balmón (Barcelona, 1960) quiere ser un vecino más en Cornellà. Se camufla entre el paisaje, pero observa todo lo que sucede y es capaz de recriminar a una constructora que se haya cargado una papelera mientras realiza unas obras. Es alcalde de la ciudad casi desde hace 20 años. Y asegura que está enamorado de la política local. Balmón, vicepresidente ejecutivo del Área Metropolitana de Barcelona (AMB), es un peso pesado en el PSC, en la poderosa federación del Baix Llobregat. Pero como alcalde está centrado en el “crecimiento humano”, en aprovechar todos los espacios municipales para la interacción entre los vecinos de una ciudad de casi 90.000 almas. En esta entrevista con Metrópoli señala que
Usted lleva casi 19 años como alcalde de Cornellà. ¿Cómo valora su mandato hasta ahora?
Lo determinante no es el tiempo que uno lleva, sino cuánto tiempo vas a permanecer para poder transformar la ciudad. Desde el partido hemos planteado propuestas de ruptura acompañadas a las nuevas necesidades y movimientos que se producen en la sociedad. Hemos sabido encarnar esto desde la responsabilidad de gobernar y la valoración de la ciudadanía es muy positiva.
Ganó las elecciones de 2019 con mayoría absoluta, pero decidió incorporar a dos concejales de los comunes. ¿En qué le benefició este pacto?
Las alianzas deben superar los límites de uno mismo. La construcción de una comunidad que tiene diferentes miradas solo se puede hacer incorporando a gente que quiera trabajar contigo. No pides que renuncien a lo que son, sino que sumen para ampliar lo que somos. La política local es la única que tiene la posibilidad de ser transversal y esto es enriquecedor.
Si las alianzas suman, en caso de ganar las elecciones con o sin mayoría, no descarta ningún pacto.
No, no los descarto. Siempre he ofrecido un acuerdo en la ciudad.
¿Cuáles son sus expectativas electorales?
Vamos a tener, de nuevo, un buen apoyo por parte de la ciudadanía en Cornellà porque los proyectos locales están reforzados. Es importante el trabajo hecho hasta ahora, pero también las propuestas futuras. Somos un colectivo de personas inquietas, con un gran conocimiento de la ciudad, nos sentimos útiles y transmitimos seguridad y moderación. Todo esto nos da garantías.
Tantos años gobernando un alcalde socialista en el municipio ¿cree que existe una cierta anomalía debido a que el resto de fuerzas no compitan?
La democracia no es una anomalía.
No hay combate ideológico.
Sí que hay. Lo que pasa es que la ciudadanía se ve representada por fuerzas de izquierda. Otra cosa es qué partido ha podido encauzar y conectar mejor con sus propuestas. La población tiene presente el trabajo que se ha hecho por parte de los políticos, en este caso el PSC, que es quien mejor se ha proyectado a través de la estabilidad y la seguridad.
Esquerra Republicana asegura que ya tiene mucha presencia en el Área Metropolitana, pero todavía dista mucho de las posiciones del PSC. ¿Considera que es el mejor adversario o en todo caso el que intenta acercarse más?
Hay fuerzas políticas que están centradas en vodeviles y otras que intentamos trabajar en cómo conectar con la gente y disponer de un territorio potente para tener fortalezas y no debilidades. En Catalunya, por ejemplo, se ha perdido mucho el tiempo. Los partidos políticos deberían pensar en que los adversarios son los tiempos actuales, porque requieren de mucho consenso, de pocos apriorismos, pero esto cuesta.
¿Piensa en algún candidato en concreto?
No. Considero que si los políticos detectamos una cierta distancia con la ciudadanía, la responsable no es ella, sino nosotros. La política es más del día a día, más cotidiana, la política es un resultado en el tiempo.
Cómo en cualquier legislatura, siempre quedan algunas asignaturas pendientes. ¿Qué no ha conseguido hacer como alcalde?
Nada más entrar en el gobierno estalló todo. Los años 2020 y 2021 han sido un desastre. Y cuando esperábamos que 2022 fuera un año de recuperación, llegó la guerra de Ucrania y sus consecuencias. En el caso de Cornellà hemos doblado equipamientos, pero también hemos destinado dinero a cosas impensables e imprevisibles, hemos aparcados proyectos que igual tenían poca visibilidad. A pesar de todo esto, la política local no se ha paralizado y ahora hay que consolidarlo.
