¿Pactar con el PSC era la mejor estrategia de BeC para evitar un gobierno alternativo?
La estrategia de BeC era ampliar la mayoría y apostar por un Gobierno de izquierdas. Nuestra estrategia fue hacer una llamada a las fuerzas de la izquierda e incluíamos a ERC. Insistíamos en la necesidad de tener un gobierno con muchas más manos para llevar a cabo la política que queríamos. Sin embargo, con el paso de los meses ERC y la CUP se han ido alejando y han hecho una oposición más clara.
Por lo tanto, ¿BeC podrá llevar a cabo todo su programa?
Para cumplir al 100% nuestro programa sí que necesitaríamos tener mayoría absoluta. Eso sería lo que nos permitiría hacer, deshacer y colocar todos los recursos exactamente donde los quisiéramos tener. Un consistorio con siete fuerzas políticas requiere encontrar consensos.
Consenso necesitará la unión de los tranvías. ¿Llevarán a cabo su promesa electoral?
No creo que se deba llevar a cabo solamente para cumplir el programa, sino que la unión de los tranvías es una cuestión imprescindible para la ciudad. Con él conectamos nueve municipios metropolitanos y a todos sus potenciales ciudadanos. Sí que nos gustaría ir más rápido en este tema, pero ahora trabajamos para convencer al consistorio de que es la mejor opción.
Suelen hablar de tejer la ciudad y hay un tema que se escapa de sus competencias. ¿Usted cree sinceramente que algún día veremos acabada la estación de La Sagrera y su Parque Lineal?
Con todo lo que hemos esperado, yo no concibo un AVE que pase sin suponer la unión entre Sant Martí y Sant Andreu. Estos barrios permanecen separados desde que pasó por allí el primer tren. No se puede contemplar la transformación que ha supuesto la alta velocidad para la ciudad si esta no va acompañada de una continuación urbana que permita reconectar los barrios. Además, las obras han quedado enmarañadas por su opacidad, la falta de transparencia y la corrupción que no hace más que abrir incertidumbres.
Como Laia Ortiz, ¿eres optimista con el proyecto?
No soy optimista en el tiempo. Es imposible ser optimista. El otro día hablaban de reactivar las obras de la Sagrera, pero en cambio no hablaban de Sant Andreu Comtal. Un insulto porque además está contemplada en el presupuesto y los vecinos ya tuvieron que aceptar un recorte de la inversión inicial en el edificio.
La cobertura de las vías, la unión de los tranvías, la cobertura de la Ronda de Dalt... ¿Hay dinero para todo?
Nosotros dijimos que sí avanzaríamos en la cobertura de la Ronda y ya hemos puesto presupuesto. En cambio, lo que no se podía era vender humo a los vecinos y algunas fuerzas políticas tendían a ello. La prioridad que tenemos más clara es que el tranvía soluciona un problema de movilidad evidente. Luego además tenemos las Glòries que también requiere muchos recursos... Por lo que no nos podemos ir a los más de 200 millones que supondría la cobertura de la ronda tal como se exigía.
Uno de los lemas de Barcelona en Comú era la participación ciudadana. ¿En alguno de estos macro-proyectos se prevé hacer algún referéndum o solo se partirá del consenso político?
No lo descartamos. De hecho, ahora se están trabajando las nuevas normas de participación ciudadana. Lo que hemos visto siempre es que no debe tratarse solamente de un resultado votado, sino que el espacio más importante se debe al proceso de participación donde se vecinos deliberan.
Pero llevamos dos años de mandato y el tema es: ¿cuánto tiempo necesitan estas consultas para llevarse acabo? Según el retraso que acumule el proyecto puede que el próximo Gobierno lo pare de facto...
Yo no sé si hemos de ir hacia estos grandes proyectos. Sobre todo lo que necesitamos son procesos de consulta donde la gente pueda implicarse, conocer y que le llame a la participación. Sino, no podemos hacer una participación estética.
La oposición siempre critica que ustedes son poco dialogantes. ¿Hay que hablar antes con los políticos o con los vecinos?
Nuestro compromiso es con la ciudadanía, pero obviamente reconocemos que buena parte de la ciudadania es representada por sus representantes. Hay un mantra que se ha querido instalar, pero que en ocasiones denota cierto menosprecio a determinados sectores. Estas fuerzas políticas tienen el privilegio, como lo tenemos nosotros, de poder decir y opinar en las comisiones, en el plenario, en los Distritos, en los Consells de Barri, en los medios de comunicación... Incluso la alcaldesa hace encuentros directos con los vecinos y rendimos cuentas en los barrios. No siempre todo el mundo estará de acuerdo, porque la ciudad es un espacio de confrontación, pero no podemos substituir a la ciudadanía.
¿En qué se tendría que centrar un Gobierno estadista?
Creo que en lo que estamos haciendo. El eje clave es la cohesión social y la sostenibilidad. Los dos nos guían en el corto y en el largo camino. La clave es la ciudad que piensa de forma global y actúa de forma local. Ahora el gran problema que tiene Barcelona es el de la movilidad y su articulación metropolitana. Hemos de hacer el cambio cultural sobre los vehículos que entran; caminar hacia una energía renovable y avanzar en el verde urbano.
