El comercio de toda la vida resiste en el barrio de Fondo de Santa Coloma
La calle Massenet es la única en toda la ciudad que alberga, por lo menos, una decena de tiendas con más de 30 años de tradición familiar
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En pleno barrio de Fondo se gesta una lucha. Un movimiento más bien defensivo: el de la resistencia del comercio de toda la vida. La fortaleza de unos negocios que son hogar. Donde sus dependientes tienen nombre y apellidos y se interesan por saber cómo has dormido esa noche, cómo querrías decorar tu futuro hogar o con qué zapatos acudirías a la boda de tu mejor amiga.
Son las tiendas de la calle Massenet de Santa Coloma de Gramenet. Una vía que concentra casi una decena de comercios que ha pasado de abuelos a padres, y de padres a hijos.
Un bar de 50 años
El famoso bar Alegría estará de aniversario en diciembre. Cumplirá 50 años y lo hará en la misma calle que lo vio nacer, la Massenet. Diego recibe a Metrópoli algo pachucho por la llegada del frío, pero orgulloso de explicar que se trata de un negocio que no ha flaqueado: "Llevo desde los 13 trabajando, siempre hemos sido una familia de bares".
Aunque pequeño, el restaurante ha logrado hacerse un hueco en el mundo gastronómico con su pescaíto frito, sus patatas "aliñás" o el cazón al adobo. Todo ello asomándose a la conocida plaza del Reloj y siendo testigo de cómo la vida y la gente ha cambiado. Y es que un lunes por la tarde, a la hora de las salidas de los colegios, en el lugar se concentran una gran cantidad de vecinos de origen chino, marroquí y pakistaní.
"Montaba el escaparate embarazada"
La familiaridad se vuelve a hacer presente en Galí Confeccions. En esta tienda, Luci es la que le da el toque especial a sus productos. Vecina del barrio, la mujer comenzó a trabajar en el negocio con 22 años, "aunque con 13 ya estaba yo vendiendo en la parada del mercado que se montaba aquí", rememora a este medio.
Cuando la familia encargada de la tienda por aquel entonces quiso retirarse, Luci decidió quedarse al frente. Y aquí fue donde conoció a su marido: "Yo montaba el escaparate embarazada de ocho meses", ríe. Cada bata, pijama o media que importa es producto nacional, fabricado en España, y ello la caracteriza. De ahí su fiel clientela: "Me vienen a comprar generaciones enteras de familias, las abuelas y las nietas". Lo que hace que no quiera rendirse: "O luchamos o nos hundimos".
"El motor es la gente trabajadora"
Contiguo a Luci se encuentra Xavi, propietario de El Mundo de los Zapatos desde el 1997. El hombre tiene claro que sus hijos no heredarán el negocio, pero aguantará todo lo que la mal llamada "evolución" le permita. Y es que Xavi tiene un enemigo todavía más poderoso: Internet.
Él se niega a digitalizarse: "Quiero que la gente venga aquí y se pruebe los zapatos, poder decirles si les queda bien o no, si les aprieta mucho...", explica a Metrópoli. Una tradición que se está perdiendo, especialmente entre los más jóvenes, que todo lo compran a grandes cadenas u online: "No sabes la de gente que intenta cambiar aquí un zapato que ha comprado por Internet o que viene a probarse zapatillas para luego irse sin comprarlas y adquirirlas por webs", lamenta el hombre. Aún así, está convencido de que el motor de Fondo es la "gente trabajadora": "Una persiana bajada es menos luz en la calle".
Colchones y más zapatos
Paqui se encuentra al teléfono hablando con un cliente "desde la colchonería", unos metros más allá. La mujer vino desde L'Hospitalet de Llobregat con la tienda, hará ya 32 años, y en ella ha criado prácticamente a su hija. En el mostrador exhibe una caja del sorteo que los comerciantes de la calle Massenet han organizado: podrán participar en él todos aquellos que compren en los comercios adheridos de la vía y el ganador será premiado con una comida en el restaurante Germans. Hasta 15 tiendas han querido participar en la iniciativa para dinamizar el comercio.
Enfrente, Paco está solo en Calzados J.M. . Ahora que la Navidad ya está casi encima, recuerda cómo era la época festiva hace 30 años: "Montaba una paradita fuera y la noche de Reyes llegaba a plegar a la 01:00 horas de la madrugada. Ahora, como muy tarde, a las 19:00 estoy fuera". Paco continúa teniendo clientes de toda la vida, pero ha perdido la ilusión: "Tengo muchos ratos libres, me da tiempo a arreglarme la bici o a hacer de electricista", lamenta.
Tercera generación
En Regalos y Menajes Rosi, es Silvia, su hija, la que atiende con un trato exquisito a la clientela. Ella es la tercera generación de la familia al frente del negocio y, como sus compañeros, se niega a rendirse: "No permitiremos que nos hundan".
Una anécdota: en la tienda de Silvia es posible encontrar hasta artículos que se comercializaron en la posguerra española como los enganyamarits. "Vino una señora mayor preguntando por él y tardamos tres meses en conseguirlo de un proveedor, pero lo hicimos".
Los Bello
La última historia, y de las más curiosas, la tienen los Bello. Elena y Carlos venden muebles. La tradición la comenzaron sus abuelos, que llegaron desde Extremadura y se asentaron en Santa Coloma, "en una barraca con goteras y dos bebés", explica Carlos. Fue su familia, de hecho, la que construyó el edificio donde aún permanece el negocio, en la planta baja. "Empezaron vendiendo sillas, hule... Eran los chinos de la época porque vendían de todo", ríe Elena. Y gracias a ese boca a boca, Muebles Bello funciona hoy a todo trapo: "Nos viene a comprar gente de Badalona, Granollers, Mataró...".
Una confianza y una familiaridad que no dan Ikea ni Conforama. Tampoco la dan Zara o el Corte Inglés. Y muchos menos Shein. Y quienes contribuyan a que el comercio de barrio viva, lo saben.