Niños y niñas en un colegio / EFE

Niños y niñas en un colegio / EFE

Gran Barcelona

Así vivió Rosario, responsable del comedor un colegio de L'Hospitalet, el apagón: “Evitamos el caos"

A pesar de estar sin luz, sin agua y sirviendo comida fría, las monitoras de comedor lograron servir el menú a todos los niños de esta escuela primaria

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El apagón eléctrico del 28 de abril de 2025 ya ha pasado a la historia. Un país entero a oscuras. Mercados, residencias de ancianos, semáforos, móviles, comercios a pie de calle, bancos, trenes y metros... todos sin electricidad durante más de ocho horas.

Entre los afectados, cientos de colegios tuvieron que improvisar para seguir funcionando sin luz, sin agua y sin información.

En el colegio San Jaime de L’Hospitalet, Rosario, responsable del comedor, fue una de las muchas trabajadoras que se las arreglaron para que la jornada escolar no se convirtiera en un caos.

Entrada del colegio San Jaime de L'Hospitalet

Entrada del colegio San Jaime de L'Hospitalet Ayuntamiento de L'Hospitalet de Llobregat

Apagón durante la hora del comedor: sin luz, sin agua, sin respuestas

Fue sobre las doce y media, justo cuando estaba empezando a preparar las bandejas”, explica Rosario.

Tuve que hacerlo todo con la luz de emergencia”. A la una bajaron los primeros grupos de alumnos —desde infantil I3 hasta sexto de primaria— para comer.

La comida aún estaba caliente para el primer turno, pero para el segundo, dos horas después, ya se había enfriado. Aun así, “los niños no se quejaron”, relata la monitora. 

Comedor del colegio San Jaime de L'Hospitalet de Llobregat

Comedor del colegio San Jaime de L'Hospitalet de Llobregat Micole

Lo que más preocupaba a Rosario no era la comida, sino la falta total de luz en el comedor: “No hay ventanas, así que usamos nuestros móviles como linterna y los pusimos sobre las mesas”.

Además, la luz de emergencia gracias a la cual Rosario entraba y salía de la cocina duró aproximadamente una hora. A partir de ahí, el esfuerzo se multiplicó.

Reorganización de espacios y trabajo en equipo

La electricidad no era el único problema: tampoco había agua. “En el colegio tenemos una bomba que sube el agua al piso de arriba. Sin electricidad, no funcionaba”, explica.

Rosario tuvo que subir y bajar utensilios para limpiarlos a mano, con la ayuda de otras trabajadoras del centro. “Nos organizamos entre todas, bajó más gente del colegio a ayudar”.

Para mejorar la situación, Rosario decidió dividir a los grupos y trasladar parte del alumnado al comedor secundario, que sí contaba con luz natural. “Junté tercero y quinto, y los pasamos al otro comedor. Yo me quedé con cuarto, y las monitoras también se redistribuyeron”. 

La incertidumbre: “Lo peor fue no saber qué estaba pasando”

Mientras los niños preguntaban si la luz volvería pronto, Rosario intentaba mantener la normalidad. Pero ni ella ni el resto del personal tenían información clara. “No podíamos comunicarnos. Intenté escribir a mi marido para que cuidara de mi madre, pero no le llegaban los mensajes”, recuerda.

Colapso en las carreteras durante el apagón

Colapso en las carreteras durante el apagón Òscar Gil Coy Barcelona

El corte de energía también bloqueó redes móviles y datos. “La mayor angustia era no saber si esto era algo de fuera, si era un ataque o qué”, explica. “Yo pensaba en los míos, que están fuera trabajando. Mi marido es taxista, y con los semáforos apagados, el tráfico era un caos”.

Padres preocupados y recogidas anticipadas

A medida que avanzaba la tarde, los padres empezaron a acudir al colegio a recoger a sus hijos. “Muchos venían alarmados, otros más tranquilos”, relata Rosario, aunque reconoce que ella no estuvo en la puerta de entregas: “Yo estaba abajo, en el comedor. Mandábamos a los niños conforme los pedían”.

Vuelta a la normalidad… con algunos cambios

Al día siguiente, el colegio San Jaime recuperó la normalidad. “Nos trajeron la comida con normalidad, aunque el segundo plato lo cambiaron por algo más sencillo, porque el catering tampoco pudo cocinar como siempre”, explica Rosario. A falta de cubiertos lavados, se utilizaron desechables.

A pesar de las dificultades, Rosario hace balance positivo: “Nos apañamos como pudimos. Yo creo que lo hicimos bien”.