A uno y a otro lado del Paseo Marítimo de Badalona se acumulan miles de personas que consumen comida y bebida a pie de playa. Unos lo hacen en los bares y restaurantes que inundan la zona, en los bajos de los exclusivos edificios con vistas al mar. Los otros, más numerosos, se decantan por la opción low cost: llenan las neveras y mochilas y se plantan en la arena con carros, sillas, mesas, tiendas y, en muchos casos, con altavoz en mano para ponerle su propia banda sonora a la tarde playera. Muchos de estos grupos son de origen latinoamericano, que tienen arraigado llevarse consigo el parlante (como denominan al altavoz) a la arena y hacer extensible su música a otros usuarios de la playa. Una costumbre --la de poner el altavoz en la playa-- cada vez más extendida en España y que no sólo reproduce la comunidad latina, sino también muy presente entre los jóvenes de Badalona u otras ciudades.
Estos usos de la playa provocan conflictos entre usuarios, algunos de los cuales ven este espacio como un oasis de paz y tranquilidad, donde leer un libro o tumbarse en la arena para hacer la siesta. Estas desavenencias no sólo tienen lugar en Badalona; son cada vez más palpables en cualquier zona del litoral catalán. No obstante, el reciente alcalde Xavier García Albiol anunció hace unos días su intención de poner fin a este tipo de comportamientos en las playas de la ciudad. El alcalde firmó un bando en el que informaba que quien acampase en la playa se enfrentaría a multas que oscilan entre los 600 y 1.200 euros. La música a todo volumen también se incluyó en el documento, pero este factor se resiste a ser eliminado, especialmente durante las tardes estivales.
ALBIOL, CONTRA LOS INCÍVICOS EN LA PLAYA
El bando va dirigido "a aquellos que confunden la playa de Badalona con un camping donde pueden poner la música a tope, plantar mesas, sillas y acampar como si estuvieran en su finca", según expresó Albiol en Twitter. Fuentes municipales matizan que la prohibición va dirigida a aquellos grupos que ponen música a todo volumen y tratan el espacio público como si fuera un camping. Sí se puede, en cambio, llevar mesitas, sillas y comer en la playa.
El pasado fin de semana la Guardia Urbana comenzó a informar a los vecinos de las sanciones que se interpondrían en caso de hacer un uso indebido de las playas. Hasta la fecha, tan sólo se ha levantado acta a tres personas que omitieron las indicaciones del Ayuntamiento, precisan fuentes municipales.
Pese a la voluntad del nuevo gobierno municipal, lo cierto es que el pasado domingo las playas badaloninas estaban repletas de grupos con música a todo volumen congregados como campistas. El espacio, castigado desde hace años por el uso intensivo de la playa, presenta un estado cada vez más degradado. Un paseo por la zona permite observar los destrozos y el incivismo que miles de personas provocan en sus visitas de ocio a, concretamente, la Platja de l'Estació.
UNA GRAN COMUNIDAD LATINOAMERICANA
No hay una franja de edad que predomine en la masa de gente que un domingo por la tarde acude a la playa de Badalona. Grandes y pequeños se pasean entre los chiringuitos, las duchas y los lavabos portátiles. Los mayores lo hacen cerveza en mano, yendo de un grupo a otro, conversando animadamente. Algunos incluso se desvían del camino y terminan en el carril bici, donde los ciclistas los increpan por interponerse en su recorrido. Esta otra faceta, la deportista, contrasta con el ambiente reinante en la arena, donde la mayoría pasa el tiempo recostado o tumbado.
Lo que prevalece en el pelotón es su procedencia: una gran parte es de origen latinoamericano. Los distintos acentos se mezclan en el aire, así como también lo hace el olor de las recetas de comida propias de los distintos países del continente. "Esto parece Copacabana", apuntan a Metrópoli algunos vecinos que sufren las reuniones estivales que se multiplican cuando cae la noche.
