El caos circulatorio se adueñó de las calles adyacentes a la ronda Guinardó a principios de marzo, cuando el intercambiador entre las líneas L4 y L5 del metro de Maragall inició sus obras de adaptación para personas con movilidad reducida. Tres meses después, los vecinos recuerdan al detalle la fecha en la que empezó su pesadilla: el 4 de marzo del 2021. "Parece el estallido de una bomba: 4,3,2,1, es difícil de olvidar", explica Eduard Motos, un residente de la Rambla Muntanya que reivindica su malestar con la situación a través de las redes sociales.
La pequeña calle en la que vive Eduard es la más afectada, una vía histórica del distrito de Horta-Guinardó donde viven familias y mucha gente mayor que nunca había estado afectada por el tráfico. Desde que iniciaron las reformas, pasan hasta cuatro líneas de autobús de alta frecuencia, concretamente el H6, el D40, el 117 y el N6. "Llevo más de 90 días con miedo cada vez que salgo a la calle", comenta una vecina. El problema en las vías peatonales son las motocicletas: "Para adelantar a los autobuses, suben a la acera sin tener en cuenta las salidas de las viviendas", explica Motos a Metrópoli.
POSTES EN LA ACERA
El pasado miércoles, 2 de junio, el Ayuntamiento colocó seis pivotes de plástico –tres hacía al principio de la calle y tres al final– para evitar que la situación continuase. "Fue una manera de decir que habían hecho algo para solucionarlo, pero es una medida que solo iba a complicar más las cosas", coincide el vecindario. Varios de los afectados llamaron al consistorio al ver la instalación: "Por aquí no puede pasar ni una silla de ruedas", denunciaron. Además, en el barrio reside una señora invidente que siempre pasea por la zona. "Colocar algo así y sin previo aviso suponía un peligro abismal para ella", comenta Eduard. 24 horas más tarde, el consistorio rectificó con la retirada de los pivotes.
En teoría, el objetivo de dichos obstáculos era "evitar que las motocicletas avanzasen por la acera". No obstante, al otro lado de la calle no pusieron nada y "podían continuar haciéndolo sin problema". Motos considera que era una manera de "olvidar el bienestar de los peatones" porque "obligaba a caminar por la carretera a cualquiera que lleve un carrito o cualquier objeto espacioso".
Pivotes de plástico en la Rambla de la Muntanya / CEDIDO
MÁS ALLÁ DE LAS MOTOS
"Las motos son un gran problema, sí, pero no el único", apunta Eduard. El vecindario también se somete a un exceso de humo, ruido y al peligro que supone el mal estado de la calle para llevar el "día a día" con normalidad. Según la Asociación de Vecinos Joan Maragall, que lleva años solicitando "un desvío de los autobuses para pacificar la zona", la calzada de las calles como la de la Rambla Muntanya "no está preparada para soportar tanto movimiento".
Cada vez aparecen más grietas e incluso en una ocasión "un autobús se quedó atascado en un socavón al pasar por la calle". El hecho de que el suelo se agriete hace que el ruido llegue mucho más a las viviendas y, según cuenta Motos, la Guardia Urbana ha hecho "chapuzas" para solucionar los obstáculos que impiden la buena circulación pero "no se soluciona nada".
SOLUCIONES INEFICACES
Otro de los "parches" para arreglar el caos circulatorio fue la decisión de "trucar voluntariamente el semáforo de la calle". El tiempo para los vehículos ahora es mucho más extenso, pero lo que pasa realmente es que "se retroalimenta el cúmulo de autobuses y coches". No obstante, a Motos le sorprende como, cuando una propuesta está relacionada con el tránsito, "los trámites son inmediatos" y, por contra, "el bienestar de los vecinos cae en el olvido".
Por otro lado, Eduard lamenta el intento de "contentar" a los habitantes del barrio con falsas esperanzas. "Al principio nos dijeron una duración de las obras que obviamente iba a a ser mayor", comenta. "Cada vez que nos quejamos, el argumento de que es algo temporal vuelve a resurgir", añade otra vecina que pasea por la zona. Además, las nuevas señales de tráfico no se respetan –tal y como se puede observar en las siguientes imágenes– y eso genera que "todavía más vehículos" acabe en la pequeña Rambla para "alimentar aún más el colapso".
Vehículos incumpliendo las señales de tráfico en el barrio de Guinardó / CEDIDO
POSIBLE ALTERNATIVA
El gran lamento de Motos es que, tanto él como otros implicados en organizaciones vecinales, han propuesto "alternativas viables" que se han tumbado varias veces con la excusa de "no afectar a la normalidad de las paradas de autobús". Para el implicado, aplicar su plan "sería tan sencillo como añadir un bus lanzadera que no afectaría al bienestar de los habitantes de la zona".
La propuesta de Eduard es que el H6, uno de los buses más concurridos de la zona, pase por la calle Teodor –más accesible que la Rambla de la Muntanya– con una parada en la Ronda Guinardó. El vecino pide que se estudien de nuevo los recorridos porque, según su criterio, "sobre papel el desvío parecía muy útil pero la realidad ha demostrado lo contrario".
ACTUACIÓN DE LA OPOSICIÓN
Pese a que Eduard y otros vecinos han sido muy activos en Twitter para reivindicar sus "derechos como vecinos" –incluso dirigiéndose directamente a Rosa Alarcón–, la regidora no ha dado ninguna respuesta directa. No obstante, Motos explica que en alguna ocasión ha dicho que "la modificación se había hecho en función de beneficiar al máximo número de vecinos".
Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) intervino en redes sociales para pedir la convocatoria de una "mesa redonda" en la que todos los implicados puedan opinar para extraer una solución "firme y definitiva". Según le consta a Eduard, el primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcleona, Jaume Collboni, "está al corriente de la situación, pero tampoco le ha dado "ninguna respuesta concreta".
Una moto circula por la acera en la Rambla de la Muntanya / CEDIDO
LA ÚLTIMA RESPUESTA ADMINISTRATIVA
Este jueves, 3 de junio, en la Audiencia Pública del distrito de Horta-Guinardó, Eduard Motos ha transmitido su propuesta y ha pedido que, al menos, "se convoque la reunión" en la que se puedan dar explicaciones a la ciudadanía. Todas las esperanzas estaban puestas en la respuesta de Rosa Alarcón, que la mañana de este jueves ya ha reconocido el error de los pivotes de plástico en la acera a través de su Twitter personal.
En la reunión, la regidora ha dicho que su opción prioritaria sería contar con una patrulla de la Guardia Urbana para regular el incivismo, pero que es una "medida que no podría implementarse las 24 horas del día". Por ello, decidieron hacer la instalación en la acera. Ante el fracaso de la medida, ha comunicado que "plantearán alternativas". Respecto a la propuesta de Eduard, considera que sería "traspasar el problema a la calle del Segle XX", pese a que el implicado opina que "solo implicaría el cambio de una línea de bus y la calzada es mucho más ancha".