Entran y salen decenas de personas a diario. Se mueven drogas y, en alguna ocasión, también armas. Aún así, lo venden como un "espacio seguro" y un "entorno controlado". Sin embargo, en su interior se producen multitud de agresiones sexuales.

Las casas okupas proliferan en todas las ciudades catalanas y los perfiles de los inquilinos varían, pero hay unos que se repiten más que otros: por un lado, los jóvenes antisistemas locales o provenientes de países europeos y, por el otro, grupos de inmigrantes que se meten en viviendas o locales ajenos por "necesidad". Es en estos dos ambientes donde se da una problemática mayor: las violaciones

TERRASSA, EL ÚLTIMO CASO

La liebre en torno a este fenómeno la levantó el último suceso ocurrido en Terrassa. Dos jóvenes salieron el fin de semana del 13 de mayo a la zona de ocio nocturno del municipio y, en la calle de la Rasa, conocieron a una chica a la que drogaron mediante un líquido en la bebida. Posteriormente, la trasladaron entre los dos a una casa okupada, donde la agredieron sexualmente.

Una furgoneta de la Guardia Urbana delante de una casa okupa / METRÓPOLI

TAMBIÉN EN BADALONA

Algo parecido sucedió en Badalona en el año 2021. La Guardia Urbana detuvo aquella vez, a finales de septiembre, a siete hombres que habían agredido sexualmente a una mujer de 40 años en un local okupa de la avenida Alfonso XIII. Todos los implicados eran mayores de edad y de múltiples nacionalidades. Además, ya contaban con antecedentes.

Fueron los vecinos quienes dieron la voz de alarma tras escuchar los gritos de auxilio de la víctima, a la que la policía encontró inconsciente.

UN MANUAL EN SANTA COLOMA

Más macabro fue el hallazgo de la policía en el desalojo de los tan conocidos okupas, jóvenes de distintos países, del centro de Santa Coloma de Gramenet. La intervención tuvo lugar en enero de este mismo año y una parte de la ciudadanía la deseaba: el grupo impedía desde hace años una reforma urbanística que calificaba como un "proceso de gentrificación" que pretendía echar fuera a los residentes "de toda la vida".

Tras la pertinente orden judicial, la USIR de la Policía Local de Santa Coloma, con los Mossos d'Esquadra en un segundo plano, echó a los indeseados inquilinos de los dos edificios okupados. Sin embargo, los agentes encontraron en su interior un manual de uso interno sobre cómo actuar ante una violación. Fuentes municipales han confirmado el extremo y han detallado que el documento estaba dirigido a "cómo enfocar las posibles agresiones sexuales que se diesen": "En caso de que se produjese alguna, se fomentaba la mediación entre los miembros del grupo. El manual marcaba un protocolo para gestionar el conflicto", han asegurado.

El grupo de okupas desplegando pancartas en uno de los edificios del centro de Santa Coloma / FACEBOOK

AGRESIONES SEXUALES

Las fuentes policiales consultadas para este artículo no se muestran sorprendidas ante la gravedad de los hechos. "Normalmente, la okupación está ligada a actividades ilícitas o delictivas. Organizan fiestas y si alguien grita pidiendo ayuda, los vecinos que puedan escucharlo no le dan importancia", han explicado. "Su dinámica interna es secreta".

Otras fuentes especifican que más del 80% de los desalojos que se realizan en este tipo de viviendas son de personas extranjeras, "gente de malvivir" que busca vender la propiedad o a la que "okupar le sale punitivamente barato". Descartan que este tipo de agresiones se de en colectivos familiares: "Las familias vulnerables no hacen fiestas, pero los otros sí e invitan a amigos y amigas que los apoyen. Allí hacen botellón, se drogan... No hay ningún tipo de control sobre lo que sucede", han apuntado.

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