Interior del B9 de Badalona

Interior del B9 de Badalona GALA ESPÍN Barcelona

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Así se vive en el B9 de Badalona: el edificio tomado por centenares de okupas en el corazón de Sant Roc

Varias facciones africanas conviven en el interior del complejo, a la vez que los vecinos de la comunidad gitana de alrededor; Albiol habla de "semanas, no más" en cuanto a su desokupación

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En plena calle Alfons XII de Badalona conviven dos grupos muy diferentes entre sí. La comunidad gitana se apiña en los bloques de poca altura a un lado de la acera. Decenas de sus niños corretean a primera hora de la tarde de un jueves cualquiera, entre una gran cantidad de plásticos y basura que se acumula en el suelo. Ese día, las fuertes ráfagas de viento no han ayudado, pero ellos mismos lo dicen: "Nos come la mierda".

Exterior del B9

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Al otro lado, a tan solo unos pasos, hombres de origen africano entran y salen del antiguo instituto B9. Un terreno que ocupa toda la manzana, con las calles Tardor y Guifré, y que tiene tres puertas de acceso. El ir y venir de gente es continuo y el olor a marihuana que desprende su interior también. "Que los echen ya", expresan con vehemencia los residentes.

Sin embargo, parece que reina una especie de convivencia pacífica. Unos dejan hacer a los otros. Aunque no siempre. "Alguna vez ha pasado que ellos han acosado a niñas o a chavales y entonces sí tenemos problemas", comenta a Metrópoli --eso sí, sin cámaras-- uno de los gitanos de peso de esta zona de Sant Roc. 

Exterior del B9

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Diferentes facciones

Ese día en concreto, el ambiente en el B9 está "caldeado": "Si entráis, os cortarán la cabeza", asegura el mismo hombre gitano, adviertiendo a este medio. "Se han peleado entre ellos y hay uno herido", detalla. "Los de más allá son los que están más locos. Hay varios grupos y unos cuatro o cinco jefes que son los que mandan".

Al supuesto herido lo llama por teléfono. Tiene agendados en el móvil a varios de los cabecillas del complejo. "Dice que está echado en la cama y no puede recibiros. Le han abierto la cabeza", explica el vecino. Entonces, prueba suerte con otro. "Este también dice que es peligroso entrar hoy, pero saldrá a hablar con vosotros".

Africanos de varios países

Dicho y hecho. Del interior del B9 sale un joven senegalés ataviado con gafas de sol, varias pulseras, anillos y un móvil. El chico atiende a Metrópoli y cuenta que conviven africanos de varios países: "Han venido de Ghana, Mali, Senegal...". Pero ninguno está cómodo allí. "¿Créeis que nos gusta vivir así? Yo tengo una hija en Senegal y quiero traerla aquí con mi madre, conseguir dinero y un trabajo. Pero como somos negros, no nos quieren", continúa.

Una de las puertas de acceso al B9

Una de las puertas de acceso al B9 GALA ESPÍN Barcelona

A la pregunta de cómo fue a parar él al enorme complejo --hace ya dos años y medio-- el okupa dice: "Si tú tienes un amigo que te comenta que hay un lugar donde vivir, con más de los tuyos, ¿tú qué harías?".

Él no niega los conflictos. Muchos de ellos están relacionados con mujeres. Ya es conocido, de hecho, que dentro de los cuatro muros hay prostitución. "Pero aquí las cosas se hablan antes de llegar a las manos".

No lo pareció este verano, cuando uno de los ocupantes de la nave mató a otro a puñaladas. "Yo te hablo de mí. Siempre soluciono las cosas hablando", justifica el improvisado entrevistado.

En manos de los abogados

En portavoz de los suyos, este chico no sabe adónde irán una vez la policía desokupe el recinto. Pasa la pelota a sus abogados, que son los que llevan el tema.

Exterior del B9

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Mientras conversa con este medio, algunos paisanos suyos salen a buscar chatarra con carros. Otros, rebuscan entre la basura y se hacen con los trozos de madera que reposan junto a los contenedores. El joven termina entrando de nuevo en su "hogar" y reitera la imposibilidad de acceder al recinto.

"Venid de noche y ya veréis lo animado que está esto, con música y timbales", añade el vecino gitano desde su coche, un Audi, ya acostumbrado a esa forma de vivir.

La desokupación, en el aire

Hasta el lugar llega el alcalde, Xavier García Albiol, que responde a unas rápidas preguntas. En cuanto a la fecha de la desokupación, el dirigente dice que es cuestión de "semanas".

La actuación, explica Albiol, será coordinada con los Mossos d’Esquadra y la Guardia Urbana para “recuperar la normalidad” del espacio y destinarlo posteriormente a uso municipal: la intención oficial es convertir la nave en una comisaría de la Guardia Urbana, y dejar abierta la posibilidad de que también la ocupen los mossos.

Interior del B9 de Badalona

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En sus declaraciones, el alcalde sitúa el problema en términos de seguridad: ha asegurado que entre las 400 y 500 personas que habitan la nave hay “una parte importante” que, en su opinión, son “violentos”, se dedican al “tráfico de drogas, a la prostitución, a robar” y, en muchos casos, “están en situación irregular”.

"Hay otros alcaldes más solidarios"

Albiol sostiene que “en Badalona los okupas conflictivos lo tienen difícil” y que en otras ciudades “están más cómodos”.

“Hay ayuntamientos donde los alcaldes son más solidarios que yo, y probablemente esos ocupas estarán mejor allí”, afirma con ironía, en alusión a municipios vecinos.

Un polvorín

En cualquier caso, el B9 y lo que lo rodea es un polvorín. Los vecinos del Remei, pegado a Sant Roc, lo llevan denunciando años. No viven tranquilos ni con unos ni con otros.

A la espera de que llegue la orden judicial, en la calle Alfons XII se respira una calma tensa. Los vecinos gitanos observan con recelo la nave, mientras los ocupantes del B9 continúan su rutina diaria: salir, entrar, cargar carros y sobrevivir entre restos de basura. Nadie sabe qué pasará cuando se produzca el desalojo.

La mayoría teme que la violencia vuelva a estallar. “Aquí habrá follón, eso seguro”, pronostica uno de los vecinos de Sant Roc, que lleva años conviviendo con el problema. Otros, más resignados, solo piden “que limpien todo y no vuelvan a dejarlo igual”.

Símbolo de degradación

Mientras tanto, el edificio sigue en pie, convertido en un símbolo de la degradación que sufre esta parte de Badalona. Los rumores sobre la inminente actuación se mezclan con la rutina de siempre: trapicheos, música de fondo y el olor a marihuana que se escapa por las rendijas.

El Ayuntamiento insiste en que la intervención es inminente y que, una vez se produzca el desalojo, las máquinas entrarán “de inmediato” para derribar las estructuras internas.

Aun así, en Sant Roc muchos dudan de que el problema termine ahí. “Tiran una nave y se meten en otra. Si no hay una solución de verdad, esto seguirá igual”, sentencian los gitanos de la zona.