¿Los resultados de la lucha contra las desigualdades no podría ser maquillado si estas personas se ven desplazadas finalmente hacia otros municipios?
La estrategia metropolitana en esto es claro. En el Eix Besós, corredor de la pobreza de Catalunya, estamos invirtiendo con políticas de cohesión de forma conjunta.
Cohesión municipal que ha faltado en el metro. ¿Que se hayan hecho las paradas de metro de la L9 de Barcelona y no las de l'Hospitalet es un error social?
Evidentemente, pero creo que ha sido un gran avance que el Prat tuviese una parada, porque eran los más desconectados. A l'Hospitalet ya llegaba la línea azul y la roja. Es verdad que cuando ves que pasa por debajo... hacer una parada para conectar parte del municipio es clave. Pero a veces también es clave conectar paradas tan cercanas como La Pau o La Sagrera. Solo hay que ver que Sant Martí y Sant Andreu están desconectados aún siendo fronterizos.
Antes, cuando el Ayuntamiento asumía responsabilidades de la Generalitat, a Xavier Trias se le acusaba de actuar como la caja de Artur Mas. Ahora, en cambio, los Comuns vuelven a financiar dichas responsabilidades. ¿Dónde está el criterio?
El acuerdo que hemos hecho con la Generalitat nos permite recuperar toda una serie de solares, de equipamientos y de espacios. Habrá un retorno para la ciudad y encima nos permetía reducir el superávit. A veces algunas decisiones son estratégicas. ¿Podemos hacer llegar el metro a la Marina? ¿Tenemos la oportunidad? Hagámoslo. ¿Esto tiene que ser un patrón de substitución de la Generalitat? No.
En la Marina se hará una inversión de 48 millones de euros. En Sant Andreu Comtal solo faltan siete para acabar la obra. ¿Se podría hacer una estrategia similar para solucionar un problema histórico?
Es que el problema de Sant Andreu Comtal no es el dinero. La inversión ya estaba consignada en el presupuesto. Nos dolería mucho que un Ayuntamiento que no tienen capacidad fiscal más allá del IBI tenga que terminar suplantando al Estado con una inversión tan pequeña. En esto sí hay líneas rojas.
Usted que viene del mundo de base, ¿Cómo se siente cuando se encuentra rodeada por los poderes fácticos?
Para mi es un privilegio, porque yo tengo allí una silla lo puedo decir. Yo creo que esto es muy importante y lo cojo con mucha responsabilidad. El otro día me reuní con los operadores inmobiliarios para el alquiler. Si su política de mercado se convierte en una nueva burbuja para ver cuánto jugo pueden sacar de una vivienda y exprimirla al máximo, hará que nos quedemos sin ciudad. No nos vale que nos digan que una cosa es el alquiler social y que el resto lo hace el mercado sin que ellos puedan hacer nada. Hacer alquiler asequible quiere decir que la gente pueda encontrar un sueldo con su sueldo.
¿Verba, pero non facta?
Encontraremos acuerdos si el compromiso es que harán vivienda asequible y no solo de lujo. Si ellos necesitan estabilidad de rentas, les juega en contra la rebaja de los contratos de los alquileres a tres años. Además, a los inquilinos tampoco les van bien los alquileres a tres años. ¿Por qué no vamos juntos los profesionales del alquiler y los inquilinos a reivindicárselo al Gobierno? Incluso nos pedían que controláramos los pisos turísticos, porque hay viviendas residenciales que se están derivando al uso turístico, pero esto ya lo hemos regulado con el Peuat.
¿Esto no puede hacer que los vecinos con segundas propiedades prefieran destinarlas al turismo en lugar que al alquiler residencial?
Ante todo hay que decir que hay muchas restricciones en las zonas de crecimiento sostenible. Y no hablamos de vivienda de uso turístico, sino de alojamientos de uso turístico. Tiene sentido que no pueda haber nuevos hoteles en zonas muy saturadas, pero tal vez no tiene sentido prohibir nuevos hoteles en Nou Barris o a La Sagrera. De estos es lógico que habrá. Pero lo que sí se ha querido proteger mucho son los núcleos antiguos.
Sant Andreu es un núcleo antiguo y ya hay del doble de oferta de alquiler turístico que no residencial.
Sí, pero el Peuat se ha aprobado ahora. Además, multiplicaremos por tres los inspectores para detectarlos. Por otra banda, la posibilidad que haya nuevas plazas hoteleras en la periferia de Barcelona es con muchos condicionantes. Lo que hemos hecho es un Peuat posibilita. No podemos tratar la ciudad como si fuera una unidad.
Con el Peuat solo se han podido parar una trentena de hoteles, mientras que 74 tiraran adelante. ¿Es un buen punto de partida?
Es una buena cifra viniendo de la herencia con la que nos hemos encontrado. Muchas de las licencias que en época Trias se otorgaron fueron por silencio administrativo. No tenemos prácticamente capacidad de pararlo. Incluso nos hemos encontrado la Generalitat en contra, como en el hotel de Drassanes. Pero el Peuat lo tenemos ahora, no hace 4 años.
Llega tarde?
Hubiésemos necesitado un Peuat hace cinco años. La situación de la Barceloneta o del Gótico creo que la tendríamos que haber parado antes. No puede ser que haya más alojamientos turísticos que vecinos.