Solos ante el peligro. Así se encuentran en muchas ocasiones los funcionarios de prisiones de Barcelona que tienen que lidiar con todos los conflictos que se producen en centros penitenciarios como Brians 1, la cárcel con más agresiones de toda Catalunya (175 en 2022). Lo hacen sometidos a una condición sistemática de falta de personal y escasez de herramientas de contención, lo que les expone con frecuencia a ser víctimas de agresiones que, incluso, pueden llegar a ser muy graves y necesitar de intervenciones quirúrgicas de urgencia. En algunos casos hay funcionarios que han quedado incapacitados para siempre producto de su trabajo. El pasado sábado, 25 de marzo, un preso de Brians 2 armado con una cuchilla atacó e hirió a cinco trabajadores cuando lo trasladaban a un módulo de sancionados por haber protagonizado un incidente en la penitenciaría.
Por ello, a finales del pasado mes los trabajadores de los centros privativos de libertad de Catalunya se concentraron en las cárceles para protestar ante el Departament de Justícia de la Generalitat, comandado por Gemma Ubasart. Los sindicatos lograron un acuerdo que conllevará un refuerzo de 350 nuevos trabajadores --que podrían ampliarse hasta 500-- y el uso de aerosoles como el spray pimienta, entre otras. Y es que el suyo es un trabajo de "constante exposición al peligro", en turnos que pueden llegar a ser dobles --se compensan con más días de descanso-- y en el que, en los módulos más peligrosos, nunca se sabe cómo o cuándo, pero "siempre sabes que algo pasará", relata Roberto, portavoz de la asociación Marea Blava.
"REFLEJO DE LA SOCIEDAD"
Para Roberto, las cárceles "no dejan de ser un reflejo de la sociedad", por lo que "una persona violenta fuera, que es capaz de tirar a alguien por un puente, seguirá siendo violenta dentro". Las agresiones o los ataques pueden llegar desde cualquier lugar, en cualquier momento y de cualquier forma. El portavoz recuerda como un interno golpeó recientemente a un trabajador en el hall de la penitenciaría sin que nadie se lo esperara: "Estaba hablando por teléfono, gritando y molestando a otros reclusos que usaban otras cabinas telefónicas. Un funcionario se acercó y le llamó la atención para que bajara el volumen en dos ocasiones. De pronto, el interno colgó, se giró y le golpeó en la cara. Casi le parte la nariz".
El representante explica que también puede haber ensañamiento. Hace escasas semanas, un recluso de Brians cargó contra varios funcionarios que intentaban reducirle. A uno de ellos, "lo agarró por el cuello y, mientras le golpeaba en la boca repetidas veces, le zarandeaba para que golpeara contra el suelo con la cabeza". A ese guardia "lo mandó directo a quirófano y todavía está convaleciente", asegura.
INCENDIOS Y AUTOLESIONES
La situación se vuelve muy compleja cuando hay incendios o autolesiones de por medio. Los funcionarios disponen de un equipo de protección y, en los casos en los que los presos van armados con objetos punzantes o cortantes, se equipan antes de actuar. "Si un interno amenaza con hacerse daño, tenemos que intervenir y si va armado reducirlo, ya que también somos garantes de su propia seguridad", explican desde Marea Blava. Sin embargo, hay que ser extremadamente precavido e ir bien equipado porque es muy posible que, durante la contención de la persona, esta les acabe atacando. "Nunca sabes si cuando amagan con autolesionarse lo que quieren en realidad es provocar que entres a la celda para atacarte", cuenta Roberto.
En módulos conflictivos de la cárcel barcelonesa también es habitual que se provoquen incendios para provocar la intervención de los guardias. El problema viene cuando lo que se incendia es una persona. En estos casos, el tiempo para ponerse el equipo de protección encima puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte del interno en llamas. Todo ello provoca que, en esta clase de módulos, como son los de presos preventivos y los departamentos de régimen cerrado, trabajar conlleve una gran cantidad de estrés.
"AGENTES DE AUTORIDAD"
Ante este tipo de ataques, el sector lleva años reclamando tener la consideración de agentes de la autoridad. "Es una medida preventiva", aseguran desde la plantilla y sindicatos. Agredir a un funcionario de prisiones tiene la misma carga que hacerlo a un civil, "te pegan y se queda en una multa", mientras que "si pegas a un policía, te pueden caer cuatro años de prisión". No obstante, esta reclamación lleva años encallada en el Congreso de los Diputados.
