Drogas y okupas en un bloque de Sant Roc: "Si no se van por las buenas, los sacaremos por las malas"
Los vecinos del número 16 de la calle de Còrdova, en el corazón del barrio, están desesperados ante la venta de droga de un piso que lleva meses okupado: "Hay muchos niños y gente mayor y algún día pasará una desgracia"
17 abril, 2024 23:30En el corazón de Sant Roc vive una comunidad de vecinos que conoce perfectamente las características de su barrio. Saben "lo que hay" porque viven la realidad de esta parte de Badalona a diario. Muchos llevan más de medio siglo viviendo en la misma casa y se sienten ligados de una manera muy personal a su hogar. Pero otros están deseando irse: "Porque no tengo dinero, que sino...". Una conclusión a la que llegaron hace un par de años, cuando todo empeoró: "Aquí ya no se puede vivir en paz".
Son una parte de los residentes del número 16 de la calle de Còrdova. La vía es conocida ya de por sí y no por buenas noticias. Eso hace que cualquier problema carezca de importancia para las instituciones y también para la policía. Así lo afirma el grupo, que se reúne con Metrópoli en uno de los bancos de la misma calle: "Llevamos meses aguantando el ir y venir de cadáveres, como les llamamos nosotros. Yonkis que vienen aquí a consumir y también a vender drogas". Un polvorín, dicen, que explotará pronto.
Okupado para vender
La puerta de acceso al edificio no se encuentra a primera vista. Es, de hecho, una portería situada en un callejón entre Còrdova y Jumilla. Allí, un corrillo de vecinos habla del problema que ocupa las líneas de este artículo: la compraventa de droga del segundo piso.
La vivienda pertenece a un hombre del que nada se sabe: "Está missing", bromean los vecinos, que quieren mantenerse en el más estricto anonimato por temor a represalias. La okuparon hace meses, pero en diciembre comenzaron los problemas: "Se hizo un traspaso y vinieron otros. Dos chicos jóvenes que son los que se turnan y llevan el negocio". Un reclamo para drogodependientes que no deja de aumentar y que provoca cada vez más miedo e inseguridad entre los residentes, muchos mayores, adolescentes y niños.
Encontronazos en la escalera
José sí que quiere dar la cara y lo hace desde la silla de ruedas en la que se mueve desde hace cinco años. Ex militar y con una prótesis en la pierna, el hombre se ha encarado con los indeseados visitantes del 2º1ª más de una vez y pronostica el desenlace: "Alguno de estos le hará algo a alguno de nuestros niños y se liará parda".
Ya ha pasado. Hace tan solo unas semanas, uno de los drogadictos amenazó veladamente a uno de los jóvenes de la escalera: "Le dijo que qué móvil tan bonito tenía para venderlo", detalla una de sus familiares. "Mi hijo tiene nueve años y nunca ha subido por el ascensor porque le da pánico cogerlo", suma otra madre del bloque. Una serie de encuentros que ya han llegado a las manos: "Yo he enganchado a varios", dice otro vecino que no tiene reparo en explicarlo. "Son unos cerdos que se mean y se cagan en el portal y lo dejan todo hecho un asco".
Olor y suciedad
La estampa de la portería corrobora el testimonio de los vecinos, que lamentan no ser más en el callejero encuentro con este digital por el temor de muchas de las 38 familias que habitan el edificio. La cerradura de la puerta principal la pagaron hace pocos meses y actualmente luce totalmente reventada. Muchos de los buzones están rotos y por el suelo se reparten papelinas. "También nos hemos encontrado jeringuillas y tenemos miedo de que alguno que venga desesperado la use contra alguno de los niños. Los mataría en vida", denuncia el grupo, que no se atreve a hablar en voz alta en el interior del inmueble.
El olor, además, es "insoportable" y "en verano será peor". "Se montan sus fiestas y se discuten a cualquier hora, ya sea de noche o de madrugada. Les da igual". Es esta clientela el auténtico problema. Los residentes han intercambiado alguna que otra conversación con uno de los jóvenes al cargo del negocio: "No son chicos violentos y cuando les recriminamos lo que hacen suelen callarse. Sin embargo, esto no alivia la tensión: "Lo que queremos es que se vayan".
"El problema no es la okupación"
Algo que los afectados quieren dejar claro es que no están en contra de la okupación. "Hay varias familias okupas en el bloque y muchos enganchados a la luz", reconocen. "Pero ese no es el problema que nos molesta. Si es por necesidad, somos los primeros que también lo haríamos". El narcopiso, en cambio, viola todas las leyes de convivencia y mantiene en un sinvivir a los vecinos.
La unión de la comunidad, sin embargo, no es tan fuerte como para interponer una denuncia contra los traficantes. El temor a las represalias pesa demasiado.
Actitud "chulesca"
Por si fuera poco, una de las vecinas que participa en la ajetreada conversación relata una desagradable experiencia con un agente de la Guardia Urbana que patrullaba el viernes pasado las calles de Sant Roc.
Según esta residente, la tarde del viernes, 5 de abril, se dirigió a los agentes para denunciar la situación del bloque. Su contestación, dice, no tuvo desperdicio: "¿Que en Sant Roc venden droga? Qué raro". Una ironía y un "cachondeo" que la afectada no se esperaba. "Si no pueden hacer nada, que nos lo digan con buenas palabras, pero la policía debe estar para solucionar, no para vacilar", se queja el grupo.
Investigación en marcha
A pesar de que no han trascendido detalles, los Mossos d'Esquadra aseguran a Metrópoli estar al tanto de la situación y mantienen bajo investigación la actividad del narcopiso.