Un ocupante del antiguo instituto B9 abandona las instalaciones durante el desalojo de este miércoles, 17 de diciembre

Un ocupante del antiguo instituto B9 abandona las instalaciones durante el desalojo de este miércoles, 17 de diciembre Simón Sánchez

Gran Barcelona

El desalojo del instituto B9, desde dentro: el final (incierto) a más de dos años de miseria y conflictos en Badalona

El Ayuntamiento de la ciudad ha logrado uno de los mayores propósitos de su mandato, pero la incertidumbre crece ante los futuros pasos de los 400 migrantes desalojados este miércoles

El minuto a minuto: Desalojo del conflictivo B9 de Badalona, en directo | Los Mossos d'Esquadra vacían el asentamiento "más grande de Catalunya"

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A las 6:00 horas el antiguo instituto B9 todavía sigue vivo. Se respira humedad, barro y una mezcla de olores difíciles de nombrar: suciedad acumulada, ropa mojada, y humo. Amanece en Sant Roc y, antes de que llegue la policía, ya hay movimiento. En la puerta principal se concentran manifestantes convocados por el Sindicat de Llogateres.

No hay gritos ni tensión aún. El ambiente es extraño, contenido, como si todos supieran que esto —este miércoles, 17 de diciembre— se acaba después de dos años y medio.

Un inmigrante saliendo durante el desalojo del B9 en Badalona

Un inmigrante saliendo durante el desalojo del B9 en Badalona Simón Sánchez

El ambiente es calmado, casi respetuoso, como si todos los presentes fueran conscientes de la gravedad del momento. Desde el interior comienzan a salir personas de todas las edades. Arrastran maletas viejas, carros de supermercado, cestas de plástico y mochilas desgastadas. En ellas cargan "toda una vida".

Mezcla de alivio y culpa

Muchos avanzan con la cabeza baja, el rostro serio, la mirada perdida. Otros se detienen unos segundos, observan alrededor, como intentando memorizar un lugar que, pese a todo, fue su casa.

Uno de los inmigrantes desalojados del B9 en Badalona

Uno de los inmigrantes desalojados del B9 en Badalona Simón Sánchez

En las calles del barrio de Sant Roc, la escena es desoladora. Basura acumulada en las aceras, restos de noches difíciles. Desde las ventanas, los vecinos más madrugadores observan en silencio. Algunos llevan años esperando este momento. Otros lo miran con una mezcla de alivio y "lástima".

Un ambiente tenso entre maletas

Dentro del B9, el ambiente es tenso. Los pasillos están encharcados y el agua se cuela por techos rotos y paredes desconchadas. Varias personas recogen sus pertenencias a toda prisa, apilándolas en carros y maletas. Otras, sentadas alrededor de pequeños fuegos improvisados —encendidos y apagados muchas veces— esperan a que pase el tiempo. “Hasta que la policía no venga hasta aquí no me voy a ir”, repite una mujer mientras bebe un trago de refresco.

Interior del instituto ockupado B9 en Badalona

Interior del instituto ockupado B9 en Badalona Simón Sánchez

Es una frase que se escucha una y otra vez, cargada de dignidad y desafío. Otros, resignados, no paran de explicar que todos no son delincuentes. “Nosotros solo queremos un lugar para vivir”, dice otro desde el otro lado del pasillo. Señalan el frío, la lluvia, la mala fecha. Y todos coinciden en lo mismo: no saben adónde ir.

Entre ellos hay una mujer de Badalona, con su perro al lado. Llegó al B9 tras un desahucio hace un año. “Me quedé sin casa y sin sitio”, cuenta mientras guarda sus pocas pertenencias. 

Una imagen contradictoria

A las siete de la mañana, el sonido de los motores anuncia el siguiente acto. Llegan los furgones de los Mossos d’Esquadra. Casi una veintena. Los agentes del Àrea Regional de Recursos Operatius (ARRO) descienden y comienzan a acordonar varias manzanas entre Sant Roc y el Remei.

La presión judicial y el anuncio del desalojo ya habían provocado que, de los aproximadamente 400 migrantes que llegaron a okupar el complejo, al menos la mitad se marchara antes de hoy. Según los vecinos, los primeros en marchar fueron los más "problemáticos y violentos". Aun así, quedan cientos dentro.