Actualmente se habla de seguridad y se intentan solucionar los problemas que hay en el Área Metropolitana. Usted en ocasiones ha hecho referencia a un modelo de seguridad integral, ¿a qué se refiere y cómo se puede alcanzar?
No es tanto un problema de seguridad sino de percepción. De hecho, la seguridad no forma parte de las principales preocupaciones de la ciudadanía, aunque sí considero que nos tenemos que anticipar y evitar que suceda. En Cornellà lo hacemos gracias a la figura del sereno. Desde una visión metropolitana, no tiene nada que ver con dotaciones de policías sino más bien con una suma de esfuerzos aprovechando la convergencia que nos permite la tecnología.
La delincuencia en Cornellà ha aumentado un 27,6% respecto a 2021, según el balance del Ministerio de Interior.
Estos datos se tienen que descomponer, porque aquí entran hasta las estafas digitales. Según los datos que nosotros tenemos, la delincuencia no ha crecido y esto es gracias a las actuaciones que hemos llevado a cabo. Los datos son bajos y la inseguridad va a existir siempre porque es una cuestión de percepción.
¿Qué plantilla hay de Policía Local en el municipio?
Entre 100 y 110, pero es suficiente. La seguridad en un municipio no es tanto el número de plantilla de policías, sino su organización, en cómo gestionas estos recursos humanos. Si sumamos todos los efectivos en Cornellà, entre Mossos d’Esquadra, Guardia Urbana, Policía Nacional y Guardia Civil estamos alrededor de los 250. Totalmente suficiente.
Usted ha mencionado a los serenos, incorporados desde hace un año en Cornellà. ¿Funciona esta medida y qué tipo de problemáticas resuelven?
Fundamentalmente aquellas cosas que pasan desapercibidas. Por ejemplo, un coche mal cerrado. Se trata de una serie de servicios sociales, garantías, acompañamiento a personas mayores...Y está funcionando muy bien. En ningún caso hemos detectado presencia de grupos delincuenciales.
Es una iniciativa que han “copiado” de la alcaldesa de Santa Coloma, Núria Parlón.
Sí, ella se tiró antes a la piscina. Le dimos vueltas a esta idea en una reunión que tuvimos porque hay ejemplos en otras ciudades de España que funcionan bien. Es una buena iniciativa.
¿Parlón está liderando la batalla por la seguridad en el Área Metropolitana?
La seguridad y otros tantos temas, como la administración del Besòs o la preocupación de las condiciones de las viviendas. Todos sabemos que en nuestras ciudades no podemos bajar la guardia.
¿En qué medida estos posibles problemas de seguridad tienen que ver con la falta de vivienda?
Si relacionamos seguridad con estabilidad personal, la política de vivienda es necesaria. Sin embargo, su construcción no se hace rápido y necesita muchos recursos económicos. Cornellà, a través de los instrumentos creados por el Ayuntamiento, ha dado mayor apoyo a esta estabilidad. Por ejemplo, tenemos 70 viviendas alquiladas a un mercado privado para familias. Las políticas de vivienda se deben mantener en un futuro.
En Barcelona había un plan previsto para todo el AMB, pero se paralizó. ¿En qué medida afectó esta decisión?
Se paralizó por dudas y al final ha quedado demostrado que perdimos el tiempo. Desde el AMB dijimos que lo hacíamos con o sin Barcelona. Ahora se ha puesto en marcha y estamos trabajando en ello.
¿Con fondos europeos?
Una parte sí. Otra con aportación privada.
¿Faltan efectivos policiales en Cornellà? Algunos alcaldes del área metropolitana se quejan de la escasa presencia de agentes de los Mossos d’Esquadra.