"JUERGAS" Y ALCOHOL
Hay ocasiones donde la fiesta se descontrola. Sucedió la noche de la verbena de Sant Joan: precisamente en la Platja de l'Estació una turba de jóvenes latinoamericanos atacó a agentes de la Guardia Urbana que acudieron a la zona tras recibir el aviso de que el mismo grupo había apuñalado a un chico boliviano. "En fechas señaladas o en fines de semana, esto no hay quien lo pare", denuncian algunos residentes.
De hecho, los más madrugadores informan que es habitual encontrarse a algunos "juerguistas" tirados en la playa cuando raya el amanecer. Los servicios de limpieza también se afanan a tempranas horas para retirar el exceso de botellas de alcohol y otros restos de basura.
RENFE Y METRO
La buena red de transporte público que conecta Badalona con toda Catalunya es, en este caso, una maldición. Bautizada con el mismo nombre, el tren de la línea de la costa hace parada en la playa. "Vienen de todas partes porque claro, es fácil llegar", añaden los vecinos. Si no es mediante Renfe, se puede hacer uso del metro. O del autobús.
Moverse en vehículo privado tampoco es complejo. El aparcamiento de tierra situado justo en frente de la playa también facilita el acceso de coches y motos, además del traslado de todo tipo de mobiliario. "Un año incluso trajeron una televisión conectada a un generador para ver un partido de fútbol", recuerdan los más veteranos de la zona.
"TENEMOS QUE CERRAR LAS VENTANAS"
Quienes sufren directamente el ambiente que se genera los fines de semana son los vecinos de los bloques a pie del paseo. Algunos de ellos han denunciado a este medio el malestar que les generan los macrobotellones de la playa: "De noche se escucha todo más, pero hay un exceso de ruido importante. Los que tenemos una habitación que nos da al mar tenemos que cerrar las ventanas y poner el aire acondicionado, nos guste o no", han explicado. "Se ponen a beber incluso en los bancos de la calle". Tienen fichados, además, a varios jóvenes que acuden a la zona con patinetes eléctricos y altavoces: "La semana pasada avisamos a la Urbana porque no nos dejaban dormir y nosotros nos levantamos a las 06:00 y a las 07:00 horas para ir a trabajar", han expresado.
Otros clientes habituales de algunos chiringuitos también han asegurado que es imposible mantener una conversación en las terrazas de los restaurantes: "No se puede hablar entre comensales de lo alto que ponen el reguetón". Recuerdan, en la misma línea, los problemas que ocasionaba algún negocio como el The Sand. El bar recibió tantas quejas que terminó siendo clausurado.
"NIDO DE RATAS"
Además del bullicio, otra problemática que arrastra esta actividad es la suciedad: "La basura es un grandísimo problema. Vienen unas 80.000 personas cada fin de semana y la porquería la echan en cualquier sitio", denuncian los vecinos. Un handicap que comparte también la restauración de la zona, que ve colapsados los contenedores y, por si fuera poco, ha sido testigo de la aparición de ratas: "Hay auténticos nidos".
INTENSIFICACIÓN POLICIAL
El incremento de la gente en verano también supone un mayor número de delitos, especialmente de hurtos. En ese sentido, la plantilla de la Guardia Urbana sigue en cuadro. Según fuentes policiales, este pasado domingo solo había disponibles dos patrullas para todo el municipio. El retraso en el pago de las horas extra de verano del año anterior, las vacaciones de los agentes y las bajas médicas de todavía una gran parte de ellos condicionan el servicio.
Algo que el Ayuntamiento intenta contrarrestar con un refuerzo de los policías en el Copacabana badaloní. El gobierno municipal de Albiol ha asegurado a Metrópoli que ya están trabajando en ello, especialmente durante los turnos nocturnos. Está por ver cómo suplirá el PP las carencias del cuerpo para que puedan poner orden a un verano que se prevé complicado, tal y como auguró el propio alcalde hace unas semanas.