De madre a hija y nieta: Rosa, la mujer de 92 años que mantiene viva la esencia de Casa Reus en Santa Coloma
La anciana abrió la tienda de tejidos en el 1964, en pleno centro de la ciudad, y su legado ha pasado a su familia: toda una vida en la mercería
Rosa Sans Roig come y cena tostadas con jamón. Es una especie de tradición que lleva manteniendo mucho tiempo y a sus 92 años, no piensa cambiarla. Hay pocas cosas que hagan cambiar de opinión a esta mujer, que lleva toda una vida al frente de Casa Reus, una entrañable e histórica tienda de tejidos y ropa de cama en el centro de Santa Coloma de Gramenet.
De gestos contundentes, Rosa despacha a la clientela junto a su hija Montse que, como no podía ser de otra manera, ha heredado la tradición familiar. Un negocio que funciona a todo trapo desde el 1964 y que ya es un hogar más en pleno centro de la ciudad.
Un micromundo particular
Siempre enérgica, Rosa parece que se pierde entre los pasillos de batas de casa, edredones y materiales de confección, pero conoce cada milímetro de la tienda, y no es para menos. Su marido, que en paz descanse, y ella la inauguraron hace ya 60 años.
Desde entonces, su vida se ha desarrollado en la misma calle de Pompeu Fabra, ya que la anciana vive en la planta superior del edificio. "Llevábamos a nuestras hijas aquí a las monjas", gesticula durante la entrevista con Metrópoli, como si el colegio todavía estuviera a unos pasos. "En realidad no conozco mucho más de Santa Coloma", admite la mujer, que aún hoy vive en su micromundo particular.
Pregoneras de la Festa Major
Algo que la hizo salir de esa zona de confort fue el pregón de la Festa Major. Rosa recuerda con este medio lo que significó para ella, su hija y también para su nieta Laia. Una experiencia única de la que en un principio renegó por la gran cantidad de gente que habría en la plaza de la Vila viéndola. Incluso la ex alcaldesa y actual consellera de Interior, Núria Parlon, tuvo que picar piedra para convencerla.
Finalmente, abuela, hija y nieta protagonizaron uno de los momentos más importantes del año en Santa Coloma y hablaron ante miles de personas, destacando la importancia del comercio local. Un pánico principal que ahora se ha convertido en orgullo. Nada más entrar en Casa Reus, uno se da cuenta: el cartel de la FM cuelga, vistoso, en la entrada.
Símbolos colomenses
Si es la persona más mayor de Santa Coloma al frente de un negocio de toda la vida, Rosa duda. Cree que hay alguien que la gana en años: Pepe, de Casa Pepe. Sin quitar protagonismo a la casta familiar, el anciano levantó su restaurante tan solo unas calles más allá de Casa Reus. "Cuando nosotros llegamos, Pepe era famoso por sus tortillas de patatas", recuerda Rosa con gracia.
Sin embargo, los dos emprendedores no se conocen. Se han visto, como mucho, de pasada o las veces que la pequeña empresaria ha acudido como clienta al mítico bar. Sea como fuere, ambos son un símbolo colomense que se mantienen en pie en sus respectivos negocios.
"Tratamos bien a todo el mundo"
Rosa todavía despacha a la clientela con el garbo del primer día. Y se indigna enormemente cuando Magdalena, una clienta, le confiesa que su hija acudió a la tienda hace unos días y le comentó que no le "habían hecho ni caso": "¿Pero quién es tu hija? No sé porqué dice eso", se queja la anciana.
Le da vueltas un rato más, hasta cuando Magdalena se va a casa después de charlar con la familia de los problemas de salud de su madre. "Aquí tratamos a todo el mundo bien. Si vuelve, le preguntaré el motivo de que diga eso", afirma. "Y no lo dice en broma", ríe Montse.
Negocios de barrio
Como suele pasar en este tipo de tiendas, la familiaridad y la confianza van por delante del dinero. Generaciones de clientes se mantienen leales a Casa Reus, aunque ahora la mercancía a vender sea diferente a la de hace 60 años. "Ya no se venden telas", explica Rosa a este medio. Pero en campaña de Navidad, lo clásico no pasa de moda: edredones, sábanas, nórdicos...
A la anciana se le saltan las lágrimas al echar la vista atrás. Todo lo que pueda explicar se acaba resumiendo en cinco palabras: "Esta tienda es mi vida".
"Aún queda Rosa para rato"
Por el momento, la vida de Rosa seguirá igual. Lo único que espera que cambie es la disponibilidad en el restaurante gallego de al lado de su tienda: "El otro día vinieron unos amigos de Reus a visitarnos y no pudimos comer ahí porque estaba lleno". Se quedó sin sus tostadas con jamón.