No, en Cornellà no tenemos esa situación. Es cierto que puede haber necesidades objetivas de una mayor dotación de Mossos o de médicos, o de maestros o bomberos. Y hay que saber de qué situación partimos. Soy crítico con la Generalitat. Les ha costado gestionar todas esas cuestiones en el territorio. Pero no podemos transmitir a la ciudadanía la idea de que nadie nos protege. No es verdad. No estoy con la crítica por la crítica. En mi caso, intento valorar lo que tengo e intento mejorar. Hay municipios que no se han atendido de forma suficiente. Esa ausencia se ha producido, pero no en Cornellà. Tenemos un modelo de interdependencia que ha funcionado.
¿Cómo avanza el proyecto Ribera-Salines, que proyecta la construcción de 2.500 viviendas y que ha provocado la oposición de ciertos colectivos por afectar a una zona agrícola y que lo califican de polémico?
No es polémico, para nada. Hablar de algo polémico supone que la ciudad se rompe por alguna cuestión. Hay grupos en contra, sí, pero es un proyecto que se realiza en una zona que desde los años 50 nunca ha sido un espacio verde. Siempre ha estado calificado como equipamiento. Esa es una primera enmienda a la totalidad que se puede hacer frente a los opositores. Luego, la segunda enmienda podría ser que se trata de un espacio degradado, que se aprobó para viviendas sociales. Y es que hasta el 80% serán pisos de vivienda oficial, y el 50% se deja para reserva natural. Un piso supone dignidad. Luego, es cierto que todo proyecto genera la oposición por parte de alguien. Es un consorcio entre la Generalitat y el Ayuntamiento, y se debe tener en cuenta la fuerte demanda de vivienda que tenemos.
¿Y qué ha sucedido con el Llobregat Centre en Cornellà?
Es una actividad económica, de carácter privado, y que es un problema para los propietarios. Estoy preocupado por los trabajadores y por los pequeños propietarios que se puedan ver afectados. Pero el Ayuntamiento no puede intervenir y estamos a la espera de los propietarios, para saber si revitaliza la actividad o apuesta por otro sector.
El paro en Cornellà, un 8,9% en diciembre de 2022, parece controlado. ¿Cómo valora la actividad en el municipio?
Son datos parecidos o por debajo de la crisis económica, antes de 2019. Hay más gente trabajando en el municipio que antes. Y Cornellà se ha consolidado como un centro importante en el área metropolitana. Hay planes de empleo, y políticas de formación e inserción con otros centros de la ciudad. Pero no podemos entrar con más detalle en cuestiones macroeconómicas ni tampoco a nivel micro.
¿Es la movilidad el gran reto de toda la comarca? ¿Hay que avanzar hacia el metro del Delta, como señalaba en estas mismas páginas el alcalde de Viladecans, Carles Ruiz, en el sentido de que es más difícil conectarse entre esas ciudades metropolitanas que entre ellas y Barcelona?
Se trata de una reflexión y de una reivindicación. Yo no me puedo conectar directamente desde Cornellà con Sant Vicens dels Horts, o con Sant Andreu de la Barca. Sí con Viladecans o Castelldefels. Pero es verdad que se pueden proyectar otras cosas, que se han liderado desde Cornellà, como un nuevo ramal de Renfe, entre Castelldefels y Cornellà. O una nueva propuesta de túnel ferroviario por la Diagonal, o la Nacional 245 entre las dos localidades. Y también que se refuerce el nudo ferroviario con Renfe o con los Ferrocarriles de la Generalitat por Sant Just, Esplugues, Molins de Rei o más allá del río. Pero mientras no llega la gran inversión, de calado, por parte del Estado y de la Generalitat, inversiones de cantidades importantes, hay que darle la vuelta a todo el sistema de transporte, con más frecuencias y más cortas. Mientras la inversión ferroviaria no llega hay que reaccionar con otros proyectos. La Generalitat, en todo eso, ha sido un mero espectador.
¿La Generalitat no reacciona?
La Generalitat lleva años como mero espectador sobre el territorio metropolitano. Hay falta de estabilidad, de orientación y de criterio. Y el mundo local lo que ha hecho es paliar la situación, sin sustituir a quien le corresponde actuar.
¿Se puede hablar de fracaso metropolitano con cuestiones como el bicing, que no es un servicio coordinado?