Dotar a los trabajadores de las penitenciarías de esta consideración sería una medida disuasoria que contribuiría a la disminución de las agresiones, pues "se lo pensarían más antes de atacar". Con todo, eso solo ayudaría a disminuir el número de agresiones, no a eliminarlo. En esta línea, todas las fuentes consultadas coinciden en señalar que erradicar la violencia de las cárceles es algo completamente imposible, ya sea entre internos o de internos a funcionarios.
LAS AGRESIONES, DISPARADAS
A lo largo de 2022, en las 13 prisiones ubicadas en Catalunya se han registrado un total de 1.231 agresiones, de las que solo 220 han terminado en denuncia en las que la Generalitat se ha personado como acusación particular. Esto, así como la consideración de autoridad y el uso de herramientas y protocolos, el refuerzo de plantillas y otras reclamaciones llevaron a que los sindicatos con presencia en el sector se manifestaran esta semana y se encerraran en el despacho del director de la prisión de Brians 2. Justo durante ese momento, se produjo en la misma prisión una nueva agresión cuando un preso se negó a entrar en la celda. Cabe destacar que esta cifra engloba las tentativas de agresión, situaciones en las que no ha habido lesiones porque se pudo evitar el ataque a tiempo.
Según el último informe sobre las agresiones en centros penitenciarios elaborado por la asociación Marea Blava, de 2016 a 2022, los episodios con violencia contra funcionarios de prisiones han aumentado un 815%. Las agresiones consumadas, por su parte, lo han hecho un 382%. Se trata, no obstante, de datos orientativos, que se registran cuando un funcionario se dirige a la mutua o visita al médico para informar de algún tipo de lesión. El portavoz de la asociación explica a este digital que, en muchas ocasiones, golpes de menor calado ni siquiera se registran porque el hematoma tarda tiempo en aparecer e incluso los mismos trabajadores no dan importancia. Si absolutamente todo se registrara, "las cifras seguramente se triplicarían".
FOCOS DE VIOLENCIA
A estas cifras ha contribuido, parcialmente, un cambio en el perfil del presidiario de los últimos años -entre otras cuestiones-. A lo largo de la última década el porcentaje de reclusos españoles ha disminuido, mientras que ha aumentado el perfil de recluso extranjero proveniente de otras regiones y culturas, sobre todo latinoamericanas, árabes o de Europa del este. Es común, por ejemplo, que algunos presos de determinadas culturas se nieguen a recibir órdenes de las funcionarias mujeres. Otros, pertenecientes a bandas muy violentas y organizadas, solo admiten órdenes de sus superiores de dentro de la organización, por lo que resulta conflictivo tratar con ellos.
También hay un foco de violencia en los módulos provisionales, donde el estrés y la frustración del momento suele conllevar más agresividad. En estos lugares, como en otros módulos, la presencia de personas con desórdenes psiquiátricos o con un alto síndrome de abstinencia por drogas también dispara la violencia de algunos reclusos y el número de agresiones. Desde la asociación plantean la creación de más módulos para agresores multirreincidentes. "Todos creemos en dar oportunidades para la reinserción, pero hay que hacer un seguimiento a los internos y adaptarnos en consecuencia para aquellos que recurrentemente agreden a otros presos o a los funcionarios", pondera. Concentrar los perfiles más violentos, creen, mejoraría el funcionamiento de las prisiones, el trabajo de los funcionarios e incluso la estancia de los internos que sí trabajan por su reinserción social, pues no tendrían que convivir con el miedo a ataques de otros reclusos.
MAYOR ASISTENCIA
Tras la reunión entre los sindicatos y el Departament de Justícia de la Generalitat, se acordó el compromiso de que el Ejecutivo autonómico se personaría en cada nueva agresión y se permitiría el uso de aerosoles por parte de los trabajadores. Por otra parte, también se crearán celdas especiales para aquellos presos que resulten especialmente agresivos.
Además, se garantizará el acceso a atención médica inmediata a todos los funcionarios del centro que hayan sufrido una lesión y se revisarán todos los protocolos de seguridad con la intención de mejorarlos e implementarlos. En la misma línea se dará cobertura psicológica a aquellos empleados que sufran algún tipo de trauma, una realidad que quizá por silenciosa cuesta más verla. Roberto asegura que en sus años de trayectoria profesional ha tenido que lidiar con varias situaciones de fuerte carga emocional.
"He tenido, lamentablemente, que descolgar a muchos internos que se han suicidado y no dejas de darle vueltas. Al final el trauma también lo llevamos nosotros. Cada uno lo llevará a su manera pero, en mi caso, son pesos en mi mochila y me acuerdo de todos ellos. Muchas veces pienso en si no pude haber hecho algo diferente para haberlo impedido. Los funcionarios también somos garantes de la vida del interno", concluye el funcionario.