Montse, la farmacéutica del barrio de Can Calvet Barcelona
Montse, farmacéutica de toda la vida en Santa Coloma: "Cuando abrió, este barrio parecía el fin del mundo"
La botica abrió en 1975 y se ha convertido en el corazón del barrio, testigo de la llegada de la inmigración del sur, de la transformación urbanística y de tres generaciones de vecinos
La farmacia de Can Calvet es mucho más que un dispensario. Es un punto de encuentro, un lugar de confianza y, sobre todo, un pedazo de historia viva del barrio.
Desde 1990 trabaja en ella Montse Iracheta, hija de la fundadora, que heredó el mostrador y el trato cercano de su madre. “Para mí es un orgullo ser la farmacéutica del barrio. La gente está agradecida y eso hace que cada día merezca la pena venir a trabajar”, explica la mujer en una entrevista con Metrópoli.
Exterior de la farmacia del barrio de Can Calvet que cumple 50 años Barcelona
Una farmacia en el "fin del mundo"
Cuando la farmacia abrió sus puertas en 1975, Can Calvet era prácticamente “el fin del mundo”: calles sin asfaltar, piedras en lugar de aceras y vecinos recién llegados de Andalucía y Extremadura en busca de trabajo.
Para muchos, contar con una farmacia a pocos metros de casa fue una auténtica bendición. “Antes tenías que bajar al centro de Santa Coloma, y la gente decía: ‘Me voy a Santa Coloma’, como si esto fuera otra ciudad”, recuerda Montse entre risas.
Montse en su farmacia de Can Calvet de Santa Coloma Barcelona
Generaciones de clientes
A lo largo de cinco décadas, el local ha visto crecer a generaciones enteras: abuelos que acudían en los 70, sus hijos en los 90 y ahora también sus nietos. Como Alejandro, un bebé que acaba de nacer cuyo llanto reconoce la farmacéutica aún sin verlo.
"Nos hemos convertido en parte de sus vidas, la farmacia es como suya”, cuenta Montse, emocionada.
Montse y algunos de sus clientes de la farmacia de Can Calvet Barcelona
Café, tortillas y un banco frente a la puerta
Las anécdotas de barrio se acumulan. Desde los vecinos que, en guardias nocturnas, le llevaban café o tortillas para aguantar la jornada, hasta el banco situado frente a la farmacia, convertido hoy en el improvisado “plató” donde Montse entrevista a sus pacientes para redes sociales. “Pensé que era una buena manera de darles voz y resultó una experiencia preciosa”, explica.
El espíritu comunitario también se notó en pandemia. Fue la única farmacéutica de la zona que realizaba pruebas de COVID, y no dudó en enfundarse el EPI para atender a domicilio a pacientes vulnerables. Esa iniciativa y su ingenio para adaptar consultas de inhaladores a través de videollamadas le valieron incluso un premio en Madrid.
La orla de graduados de la madre de Montse, en el 1975 Barcelona
Relevo generacional incierto
Aunque la de Can Calvet es una auténtica saga familiar, el futuro aún está por decidir. La hija de Montse es farmacéutica, pero trabaja en la industria. “Me encantaría que continuara con la farmacia, pero tiene que hacer lo que le guste. Yo estaré orgullosa igual”, dice.
La mujer, de 60 años, muestra con orgullo la orla de graduados de la Universitat de Barcelona (UB) del año en que su madre se graduó. "La becaron toda la carrera", recuerda Montse, que explica que su abuelo trabajaba en una fábrica del Poblenou y su abuela realizaba remiendos de costura. Y es que estudiar una carrera en aquellos años era todo un privilegio.
Globos del 50 aniversario de la farmacia de Montse, en Can Calvet Barcelona
Aniversario de los 50 años
Mientras tanto, Montse sigue al frente junto a su compañero Abraham, con la misma pasión que hace 35 años. El 19 de septiembre de este 2025 celebraron el 50 aniversario de la farmacia con una gran fiesta, alfombra roja incluida para la madre fundadora. “Fue muy emocionante. Ver a tantos vecinos, amigos y pacientes reunidos fue la mejor recompensa”, concluye.
En Can Calvet, la farmacia de Montse no es solo un lugar donde recoger medicamentos: es un refugio de historias compartidas y el auténtico corazón del barrio.