No es un fracaso, porque el problema es legal. Hay que buscar la coincidencia con todos los contratos en juego. El bicing de Barcelona es anterior al del AMB. Es un tema de contratos. Es una cuestión jurídico-técnica, que pasa en otros sectores, como el de los autobuses. El problema, aquí, es que en Barcelona el bicing se implementó antes. Puede que sobre 2027 se pueda conseguir que todos los contratos coincidan para lograr un bicing metropolitano, con la inclusión de Barcelona.
Es raro que suceda eso.
No, lo que pasa es que no podemos concursar algo que ya está concedido en otro lugar.
¿Hay un problema de gobernanza metropolitana?
No, hay un gobierno metropolitano, con el AMB. El bicing en Barcelona es de los tiempos de Jordi Hereu, y los contratos se deben respetar, porque los inversores cuentan con un período para las amortizaciones. En el AMB llevamos diez años con hechos que se han conseguido muy concretos. Se han doblado los esfuerzos económicos, con una respuesta homogénea para todos los municipios. Hay déficit y disfunciones, pero el trabajo ahí está.
¿Barcelona debe actuar más y mejor como motor de toda la zona metropolitana?
Barcelona ya empuja. Pero, como ha ocurrido con el bicing, entiendo que Barcelona quiera tener vida propia, como la tiene Cornellà. Hay cosas que hemos ido resolviendo y están consolidadas. Cada institución hace lo que tiene previsto.
¿Cuál es la gran obra que ha realizado en este mandato en Cornellà?
Haber hecho frente al Covid, sin duda. Con recursos, con políticas sociales, en todos los barrios. Eso no es discutible.
¿Y los planes para los próximos cuatro años?
Transformar la ciudad, con más énfasis en la salud mental, en las políticas intergeneracionales, con espacios para unir la ciudad, con progreso tecnológico y con condiciones éticas y valores que puedan acompasar. Creo en un progreso moral, un modelo que aporte, con conceptos comunitarios. En la ciudad hemos puesto en marcha una escuela de humanidad, con más de 100 personas apuntadas. Se trata de un espacio donde se habla de pintura, de música, de arte…También se ha puesto en marcha un centro deportivo para personas que no han podido seguir por motivos económicos o porque no han podido competir en clubs deportivos, pero quieren hacer deporte. Hay casi 600 jóvenes. Cornellà apuesta por el crecimiento humano, por espacios para la lectura, como la ciudad de la lectura. Ese es el camino.
¿Cómo se podría definir hoy Cornellà, desde los años 80 hasta ahora, desde una ciudad dormitorio hasta lo que es en la actualidad?
Ha habido una estigmatización de la ciudad, con aquella etiqueta de la ciudad dormitorio, que yo nunca he visto así. No es una ciudad turística, pero ha captado muchas iniciativas económicas, con un equipo de fútbol en primera división, el RCD Espanyol, con fuerzas económicas, con el Centro Llobregat o El Corte Inglés. Hay calidad humana. Y hay un combate, porque hay que decirlo así, contra la pobreza, que existe, con un 17% de la población que tienen unas rentas inferiores a 10.000 euros. No podemos aportar dinero, pero sí servicios. Es una sociedad que ha cambiado mucho. Debemos pensar que en 1980 había 25.000 parados en la ciudad, sin subsidios, sin ayudas, sin espacios, y ahora hay unas bases muy sólidas como ciudad. Además, acabamos ahora el mandato con cero euros de endeudamiento. No digo que el endeudamiento sea malo, depende de para qué lo queremos. Pero es cero, a pesar del gasto corriente que se ha destinado a políticas sociales.
Usted lleva casi 20 años como alcalde. ¿No ha querido asumir otras responsabilidades?
Puedo decir que soy mayor de edad, porque llevo casi 19 años al frente de la alcaldía. Pero es que me gusta mucho la política local. Hace poco vi que una excavadora, tras unas obras, se había cargado una papelera. Y no paré hasta conseguir que la empresa constructora la reparara. Es una anécdota, pero que ilustra lo que defiendo, y que me gusta la política que se realiza desde un Ayuntamiento. Después, todo el mundo sabe qué papel ocupo en el PSC y en el PSOE y eso ya me colma. ¿Por cuánto tiempo? Acaban las cosas cuando se acaba el amor. Por eso digo que la relación más potente que tengo en mi vida es con el Ayuntamiento y estoy agradecido por ello.