En el exterior, junto a la puerta del instituto, algunos ocupantes y activistas bailan al ritmo de tambores que tocan ellos mismos. Es una imagen poderosa y contradictoria: música frente a escudos, celebración frente a expulsión. Poco después de las 9:00 horas de la mañana llegan las primeras cargas policiales para lograr acceder al recinto.

Un instante de la desokupación del instituto B9 de Badalona

Un instante de la desokupación del instituto B9 de Badalona Simón Sánchez

Empujones, forcejeos, gritos. La policía despeja la entrada y establece un cordón. El ambiente se vuelve más frío, más distante. Los Mossos entran solos al edificio, avanzando por los pasillos. Desde fuera, todo se observa ya a distancia.

"No han estado a la altura"

En una plaza cercana, lejos del foco policial, una mesa improvisada se convierte en otro de los escenarios clave de la mañana. Voluntarios toman nota, uno por uno, de los datos de las personas desalojadas: nombres, procedencias, situaciones personales.

El objetivo es documentar el desalojo y elevar los casos al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Los manifestantes y voluntarios denuncian que los Servicios Sociales no han estado a la altura. “No se ha ofrecido una alternativa real”, critican. “Se expulsa a la gente, pero no se les da una solución”.

Uno de los inmigrantes desalojados en el interior del instituto okupado B9 de Badalona

Uno de los inmigrantes desalojados en el interior del instituto okupado B9 de Badalona Simón Sánchez

Al otro lado del cordón policial, los vecinos expresan sensaciones encontradas. Algunos suspiran aliviados. “Por fin”, dice una mujer mayor. “Ya era hora”. Otros relatan años de miedo: robos, peleas, noches sin dejar salir a sus hijos por temor a que les pasara algo. Pero también hay quien duda. “Quizá esto no era la solución”, comenta un vecino. “Aquí había delincuencia, sí, pero también mucha miseria humana”, añade.

El sinvivir del gobierno y, sobre todo, de una parte de los vecinos radicaba en los delincuentes que tenían atemorizados a los residentes de la zona. No obstante, entre el colectivo de ocupantes se encontraban varias personas en una situación alarmante de vulnerabilidad. Albiol, ante esto, aseguró en diversas ocasiones que "todas las que cuentan con informes favorables de Servicios Sociales han sido atendidas"

Un foco de conflictividad

El B9 ha sido un foco de vulnerabilidad extrema, pero también de conflictividad: agresiones, tráfico de drogas, prostitución, un brote de tuberculosis, incluso una muerte violenta.

El Ayuntamiento, liderado por Xavier García Albiol, siempre defendió la necesidad de expulsar al grupo. “Que se marchen de Badalona”, reiteró en múltiples ocasiones. Y hoy, tras una resolución judicial del Juzgado Contencioso Administrativo número 11 de Barcelona a favor del consistorio, se van. 

El dispositivo policial

El dispositivo policial ha sido amplio y se ha prolongado durante toda la mañana. Según datos facilitados por los Mossos d’Esquadra, durante la intervención se ha identificado a 181 personas y se han practicado varias detenciones, una de ellas por un requerimiento judicial previo de detención.

A partir de las 11:00 horas se han iniciado las requisas en el interior del complejo, con apoyo de la unidad canina, una operación que ha finalizado sin incidentes destacados. Una vez concluido el desalojo, la propiedad del antiguo instituto ha sido entregada al Ayuntamiento de Badalona, que asumirá ahora la custodia y el aseguramiento del recinto.

Interior de una sala del instituto desalojado B9 de Badalona

Interior de una sala del instituto desalojado B9 de Badalona Simón Sánchez

Promesa de orden y seguridad

Cuando el instituto queda vacío, solo quedan el eco, el barro y las paredes desnudas. En los próximos días será limpiado y tapiado. En 2026, será derribado para construir una comisaría. Es la promesa de orden y seguridad.

Pero mientras el edificio se vacía, la pregunta sigue sin respuesta: ¿qué pasa con quienes se marchan? El desalojo pone fin a dos años de conflictos y reivindicación vecinal, pero también evidencia un fracaso colectivo. 

El Ayuntamiento llevaba tiempo reclamando lo que ha sucedido hoy. Pero los que ocupaban el viejo instituto no se evaporarán.